21 de noviembre de 2024
alcalorpolitico.com
Otro de los análisis pendientes es el de los medios. Muchos se han ocupado ya de los partidos políticos – es un decir – de oposición – es otro decir –, de las causas de su derrota, del partido en el gobierno y su victoria y las consecuencias de su victoria. Yo pensaría que ahora nos toca a nosotros hablar sobre nosotros los medios, sobre nuestra relación con otros medios, sobre nuestra relación y nuestras obligaciones y derechos con el público lector, o escucha o televidente, o internauta.
El doctor Alberto Olvera, que ha dedicado parte importante de su trabajo a estudios de la sociedad civil, habló con Alicia Aguilar Guevara, de Tele-Clic de Xalapa, y ofreció algunas ideas sobre cómo va la vaina. Habló de la complejidad – política, económica y social – del papel de los medios. El riesgo, dijo Olvera, es que no hay una discusión pública porque el Estado lo ha impedido.
Los medios que siguen las causas oficiales y están de acuerdo con sus proyectos y sus ideas reciben apoyos y financiamientos, explicó Olvera. Y el aparato ataca abierta y descaradamente a quienes no están de acuerdo con la versión oficial de las cosas, como sucedió durante todas las mañaneras de Andrés Manuel López Obrador.
El volumen de información que se produce hace más fácil manipular esa información, dijo Olvera. Y los medios tradicionales que antes validaban la información han perdido relevancia. No es poca cosa. Tendremos – porque soy parte aunque ocasional de los medios – que pensar de otra manera, aunque no hay una manera de pensar, y hacer las cosas de otro modo.
Hasta donde íbamos, gran parte de la prensa (porque hasta no hace mucho se limitaba a diarios y revistas, a espacios radiofónicos y Televisa) dependió del gobierno, y cuando hubo cambios terminaron luchando por sobrevivir, aunque los medios siguieron asumiéndose como partes importantes de la vida ciudadana, señaló el investigador del Instituto de Investigaciones histórico sociales de la Universidad Veracruzana. Pero tal vez no eran tan importantes, digo yo.
Aunque los medios, según la perspectiva del doctor Olvera, tendrían que ser autónomos y mantener su capacidad crítica, siguen dependiendo de la publicidad oficial, y no han encontrado o no han querido encontrar mejores formas de financiamiento. Comparto su opinión. Entre más pronto se corte el último vestigio umbilical que une a los medios con el gobierno, mejor. Y ese es solo el principio de lo que tendría que ser una discusión mayor. A ver quién le pone el cascabel al gato.
Errata
Hace una semana hablaba de la izquierda mexicana, y del peligro de que los grupos que la integran terminen por destruirla. Cité un ensayo que escribí hace años sobre el tema, y dije que se había publicado en la revista La Quincena de Guadalajara. No fue así. La Quincena es una revista que se edita y se publica en Monterrey, donde hace un análisis político serio y un trabajo periodístico importante.
Desde el balcón
Sale uno, y de inmediato sabe que la malta no hará nada contra el frío que el jueves se volverá nieve. Pero uno va, casi obligado por la disciplina, y se sienta en una de las sillas verdes que hay junto a la mesa amarilla del balcón a ver cómo se caen las hojas de los árboles. Ya vendrán el aire bajo la luna y la llovizna y la mano helada de la brisa mañanera, y una que otra neblina, como sin duda habría dicho el clásico.
Sin embargo, el tiempo no está para metáforas. Faltan pocos días, una semana o algo así, para que termine el gobierno del ingeniero Cuitláhuac García Jiménez, a quien le atribuyen ahora los defectos que antes fueron de otros, y agregan otros que tal vez merece, y otros más que no vale la pena repetir aquí. La historia lo absorberá, piensa uno, y tirita, y sigue uno pensando.
