- Las amistades efímeras-
Narra la amiga de Gertrudis el noviazgo que aquella tenía con Oscar, la viudez de don Estanislao Córdoba y el nuevo matrimonio, que le proveyó de disputas con la madrastra.
Gertrudis termina el colegio y regresa a atender la gran tienda de su padre; el novio nunca abrió su taller y emigró a la ciudad de México. Ella se encontraba en un punto muerto, en un estancamiento emocional, moral y con un futuro incierto.
Un día llegó un jinete, en presuroso galope de caballo y pidió una cerveza, le preguntó: ¿Nunca ha pensado en irse? Y le contestó: “No me gusta regresar”.
Y así emprendieron la huida juntos, porque él era perseguido por cortar los cables de las líneas telegráficas.
- Vals “capricho”.
Natalia Trujillo, tocaba el piano y tuvo su época de esplendor en que brilló su arte, hasta la llegada de la pianola, primero, y el gramófono, después.
Julia Trujillo, se dedicaba a la costura, a la confección de ropa, y también tuvo su racha de fama; sus figurines llegaban de los almacenes más renombrados de Guatemala, México y París. Siempre adaptaba los atrevimientos de las grandes urbes a la decencia provinciana.
Germán Trujillo, al principio fue una vergüenza y una carga, pero se superó física y mentalmente e hizo fortuna; rescató las hipotecas de la casa y realizó buenos negocios.
Las hermanas quedaron solteras y con bajos ingresos. Su hermano les pidió educar y enseñar buenos modales a su hija, de nombre Reinerie, que se encontraba en estado salvaje.
Reinerie, se gana el rechazo de la comunidad por sus costumbres extravagantes y es sujeta a una excomunión o a una expulsión de la comunidad, algo sumamente grave, algo parecido a la muerte civil, al destierro o a la invisibilidad social.
- Los convidados de agosto-
Emelina está a punto de cruzar la línea que separa a las mujeres casaderas de las “quedadas”. En Comitán es día de feria y hay corrida de toros. Es costumbre que se derrumbe la plaza con los brincos y pataleos de la afición, lo que permite que se auxilien y conozcan entre sí, hombres y mujeres.
Emelina y su amiga Concha, fueron a la feria y se acomodaron en los asientos más bajos, para minimizar el impacto del derrumbe.
Y, en efecto, después de la corrida, con toros malos y con un público defraudado, comenzó el pataleo y el derrumbe vino como consecuencia.
Un desconocido se apresuró a sostener a Emelina y le dio a tomar aguardiente y la condujo al kiosko, en donde funcionaba una especie de cantina.
Emelina está decidida a irse a cualquier parte con ese desconocido.
- El viudo Román-
Doña Cástula sirve a don Carlos Román, un viudo recluido en su casa, dedicado a sus negocios, y apartado de la sociedad, desde el fallecimiento de su esposa Estela. Habiendo abandonado la práctica médica, vivía de sus ranchos con ganado y siembra, y era dueño de sitios y casas.
Un rico era, pero tenía sus defectos, era frío, calculador y pérfido, en el orden o combinación más dañina.
Gerardo Morales.