8 de noviembre de 2016
alcalorpolitico.com
Sin dudas un problema político mayor de nuestro tiempo es lograr la conjunción de esfuerzos entre los gobiernos y los ciudadanos en cada nación. Inclusive en Estados Unidos, en donde estas relaciones no tienen el peso del poder del Estado tan marcado como en las democracias europeas. Vivimos una época de desafección por el mundo de la política. Está de moda el discurso anti sistema que enarbolan políticos, aunque se disfracen de ciudadanos, de todas las ideologías desde los extremos de izquierda y derecha con todos los matices corridos hacia el centro.
Los factores de este alejamiento de los ciudadanos, respecto del mundo de la representación y mando del Estado, son múltiples. El centro lo ocupan las críticas sobre la incapacidad gubernamental para resolver la destrucción y creación de empleos. Y le siguen las quejas por las pérdidas de derechos conquistados, relacionados con la seguridad social y los esquemas de pensiones. Se aúnan las peticiones de cuidado del medio ambiente y la salud pública deteriorada por el sistema alimentario global. En algunos países como México se añaden los terribles males de la inseguridad pública. Y pueden sumarse, en nuestro caso, la debacle educativa, tan cerca de los intereses sindicales y tan alejados de la calidad de un sistema educativo que debiera ser el cimiento de la competitividad mexicana en el ámbito transnacional.
De lado de la ciudadanía cuentan también el individualismo egoísta y el consumismo como valor cultural supremo. Las angustias de no tener empleo, el enojo por perder derechos y canonjías, la prolongación de la vida juvenil y carencias de un sistema educativo que ofrezca a todos la oportunidad de estudiar y más aún, de tener estudios de gran calidad, competitivos; y por otro lado el alargamiento de los años de tercera edad, convertidos los adorables abuelitos en carga pesada para los sistemas de pensiones.
Vivimos la desaparición constante, en algunos sectores muy rápidos, y en otros, con rezago, del capitalismo industrial, complejo de producción/distribución de riquezas que en muchos lugares y comunidades de Veracruz es todavía una aspiración. Su reemplazo por el capitalismo digital ha venido a distorsionar creencias, culturas, comportamientos, en fin, visiones del mundo que causan desconciertos, dudas, equivocaciones de gobernantes y ciudadanos. Un nuevo mundo surge impetuoso; vivimos, pues, una mutación igualmente profunda a la que experimentaron sociedades enteras que transitaron del mundo campesino, al mundo del capitalismo manufacturero y de ahí al industrial.
En este proceso lleno de inseguridades y muy pocas certezas, de emociones y muy pocas razones en el ámbito de la política será un bien inapreciable construir una buena relación, es decir, estable y basada en la confianza, entre el gobierno y la sociedad. Y tendrá que ser construida con base en las instituciones para cerrar el paso a la relación directa entre un líder y un pueblo, perversos vínculos que abren el paso a los populismos caudillistas. Este camino es lento, es en ocasiones tortuoso, porque las instituciones no son homogéneas y no todas cuentan con los mejores mecanismos para acercarse a los ciudadanos, que no al “pueblo bueno”, para caminar juntos por las sendas de avances y retrocesos, de aciertos y equivocaciones, que es el comportamiento del proceso del desarrollo. Es alentador que en Veracruz, este camino de alianzas del gobierno con la sociedad reinicie de la mano de la Universidad Veracruzana con la sociedad y que el fruto de esa relación sea un documento que contiene un inventario de informaciones, de diagnósticos de problemas que han sumido a Veracruz en un profundo desastre, un conjunto de sentimientos y deseos de superación, de sueños e ilusiones como nunca se había logrado: con el método de la planificación. ¿Quiere conocer en verdad cuál es la situación actual de Veracruz en todos los órdenes de la vida pública? Lea el Plan Veracruzano de Desarrollo 2016-2018.
El desarrollo no es un fin: es un camino, largo y sinuoso, con altibajos, que debe procurarse más virtuoso que defectuoso, una senda construida por seres humanos, con sus cualidades y virtudes, pero también con limitaciones, defectos y carencias de todo orden. Construir este camino es o debiera ser una obra colectiva. Una obra de especialistas y seres humanos con experiencia. También con mujeres y hombres con ilusiones, utopías, fantasías y anhelos, muchos anhelos y ganas de transformar para bien, su realidad, su entorno natural y social.