También es casi seguro que la historia termine por olvidar la vaina esa de los trescientos millones de pesos cuyo hallazgo dio a conocer García Jiménez en rueda de prensa, y cuya desaparición nadie ha sabido explicar. Hay quienes declaran que no saben nada de esos millones. Nadie sabe dónde están, qué fin tuvieron, en qué bolsillo público acabaron, en qué privado se hallan, nadie sabe, como dijo el clásico, nadie supo. Anochece. Salud.
El doctor Alberto Olvera, que ha dedicado parte importante de su trabajo a estudios de la sociedad civil, habló con Alicia Aguilar Guevara, de Tele-Clic de Xalapa, y ofreció algunas ideas sobre cómo va la vaina. Habló de la complejidad – política, económica y social – del papel de los medios. El riesgo, dijo Olvera, es que no hay una discusión pública porque el Estado lo ha impedido.
Los medios que siguen las causas oficiales y están de acuerdo con sus proyectos y sus ideas reciben apoyos y financiamientos, explicó Olvera. Y el aparato ataca abierta y descaradamente a quienes no están de acuerdo con la versión oficial de las cosas, como sucedió durante todas las mañaneras de Andrés Manuel López Obrador.
El volumen de información que se produce hace más fácil manipular esa información, dijo Olvera. Y los medios tradicionales que antes validaban la información han perdido relevancia. No es poca cosa. Tendremos – porque soy parte aunque ocasional de los medios – que pensar de otra manera, aunque no hay una manera de pensar, y hacer las cosas de otro modo.
Hasta donde íbamos, gran parte de la prensa (porque hasta no hace mucho se limitaba a diarios y revistas, a espacios radiofónicos y Televisa) dependió del gobierno, y cuando hubo cambios terminaron luchando por sobrevivir, aunque los medios siguieron asumiéndose como partes importantes de la vida ciudadana, señaló el investigador del Instituto de Investigaciones histórico sociales de la Universidad Veracruzana. Pero tal vez no eran tan importantes, digo yo.
Aunque los medios, según la perspectiva del doctor Olvera, tendrían que ser autónomos y mantener su capacidad crítica, siguen dependiendo de la publicidad oficial, y no han encontrado o no han querido encontrar mejores formas de financiamiento. Comparto su opinión. Entre más pronto se corte el último vestigio umbilical que une a los medios con el gobierno, mejor. Y ese es solo el principio de lo que tendría que ser una discusión mayor. A ver quién le pone el cascabel al gato.
Errata
Hace una semana hablaba de la izquierda mexicana, y del peligro de que los grupos que la integran terminen por destruirla. Cité un ensayo que escribí hace años sobre el tema, y dije que se había publicado en la revista La Quincena de Guadalajara. No fue así. La Quincena es una revista que se edita y se publica en Monterrey, donde hace un análisis político serio y un trabajo periodístico importante.
Desde el balcón
Sale uno, y de inmediato sabe que la malta no hará nada contra el frío que el jueves se volverá nieve. Pero uno va, casi obligado por la disciplina, y se sienta en una de las sillas verdes que hay junto a la mesa amarilla del balcón a ver cómo se caen las hojas de los árboles. Ya vendrán el aire bajo la luna y la llovizna y la mano helada de la brisa mañanera, y una que otra neblina, como sin duda habría dicho el clásico.
Sin embargo, el tiempo no está para metáforas. Faltan pocos días, una semana o algo así, para que termine el gobierno del ingeniero Cuitláhuac García Jiménez, a quien le atribuyen ahora los defectos que antes fueron de otros, y agregan otros que tal vez merece, y otros más que no vale la pena repetir aquí. La historia lo absorberá, piensa uno, y tirita, y sigue uno pensando.
También es casi seguro que la historia termine por olvidar la vaina esa de los trescientos millones de pesos cuyo hallazgo dio a conocer García Jiménez en rueda de prensa, y cuya desaparición nadie ha sabido explicar. Hay quienes declaran que no saben nada de esos millones. Nadie sabe dónde están, qué fin tuvieron, en qué bolsillo público acabaron, en qué privado se hallan, nadie sabe, como dijo el clásico, nadie supo. Anochece. Salud.