18 de abril de 2024
alcalorpolitico.com
Más importante que las propiedades atribuidas a Rocío Nahle, candidata de Morena al gobierno de Veracruz, es el caso de don Justino Reyes.
La señora no ha podido responder de manera concreta y eficaz a las acusaciones de enriquecimiento ilícito que se han publicado en las redes sociales con pelos y señales y escrituras de propiedades presuntamente suyas y de su familia cercana. Y quiere ser gobernadora de Veracruz. Hasta donde vamos, el costo de casas y terrenos sería mucho mayor que lo que la ahora candidata podría haber ganado en puestos de alto nivel en el gobierno federal, que no fue el caso, según las cuentas públicas.
En fin. Don Justino Reyes, empleado administrativo de la secretaría de Educación de Veracruz, lleva años reclamando el salario que le retuvieron de dos mil ocho a dos mil dieciséis "como represalia por haber demandado a la dependencia ante el Tribunal de Conciliación y Arbitraje". Recurrió a la justicia y la justicia le dio la razón: el tribunal ordenó a la SEV que le pagara de inmediato lo que se le debía en salarios y prestaciones.
No es poca cosa. Seis años sin sueldo son muchos años sin muchas otras cosas. Cualquiera pensaría que la SEV acataría sin falta y sin demora la orden judicial, pero no. El Tribunal ha citado el secretario o al Oficial Mayor de la dependencia, pero el departamento jurídico ha respondido invariablemente que el señor no está, o que está en una reunión, o que salió a hacer trámites que solamente él puede hacer. No tiene tiempo para jueces ni magistrados.
Otros jueces y magistrados y fiscales no se atreven a asomarse al escándalo de las propiedades de la candidata de Morena al gobierno del estado, pese al rastro documental que se ha publicado. Hay dos justicias. La que no se atreve ni puede hacer que le paguen a don Justino lo que le deben, y la que no se atreve ni puede investigar si las casas y los terrenos de la candidata de Morena son realmente de ella, ni cómo se pagaron, ni muchas otras cosas más.
A don Justino Reyes no le han pagado, y las autoridades de Veracruz le han faltado al respeto a las leyes y a quienes las representan. Otra vez. Pero eso ya no es novedad, aunque se menciona aquí para que conste.
Desde el balcón
Y uno va a Galicia. Otra vez. Es un viaje que comienza en Portugal y termina en España después de un trayecto en tren que sale de Porto y un par de horas después llega a la estación vieja de Vigo, cruzando una frontera que ya no existe pero todavía marcada por el río Miño.
Ocupado como estará en el disfrute de la vida gallega, poblada de pescados y mariscos y callos, y vinos discretos y exquisitos, enfrascado en paseos y aperitivos y sobremesas, y paisajes y lenguas nuevas pero viejas, no tendrá tiempo para pensar en las historias y las historietas de la política mexicana o veracruzana, porque son incompatibles con todos estos placeres. Así que durante dos o tres semanas los lectores – está bien: y las lectoras – no sabrán mucho de este reportero, que mal que bien se merece este viaje.
Pero ellas y ellos saben que, a falta de balcón, uno alzará la copa con malta – gracias a las tiendas de aeropuerto – y beberá en la intimidad de un hotel portugués o de un parador gallego, o en alguna parte, y olvidará los trescientos millones de pesos que encontró y perdió quién sabe dónde el gobernador de Veracruz. El pez por la boca y esas cosas. Y de ahí hasta medio mayo, o algo así.
La señora no ha podido responder de manera concreta y eficaz a las acusaciones de enriquecimiento ilícito que se han publicado en las redes sociales con pelos y señales y escrituras de propiedades presuntamente suyas y de su familia cercana. Y quiere ser gobernadora de Veracruz. Hasta donde vamos, el costo de casas y terrenos sería mucho mayor que lo que la ahora candidata podría haber ganado en puestos de alto nivel en el gobierno federal, que no fue el caso, según las cuentas públicas.
En fin. Don Justino Reyes, empleado administrativo de la secretaría de Educación de Veracruz, lleva años reclamando el salario que le retuvieron de dos mil ocho a dos mil dieciséis "como represalia por haber demandado a la dependencia ante el Tribunal de Conciliación y Arbitraje". Recurrió a la justicia y la justicia le dio la razón: el tribunal ordenó a la SEV que le pagara de inmediato lo que se le debía en salarios y prestaciones.
No es poca cosa. Seis años sin sueldo son muchos años sin muchas otras cosas. Cualquiera pensaría que la SEV acataría sin falta y sin demora la orden judicial, pero no. El Tribunal ha citado el secretario o al Oficial Mayor de la dependencia, pero el departamento jurídico ha respondido invariablemente que el señor no está, o que está en una reunión, o que salió a hacer trámites que solamente él puede hacer. No tiene tiempo para jueces ni magistrados.
Otros jueces y magistrados y fiscales no se atreven a asomarse al escándalo de las propiedades de la candidata de Morena al gobierno del estado, pese al rastro documental que se ha publicado. Hay dos justicias. La que no se atreve ni puede hacer que le paguen a don Justino lo que le deben, y la que no se atreve ni puede investigar si las casas y los terrenos de la candidata de Morena son realmente de ella, ni cómo se pagaron, ni muchas otras cosas más.
A don Justino Reyes no le han pagado, y las autoridades de Veracruz le han faltado al respeto a las leyes y a quienes las representan. Otra vez. Pero eso ya no es novedad, aunque se menciona aquí para que conste.
Desde el balcón
Y uno va a Galicia. Otra vez. Es un viaje que comienza en Portugal y termina en España después de un trayecto en tren que sale de Porto y un par de horas después llega a la estación vieja de Vigo, cruzando una frontera que ya no existe pero todavía marcada por el río Miño.
Ocupado como estará en el disfrute de la vida gallega, poblada de pescados y mariscos y callos, y vinos discretos y exquisitos, enfrascado en paseos y aperitivos y sobremesas, y paisajes y lenguas nuevas pero viejas, no tendrá tiempo para pensar en las historias y las historietas de la política mexicana o veracruzana, porque son incompatibles con todos estos placeres. Así que durante dos o tres semanas los lectores – está bien: y las lectoras – no sabrán mucho de este reportero, que mal que bien se merece este viaje.
Pero ellas y ellos saben que, a falta de balcón, uno alzará la copa con malta – gracias a las tiendas de aeropuerto – y beberá en la intimidad de un hotel portugués o de un parador gallego, o en alguna parte, y olvidará los trescientos millones de pesos que encontró y perdió quién sabe dónde el gobernador de Veracruz. El pez por la boca y esas cosas. Y de ahí hasta medio mayo, o algo así.