4 de octubre de 2024
alcalorpolitico.com
Todos han dicho casi todo. Claudia Sheinbaum es la primera mujer que llega a la presidencia de México, y con ella revive la tradición de votar con la esperanza en vez de elegir lo que dictaría la experiencia. Analistas de aquí y de allá han examinado minuciosamente lo que dijo la mandataria en su toma de posesión, y lo que prometió en el zócalo poco después.
La presidenta anunció sus cien compromisos con la nación, y ofreció un país que todos quisiéramos, aunque se refirió a la construcción de la paz en una nación donde oficialmente no hay guerra, y donde oficialmente ya casi no hay corrupción: "Es una responsabilidad de todos los poderes y eso solo se logra limpiando de corrupción y con coordinación", dijo en su compromiso noventa y dos.
Es indudable que la seguridad pública es otro de los grandes retos del nuevo gobierno, como lo fue del que acaba de terminar. Habrá que ver si siguen los abrazos y se suspenden los balazos, aunque quienes han recibido las balas en los últimos seis años, y antes, y seguramente después, son gente común y corriente – aunque haya malandros entre las víctimas de esta violencia que no cesa – y quienes merecen los abrazos son delincuentes que han matado a quién sabe cuántos miles.
Pero lo que me llamó la atención fue que la presidenta no propuso un diálogo con la oposición, ya de por sí inútil, a merced de unos cuantos que no representan al cuarenta por ciento de los mexicanos que no votaron por Sheinbaum. Los morenistas de extremo alegarán que quienes votaron en contra son conservadores y neoliberales, aunque no es ilegal ser neoliberal ni conservador: mexicanos somos todos, con los mismos derechos y las mismas obligaciones.
Convencer a todos
Me parece que la primera aportación política de la presidenta tendría que ser de acercamiento a los mexicanos que votaron por otros candidatos, para promover vías de entendimiento en beneficio del país y no solo de Morena y sus militantes, cuyo número parece haber aumentado en los últimos días. Esa tendría que ser la prioridad del nuevo gobierno y de la nueva mandataria. Unir al país. Convencer a todos en vez de vencer a cuarenta por ciento.
Ya hubo demasiado odio en demasiadas mañaneras, demasiadas declaraciones sin fundamento, demasiadas difamaciones, demasiadas amenazas claras y veladas, demasiada opacidad, demasiadas muchas cosas que terminaron por dividir a muchos en ellos los conservadores y nosotros los demócratas, y la presidenta tiene que sanar heridas, reparar agravios, aclarar cuentas de antes y después, para unir a todos los mexicanos. Y a todas las mexicanas.
Ya tendrá tiempo para pintar su raya, si es que la pinta, porque el poder no se comparte. Por mucho que el nuevo gobierno quiera seguir los pasos del que acaba de terminar, llegará el momento en que alguien decida hacer cosas diferentes de diferente manera, y las haga. Ahí se verá – de una vez y quizá para siempre – de qué lado masca la iguana.
Desde el balcón
Hace frío. Antes, el otoño era asunto de tardes tibias y luminosas. Uno salía al balcón con una chamarra ligera y una copa de malta en la mano, y se sentaba a ver las luces que anuncian la noche, y oía las conversaciones lejanas de los que pasaban por el parque de enfrente, y hallaba cierta felicidad en eso.
Eso ha cambiado. La tarde del jueves vino de la mano de un viento gélido y una luz tímida, y aunque la malta era la misma, su calor cantaba en la lengua y hacía que uno olvidara algunas cosas y pensara en otras. Uno pensó en los trescientos millones de pesos que el gobernador de Veracruz Cuitláhuac García Jiménez encontró en una oficina de la Fiscalía General del Estado y luego se esfumaron, y recordó que ya nadie supo nada de todo ese dinero.