El Plan Veracruzano de Desarrollo 2018-2018 (declaración de interés: fungí como coordinador general de su elaboración) reúne características singulares. En medio del desastre en que nos desenvolvemos, el PVD fue concebido así desde la sociedad civil, surgió como iniciativa de Mariana Aguilar, Ricardo Gómez Leyva, Wilhem Castillo, Donato Flores Soto, Manuel Jaime Garcés Veneroso, José Luis Gabriel, Carmen Maldonado y también René Mariano Ochoa, Ángel José Fernández, Hilario Barcelata, Rafael Vela, Pedro Manterola, Benjamín Sigüenza (+), Darío Fabián Hernández, Efrén Flores, Martín Quitano, Leopoldo Alafita, Ignacio Flores, Diana Aurora Bretón, Ángel Rafael Martínez Alarcón (espero no olvidar a ninguno de los iniciadores) y fue construido con el aval de una institución pública al servicio de los veracruzanos, sin tintes partidistas: la Universidad Veracruzana salió al auxilio de la sociedad a la que sirve, para refrendarle su apoyo solidario. Desde la doctora Sara Ladrón de Guevara, rectora de la UV, hasta el más modesto trabajador de la institución pública, se comprometieron con realizar una labor titánica debido a la extensión y profundidad del documento final y el breve tiempo para realizarlo.
Los 44 volúmenes del PVD, más los respaldos digitales de todas las actividades realizadas, testimonian el esfuerzo realizado. Detrás de estos documentos existe una serie de compromisos personales y colectivos sinceros y confiables. Las tareas del diseño intelectual de la red conceptual, el trabajo intelectual de grupos de universitarios para ordenar y organizar las cerca de 2400 propuestas realizadas por ciudadanos, organizaciones y colectivos, mujeres y hombres que viven en el estado de Veracruz, para sustentar o explicar, con un respaldo contextual socioeconómico, la viabilidad de sus propuestas.
El trabajo de organizar los foros de expresión plural en plena libertad para ejercer la crítica y la proposición de soluciones. El respaldo institucional de difusión y divulgación, de publicidad e imagen corporativa, el singular trabajo de registrar todos los detalles en medios electrónicos: todas estas actividades no se vieron, pero constituyen una labor profesional, ética y de enorme entusiasmo, que fue fundamental para conseguir la realización del Plan Veracruzano de Desarrollo. A todos los científicos, intelectuales, artistas, personal técnico, administrativo, trabajadores manuales coordinados por el doctor Octavio Ochoa debemos esta obra monumental. Y por supuesto, a todos los hombres y mujeres que decidieron participar a pesar de las represiones, amenazas, incertidumbres con la definición de problemas y sus alternativas de solución. En total alrededor de 3000 veracruzanos, más que la población de miles de comunidades y de algunos municipios de la entidad.
El PVD es una obra institucional y vehículo para iniciar una nueva etapa de relaciones entre ciudadanos y gobierno. Pero es sobre todas las cosas un conjunto de agendas ciudadanas que pueden guiar esas nuevas relaciones. El PVD no es una obra maestra de eruditos: es una obra que muestra el autodominio de los ciudadanos veracruzanos sobre sus entornos social y natural. Tampoco es un programa de gobierno. La planificación democrática que definen las leyes mexicanas y que deben ser cumplidas no está sustentada en la unión de propuestas con la disponibilidad de recursos financieros, materiales, técnicos y humanos. Por ley, la planificación es una hoja de ruta, una orientación para el accionar gubernamental. Sí es, la planificación, el sustento principal para confeccionar los programas de gobierno sectoriales, los cuales, también por ley, conjuntan metas y recursos para hacerlas realidad.
Es la primera ocasión que un gobierno veracruzano iniciará sus actividades contando con un plan legalmente sancionado por nuestras leyes. Esta novedad, derivada de la manipulación de leyes para que el grupo actualmente en el poder, volviera a ganar las elecciones, debiera ser la norma en adelante, para que cada gobierno inicie sus trabajos con una clara orientación sobre los problemas más acuciantes a resolver. Con problemas definidos por ciudadanos, con soluciones solicitadas por ciudadanos, sin importar que sean ejecutadas en dos o en más años. La ruta es el desarrollo, y esa ruta debe contar con el respaldo de los ciudadanos, sin importar sus preferencias políticas.
El PVD 2016-2018 es una agenda de agendas ciudadanas. Marca un camino que se hará al andar, parafraseando a Machado. Lo hizo posible una institución pública. Su soporte son demandas de auténticos ciudadanos. Su confección tiene el respaldo intelectual de la universidad pública más importante del estado de Veracruz con aportaciones valiosas de miembros de la comunidad científica y cultural que trabajan en otros centros de excelencia (como LANIA y su directora, la doctora Cristina Loyo Varela, e integrantes de universidades privadas) y de ciudadanos independientes dueños de experiencias y conocimientos que usted, si le interesa leer el PVD, podrá constatar. Falta cumplir con todo el proceso legal para que el documento sea oficial. Será inmediatamente después que podrá difundirse ampliamente.
