Stefan Zweig nace en Viena, capital del Imperio Astro-húngaro, el 28 de noviembre de 1881, es decir, le tocó el fin de siglo XIX y las dos guerras mundiales, aunque de la última no vio el final, porque puso fin a su vida en febrero de 1942 en Brasil, acto realizado de forma honorable, tal como fue su vida en general; se despidió de amigos y exesposa, desde luego, sin delatar sus intenciones, y dio gracias al gobierno Brasileño, por su acogida.
Nace rico, llega a dominar cinco idiomas, viajero incansable, coleccionista constante; gran escritor de poesía, novela, biografía, teatro.
Creo que una buena biografía debe omitir algunos datos, no ser tan exacta, no destruir nuestra imagen ideal de nuestros héroes.
Stefan fue pesimista, contradictorio, irresoluto, depresivo. Siendo tan libre, no sabemos por qué se casó; dejaba por temporadas la casa familiar y tenía alguna que otra aventura, no trató con el tacto debido a su primera esposa y su segundo matrimonio, durante la crisis de la edad, fue con su secretaria.
“Nada lo atrae tanto como evocar individuos poseídos por un deseo exclusivo, de una pasión única, esclavos de una sola exigencia, hombres que concentran toda su energía en la consecución de un único objetivo y se mantienen ciegos a todo lo demás, justo lo contrario de Zweig.”
“El heroísmo de un espíritu creador, puede ser, en realidad, la máscara de una silenciosa cobardía.”
Gerardo Morales.