(16 de octubre de 1906, Italia - 28 de enero de 1972, Italia)
Seguiremos la vida de Giovanni Drogo, quien tras ser asignado como oficial y enviado a la fortaleza Bastiani, se verá enfrascado en un profundo cuestionamiento moral y existencial sobre el futuro y su destino.
Una novela con tintes de fábula y un profundo carácter filosófico. Lo que veremos será el arrepentimiento de Drogo por verse “obligado” a permanecer por 4 meses en tan desoladora fortaleza y, por ende, tener que renunciar a la apacible vida en la ciudad.
El atractivo de la fortaleza - el único atractivo - es aquella peculiar coordenada al norte de la misma, conocida como “el desierto de los tártaros”, es ahí donde Drogo, junto con sus camaradas, deberán estar alertas por si llega la guerra, por si aparecen los tártaros ¿o no? (existencialismo en estado puro).
Drogo deja escapar sus mejores años, su juventud, esperando algo que tal vez nunca suceda, aquella guerra, aquellos feroces enemigos, pero lo cierto es, ese peculiar desierto, representa la vida, mientras que los tártaros, representan el sinsentido de la misma.
Una profunda obra sobre la juventud, el paso del tiempo, el sinsentido de la vida, la vejez y naturalmente: la muerte.
Novela que dejará pensando a más de uno, pues son tantas las capas de interpretación como la cantidad de arena del desierto.
Cierro con su siguiente aforismo: “El tiempo corre, su latido silencioso mide cada vez más precipitado la vida. Todo huye y de nada sirve agarrarse a las piedras, resistir en lo alto de un escollo; los dedos cansados se abren, los brazos se aflojan inertes, nos arrastra de nuevo el río, que parece lento pero jamás se para”.
Irving Romero