Los factores de este alejamiento de los ciudadanos, respecto del mundo de la representación y mando del Estado, son múltiples. El centro lo ocupan las críticas sobre la incapacidad gubernamental para resolver la destrucción y creación de empleos. Y le siguen las quejas por las pérdidas de derechos conquistados, relacionados con la seguridad social y los esquemas de pensiones. Se aúnan las peticiones de cuidado del medio ambiente y la salud pública deteriorada por el sistema alimentario global. En algunos países como México se añaden los terribles males de la inseguridad pública. Y pueden sumarse, en nuestro caso, la debacle educativa, tan cerca de los intereses sindicales y tan alejados de la calidad de un sistema educativo que debiera ser el cimiento de la competitividad mexicana en el ámbito transnacional.
De lado de la ciudadanía cuentan también el individualismo egoísta y el consumismo como valor cultural supremo. Las angustias de no tener empleo, el enojo por perder derechos y canonjías, la prolongación de la vida juvenil y carencias de un sistema educativo que ofrezca a todos la oportunidad de estudiar y más aún, de tener estudios de gran calidad, competitivos; y por otro lado el alargamiento de los años de tercera edad, convertidos los adorables abuelitos en carga pesada para los sistemas de pensiones.
Vivimos la desaparición constante, en algunos sectores muy rápidos, y en otros, con rezago, del capitalismo industrial, complejo de producción/distribución de riquezas que en muchos lugares y comunidades de Veracruz es todavía una aspiración. Su reemplazo por el capitalismo digital ha venido a distorsionar creencias, culturas, comportamientos, en fin, visiones del mundo que causan desconciertos, dudas, equivocaciones de gobernantes y ciudadanos. Un nuevo mundo surge impetuoso; vivimos, pues, una mutación igualmente profunda a la que experimentaron sociedades enteras que transitaron del mundo campesino, al mundo del capitalismo manufacturero y de ahí al industrial.
En este proceso lleno de inseguridades y muy pocas certezas, de emociones y muy pocas razones en el ámbito de la política será un bien inapreciable construir una buena relación, es decir, estable y basada en la confianza, entre el gobierno y la sociedad. Y tendrá que ser construida con base en las instituciones para cerrar el paso a la relación directa entre un líder y un pueblo, perversos vínculos que abren el paso a los populismos caudillistas. Este camino es lento, es en ocasiones tortuoso, porque las instituciones no son homogéneas y no todas cuentan con los mejores mecanismos para acercarse a los ciudadanos, que no al “pueblo bueno”, para caminar juntos por las sendas de avances y retrocesos, de aciertos y equivocaciones, que es el comportamiento del proceso del desarrollo. Es alentador que en Veracruz, este camino de alianzas del gobierno con la sociedad reinicie de la mano de la Universidad Veracruzana con la sociedad y que el fruto de esa relación sea un documento que contiene un inventario de informaciones, de diagnósticos de problemas que han sumido a Veracruz en un profundo desastre, un conjunto de sentimientos y deseos de superación, de sueños e ilusiones como nunca se había logrado: con el método de la planificación. ¿Quiere conocer en verdad cuál es la situación actual de Veracruz en todos los órdenes de la vida pública? Lea el Plan Veracruzano de Desarrollo 2016-2018.
El desarrollo no es un fin: es un camino, largo y sinuoso, con altibajos, que debe procurarse más virtuoso que defectuoso, una senda construida por seres humanos, con sus cualidades y virtudes, pero también con limitaciones, defectos y carencias de todo orden. Construir este camino es o debiera ser una obra colectiva. Una obra de especialistas y seres humanos con experiencia. También con mujeres y hombres con ilusiones, utopías, fantasías y anhelos, muchos anhelos y ganas de transformar para bien, su realidad, su entorno natural y social.
