Estamos ante uno de los tratados filosóficos más importantes que nos pudo legar occidente, si bien es cierto los temas escritos no son algo relativamente nuevo en comparación con lo escrito por Platón (recordemos que Aristóteles fue alumno de Platón) en realidad cada uno de los libros abarcan un fin: la llamada “Eudaimonia” (del griego, felicidad).
Para Aristóteles, la virtud es un hábito que nos lleva al fin: la eudaimonia, misma que define como una actividad de la parte racional del alma, pero ¿Cómo podemos lograr esa dicha? es aquí donde Aristóteles trata diversos temas que se unen para alcanzarla: La virtud, la fortaleza y la templanza, la justicia, la vida contemplativa, la continencia e incontinencia y la amistad.
Aristóteles define la justicia como el punto medio entre los dos extremos, por otro lado, creía que la amistad es lo más importante en la vida, pues para el rico con quien compartir sus dichas, para el pobre; las desgracias, entre otros. De la misma forma, define tres tipos: por utilidad, por placer y por virtud, pero, sin reciprocidad y sin coloquio, no hay amistad, solo benevolencia.
Por ende, sin justicia y sin amigos (por referir solo unos puntos) no podemos alcanzar la eudaimonia. A primera impresión, podríamos creer que es algo absurdo que dedique tanto texto a la amistad, pero lo cierto es, Aristóteles es justo con este tema, porque habrá cosas en las que estemos de acuerdo y otras que no serán de nuestro agrado, pero en cualquier punto, es justo con ello.
Si queremos acercarnos a los filósofos griegos, considero que Aristóteles es de los más amigables para ello, pues aunado a su Ética, también encontramos temas como Metafísica, Física, Política entre otros.
Creo que Aristóteles sienta las bases del mundo como lo conocemos y que, lamentablemente, muchas veces olvidamos o decidimos ignorar, logrando así que seamos desdichados, pues incluso la eudaimonia no es eterna, pero, si queremos encontrar nuestros excesos, nuestros defectos y al mismo tiempo, nuestras virtudes y por ende la eudaimonia, debemos acercarnos al maestro Aristóteles; porque definitivamente tendrá mucho que enseñarnos, así como en su momento tuvo mucho que enseñar al mítico Alejandro Magno.
Irving Romero