27 de junio de 2024
alcalorpolitico.com
Muchos colegas se han preguntado qué le dirá el ingeniero gobernador Cuitláhuac García Jiménez a su padre, un activista que cuando fue diputado por el PRD, hace más de quince años, se unió a varias comunidades para protestar por la contaminación que producían – y al parecer siguen produciendo – los chiqueros de las Granjas Carroll en el Valle de Perote.
Hace unos días, cuando un grupo que había bloqueado la carretera entre Alchichica y Perote para protestar por la falta de agua y por la contaminación que causan las granjas, es decir por lo mismo que hace más de quince años, negociaba con la Guardia Nacional, llegó la Fuerza Civil y deshizo la reunión y otras cosas a balazos. Hubo dos muertos. La reacción del gobernador fue ordenar la desaparición de la unidad de élite que creó el gobierno de Javier Duarte. Y ya.
Pero no. La Fuerza Civil, llena de rambos, pasa a ser parte de la subsecretaría de Operaciones de Seguridad Pública. Será otro infiermo con los mismos diablos. Y no desaparecerá de pronto, sino poco a poco, "para no interferir con las investigaciones en curso (sic)", tal vez hasta que entre la próxima administración y asuma la responsabilidad. A ellos les tocará remediar el asunto.
Según el gobernador ingeniero Cuitláhuac García Jiménez durante su sexenio la Fuerza Civil cometió abusos – violaciones, secuestros y torturas – que documentó en su momento la Comisión Estatal de Derechos Humanos.
Y nadie, ni el propio gobernador hizo nada durante cinco años. Hasta ahora, cuando fue claro que la policía asesinó a dos personas en Totalco. Pero el anuncio de la desaparición de la fuerza se olvidará pronto, más temprano que tarde, porque la opinión pública tiene memoria muy corta.
Mientras eso pasa, esta historia se agrega a otras, mayores y menores, en el sexenio que termina. Pero hay quienes recuerdan – y recordarán – los excesos que cometió por malicia, por inexperiencia, por lo que haya sido, esta administración que quiso ser gobierno. Es verdad que a quienes tienen el poder se les juzga dos veces.
La primera vez es más fácil porque se descubren los errores inmediatos, los abusos, las corrupciones pequeñas y grandes, propias o ajenas, el trecho que hay entre las palabras y los actos. La segunda vez se ve a los ex limpios ya de detalle, a grandes rasgos, y se les mide por las consecuencias de lo que hicieron, porque para entonces uno – y quienes tuvieron el poder – entiende que no sólo mandaron para ahora sino para después.
En fin. Aunque tal vez sería más interesante saber qué le dijo el viejo militante de la izquierda a su hijo el gobernador. Lo único que el columnista tiene a la mano es un poema de Eliseo Diego:
Pero mañana,/ cuando las viejas barran a conciencIa/ el poco de hoy que queda en las colillas/ por todo el ancho espacio desolado/ donde no hay nadie nunca: ¿importará/ el trueno de la gloria o el silencio/ del papel arrugado en una esquina/ bajo el polvo del ayer? Nadie lo sabe./ Y sin embargo,/ es necesario hacerlo todo bien.
Nadie verificó
También sería interesante saber qué sanciones se impusieron a las granjas porcícolas el año pasado, y a quién le tocaba comprobar que la empresa había cumplido con sus obligaciones. Según La Jornada Veracruz, se habrían violado siete medidas de mitigación y remediación del suelo, seis relacionadas con el agua, dos por contaminación del aire, y nueve por temas documentales. Hasta donde va la historia nadie sabe nada.
La procuraduría del Medio Ambiente del estado, que tenía que verificar los avances de las Granjas Carroll, reafirmó su compromiso con la protección ambiental y el bienestar de los veracruzanos. En serio dijo eso, pero no presentó ninguna postura sobre la protesta ni sobre el daño ecológico. Será que ya se van.
Las quejas por los hedores y la contaminación de aguas y suelos de las Granjas Carroll no son nuevas. Pero no son exageradas. Todo lo que tendrían que hacer los celosos inspectores de la Procuraduría Ambiental es acercarse a las granjas y oler, y caminar por los alrededores. Tal vez sería bueno que pasaran unos días viviendo en los alrededores de los chiqueros. Eso sería más que suficiente para comprobar que las comunidades afectadas no mienten ni exageran.
Desde el balcón
Hace sol, hace calor, y uno puede ver la montaña de La Salève. Nunca llegaron las brisas suaves que prometió la oficina de meteorología. Si uno se acerca a las plantas siente aromas de lavanda, de tomillo, de romero. Definitivamente es verano. Nadie dice nada en ninguna parte. Es hora de no hacer nada. Hay gin tonic, que es lo propio de la estación. Y entonces llueve.
Para no pensar en los trescientos millones de pesos que encontró y perdió el ingeniero gobernador de Veracruz, uno oye los truenos cercanos, un pájaro que canta confundido por la lluvia tenaz entre los árboles. La imaginación – que según Garcilaso sombras suele vestir de bulto bello – trata de calcular cuánta agua cabe en trescientos millones de gotas. Uno mira el vaso vacío, y se levanta a preparar otro trago, y cuando regresa comprueba que la lluvia sigue. Tal vez hay un arcoiris en alguna parte.