El Plan Veracruzano de Desarrollo 2018-2018 (declaración de interés: fungí como coordinador general de su elaboración) reúne características singulares. En medio del desastre en que nos desenvolvemos, el PVD fue concebido así desde la sociedad civil, surgió como iniciativa de Mariana Aguilar, Ricardo Gómez Leyva, Wilhem Castillo, Donato Flores Soto, Manuel Jaime Garcés Veneroso, José Luis Gabriel, Carmen Maldonado y también René Mariano Ochoa, Ángel José Fernández, Hilario Barcelata, Rafael Vela, Pedro Manterola, Benjamín Sigüenza (+), Darío Fabián Hernández, Efrén Flores, Martín Quitano, Leopoldo Alafita, Ignacio Flores, Diana Aurora Bretón, Ángel Rafael Martínez Alarcón (espero no olvidar a ninguno de los iniciadores) y fue construido con el aval de una institución pública al servicio de los veracruzanos, sin tintes partidistas: la Universidad Veracruzana salió al auxilio de la sociedad a la que sirve, para refrendarle su apoyo solidario. Desde la doctora Sara Ladrón de Guevara, rectora de la UV, hasta el más modesto trabajador de la institución pública, se comprometieron con realizar una labor titánica debido a la extensión y profundidad del documento final y el breve tiempo para realizarlo.
Los 44 volúmenes del PVD, más los respaldos digitales de todas las actividades realizadas, testimonian el esfuerzo realizado. Detrás de estos documentos existe una serie de compromisos personales y colectivos sinceros y confiables. Las tareas del diseño intelectual de la red conceptual, el trabajo intelectual de grupos de universitarios para ordenar y organizar las cerca de 2400 propuestas realizadas por ciudadanos, organizaciones y colectivos, mujeres y hombres que viven en el estado de Veracruz, para sustentar o explicar, con un respaldo contextual socioeconómico, la viabilidad de sus propuestas.
El trabajo de organizar los foros de expresión plural en plena libertad para ejercer la crítica y la proposición de soluciones. El respaldo institucional de difusión y divulgación, de publicidad e imagen corporativa, el singular trabajo de registrar todos los detalles en medios electrónicos: todas estas actividades no se vieron, pero constituyen una labor profesional, ética y de enorme entusiasmo, que fue fundamental para conseguir la realización del Plan Veracruzano de Desarrollo. A todos los científicos, intelectuales, artistas, personal técnico, administrativo, trabajadores manuales coordinados por el doctor Octavio Ochoa debemos esta obra monumental. Y por supuesto, a todos los hombres y mujeres que decidieron participar a pesar de las represiones, amenazas, incertidumbres con la definición de problemas y sus alternativas de solución. En total alrededor de 3000 veracruzanos, más que la población de miles de comunidades y de algunos municipios de la entidad.
El PVD es una obra institucional y vehículo para iniciar una nueva etapa de relaciones entre ciudadanos y gobierno. Pero es sobre todas las cosas un conjunto de agendas ciudadanas que pueden guiar esas nuevas relaciones. El PVD no es una obra maestra de eruditos: es una obra que muestra el autodominio de los ciudadanos veracruzanos sobre sus entornos social y natural. Tampoco es un programa de gobierno. La planificación democrática que definen las leyes mexicanas y que deben ser cumplidas no está sustentada en la unión de propuestas con la disponibilidad de recursos financieros, materiales, técnicos y humanos. Por ley, la planificación es una hoja de ruta, una orientación para el accionar gubernamental. Sí es, la planificación, el sustento principal para confeccionar los programas de gobierno sectoriales, los cuales, también por ley, conjuntan metas y recursos para hacerlas realidad.
Es la primera ocasión que un gobierno veracruzano iniciará sus actividades contando con un plan legalmente sancionado por nuestras leyes. Esta novedad, derivada de la manipulación de leyes para que el grupo actualmente en el poder, volviera a ganar las elecciones, debiera ser la norma en adelante, para que cada gobierno inicie sus trabajos con una clara orientación sobre los problemas más acuciantes a resolver. Con problemas definidos por ciudadanos, con soluciones solicitadas por ciudadanos, sin importar que sean ejecutadas en dos o en más años. La ruta es el desarrollo, y esa ruta debe contar con el respaldo de los ciudadanos, sin importar sus preferencias políticas.
El PVD 2016-2018 es una agenda de agendas ciudadanas. Marca un camino que se hará al andar, parafraseando a Machado. Lo hizo posible una institución pública. Su soporte son demandas de auténticos ciudadanos. Su confección tiene el respaldo intelectual de la universidad pública más importante del estado de Veracruz con aportaciones valiosas de miembros de la comunidad científica y cultural que trabajan en otros centros de excelencia (como LANIA y su directora, la doctora Cristina Loyo Varela, e integrantes de universidades privadas) y de ciudadanos independientes dueños de experiencias y conocimientos que usted, si le interesa leer el PVD, podrá constatar. Falta cumplir con todo el proceso legal para que el documento sea oficial. Será inmediatamente después que podrá difundirse ampliamente.