Nadie, ni el propio gobernador, ni el secretario de Finanzas, ni nadie, ha revelado qué pasó con ese dinero. Uno alza la copa con la malta y mira la luz del anochecer – que en gallego se dice luscofusco – y brinda por los rincones de la memoria ciudadana y los rincones del olvido gubernamental. Salud.
La presidenta anunció sus cien compromisos con la nación, y ofreció un país que todos quisiéramos, aunque se refirió a la construcción de la paz en una nación donde oficialmente no hay guerra, y donde oficialmente ya casi no hay corrupción: "Es una responsabilidad de todos los poderes y eso solo se logra limpiando de corrupción y con coordinación", dijo en su compromiso noventa y dos.
Es indudable que la seguridad pública es otro de los grandes retos del nuevo gobierno, como lo fue del que acaba de terminar. Habrá que ver si siguen los abrazos y se suspenden los balazos, aunque quienes han recibido las balas en los últimos seis años, y antes, y seguramente después, son gente común y corriente – aunque haya malandros entre las víctimas de esta violencia que no cesa – y quienes merecen los abrazos son delincuentes que han matado a quién sabe cuántos miles.
Pero lo que me llamó la atención fue que la presidenta no propuso un diálogo con la oposición, ya de por sí inútil, a merced de unos cuantos que no representan al cuarenta por ciento de los mexicanos que no votaron por Sheinbaum. Los morenistas de extremo alegarán que quienes votaron en contra son conservadores y neoliberales, aunque no es ilegal ser neoliberal ni conservador: mexicanos somos todos, con los mismos derechos y las mismas obligaciones.
Convencer a todos
Me parece que la primera aportación política de la presidenta tendría que ser de acercamiento a los mexicanos que votaron por otros candidatos, para promover vías de entendimiento en beneficio del país y no solo de Morena y sus militantes, cuyo número parece haber aumentado en los últimos días. Esa tendría que ser la prioridad del nuevo gobierno y de la nueva mandataria. Unir al país. Convencer a todos en vez de vencer a cuarenta por ciento.
Ya hubo demasiado odio en demasiadas mañaneras, demasiadas declaraciones sin fundamento, demasiadas difamaciones, demasiadas amenazas claras y veladas, demasiada opacidad, demasiadas muchas cosas que terminaron por dividir a muchos en ellos los conservadores y nosotros los demócratas, y la presidenta tiene que sanar heridas, reparar agravios, aclarar cuentas de antes y después, para unir a todos los mexicanos. Y a todas las mexicanas.
Ya tendrá tiempo para pintar su raya, si es que la pinta, porque el poder no se comparte. Por mucho que el nuevo gobierno quiera seguir los pasos del que acaba de terminar, llegará el momento en que alguien decida hacer cosas diferentes de diferente manera, y las haga. Ahí se verá – de una vez y quizá para siempre – de qué lado masca la iguana.
Desde el balcón
Hace frío. Antes, el otoño era asunto de tardes tibias y luminosas. Uno salía al balcón con una chamarra ligera y una copa de malta en la mano, y se sentaba a ver las luces que anuncian la noche, y oía las conversaciones lejanas de los que pasaban por el parque de enfrente, y hallaba cierta felicidad en eso.
Eso ha cambiado. La tarde del jueves vino de la mano de un viento gélido y una luz tímida, y aunque la malta era la misma, su calor cantaba en la lengua y hacía que uno olvidara algunas cosas y pensara en otras. Uno pensó en los trescientos millones de pesos que el gobernador de Veracruz Cuitláhuac García Jiménez encontró en una oficina de la Fiscalía General del Estado y luego se esfumaron, y recordó que ya nadie supo nada de todo ese dinero.
Nadie, ni el propio gobernador, ni el secretario de Finanzas, ni nadie, ha revelado qué pasó con ese dinero. Uno alza la copa con la malta y mira la luz del anochecer – que en gallego se dice luscofusco – y brinda por los rincones de la memoria ciudadana y los rincones del olvido gubernamental. Salud.