Hace unos días, cuando un grupo que había bloqueado la carretera entre Alchichica y Perote para protestar por la falta de agua y por la contaminación que causan las granjas, es decir por lo mismo que hace más de quince años, negociaba con la Guardia Nacional, llegó la Fuerza Civil y deshizo la reunión y otras cosas a balazos. Hubo dos muertos. La reacción del gobernador fue ordenar la desaparición de la unidad de élite que creó el gobierno de Javier Duarte. Y ya.
Pero no. La Fuerza Civil, llena de rambos, pasa a ser parte de la subsecretaría de Operaciones de Seguridad Pública. Será otro infiermo con los mismos diablos. Y no desaparecerá de pronto, sino poco a poco, "para no interferir con las investigaciones en curso (sic)", tal vez hasta que entre la próxima administración y asuma la responsabilidad. A ellos les tocará remediar el asunto.
Según el gobernador ingeniero Cuitláhuac García Jiménez durante su sexenio la Fuerza Civil cometió abusos – violaciones, secuestros y torturas – que documentó en su momento la Comisión Estatal de Derechos Humanos.
Y nadie, ni el propio gobernador hizo nada durante cinco años. Hasta ahora, cuando fue claro que la policía asesinó a dos personas en Totalco. Pero el anuncio de la desaparición de la fuerza se olvidará pronto, más temprano que tarde, porque la opinión pública tiene memoria muy corta.
Mientras eso pasa, esta historia se agrega a otras, mayores y menores, en el sexenio que termina. Pero hay quienes recuerdan – y recordarán – los excesos que cometió por malicia, por inexperiencia, por lo que haya sido, esta administración que quiso ser gobierno. Es verdad que a quienes tienen el poder se les juzga dos veces.
La primera vez es más fácil porque se descubren los errores inmediatos, los abusos, las corrupciones pequeñas y grandes, propias o ajenas, el trecho que hay entre las palabras y los actos. La segunda vez se ve a los ex limpios ya de detalle, a grandes rasgos, y se les mide por las consecuencias de lo que hicieron, porque para entonces uno – y quienes tuvieron el poder – entiende que no sólo mandaron para ahora sino para después.
En fin. Aunque tal vez sería más interesante saber qué le dijo el viejo militante de la izquierda a su hijo el gobernador. Lo único que el columnista tiene a la mano es un poema de Eliseo Diego:
Pero mañana,/ cuando las viejas barran a conciencIa/ el poco de hoy que queda en las colillas/ por todo el ancho espacio desolado/ donde no hay nadie nunca: ¿importará/ el trueno de la gloria o el silencio/ del papel arrugado en una esquina/ bajo el polvo del ayer? Nadie lo sabe./ Y sin embargo,/ es necesario hacerlo todo bien.
Nadie verificó
También sería interesante saber qué sanciones se impusieron a las granjas porcícolas el año pasado, y a quién le tocaba comprobar que la empresa había cumplido con sus obligaciones. Según La Jornada Veracruz, se habrían violado siete medidas de mitigación y remediación del suelo, seis relacionadas con el agua, dos por contaminación del aire, y nueve por temas documentales. Hasta donde va la historia nadie sabe nada.
La procuraduría del Medio Ambiente del estado, que tenía que verificar los avances de las Granjas Carroll, reafirmó su compromiso con la protección ambiental y el bienestar de los veracruzanos. En serio dijo eso, pero no presentó ninguna postura sobre la protesta ni sobre el daño ecológico. Será que ya se van.
Las quejas por los hedores y la contaminación de aguas y suelos de las Granjas Carroll no son nuevas. Pero no son exageradas. Todo lo que tendrían que hacer los celosos inspectores de la Procuraduría Ambiental es acercarse a las granjas y oler, y caminar por los alrededores. Tal vez sería bueno que pasaran unos días viviendo en los alrededores de los chiqueros. Eso sería más que suficiente para comprobar que las comunidades afectadas no mienten ni exageran.
Desde el balcón
Hace sol, hace calor, y uno puede ver la montaña de La Salève. Nunca llegaron las brisas suaves que prometió la oficina de meteorología. Si uno se acerca a las plantas siente aromas de lavanda, de tomillo, de romero. Definitivamente es verano. Nadie dice nada en ninguna parte. Es hora de no hacer nada. Hay gin tonic, que es lo propio de la estación. Y entonces llueve.
Para no pensar en los trescientos millones de pesos que encontró y perdió el ingeniero gobernador de Veracruz, uno oye los truenos cercanos, un pájaro que canta confundido por la lluvia tenaz entre los árboles. La imaginación – que según Garcilaso sombras suele vestir de bulto bello – trata de calcular cuánta agua cabe en trescientos millones de gotas. Uno mira el vaso vacío, y se levanta a preparar otro trago, y cuando regresa comprueba que la lluvia sigue. Tal vez hay un arcoiris en alguna parte.