3 de noviembre de 2016
alcalorpolitico.com
Los sistemas jóvenes de Partido Único han gozado de un especial instinto de conservación. En sus procesos de construcción existen ejemplos de los cambios de rumbo y de dirigentes que ponían en peligro el poder de su dominio. Los procesos de Moscú que realizó el equipo de Nikita Krushev en la URSS, la Revolución Cultural de Mao-Tze-Tung en la República Popular China, el proceso a los hermanos Ochoa en Cuba son ejemplos de rectificaciones que desde la relación de poder totalitario fueron adoptadas por sus dirigentes para evitar el descarrilamiento de su sistema.
Y no sólo en los regímenes autoritarios. La República Francesa atravesó difíciles etapas desde los mecanismos democráticos para consolidar un sistema que otorgó, a los franceses, envidiable estabilidad. Y otro caso en este tenor es el de Italia. Por supuesto que los mecanismos han sido distintos, pero todos han contado con la visión de renovar el funcionamiento institucional de gobierno. Sin embargo, cuando las disfuncionalidades son mayores y el sistema de Partido único envejece, las famosas rectificaciones son más difíciles. La URSS desapareció, la China se convirtió al capitalismo, Cuba vive graves problemas que pueden llegar a convertirse en estallidos.
También en México su sistema hecho de autoritarismo y apariencias democráticas supo en sus años de juventud realizar rectificaciones para afianzar el poder sobre la sociedad. El híbrido socialista-colonial-capitalista reconfigurado por Lázaro Cárdenas, para enterrar el Maximato de Plutarco Elías Calles, su atemperamiento a cargo de Manuel Ávila Camacho fueron los primeros signos de que el sistema estaba por encima de los deseos e intereses de las personas. Después vinieron el desenfreno e institucionalización del meollo del sistema político mexicanos. Las balas fueron acalladas no por las razones de Estado, ni por la modernidad. La corrupción y la impunidad, que habían sido el conjunto de mecanismos mediante los cuales se silenciaron las armas, tuvieron su primer gran destello con el gobierno de Miguel Alemán Valdés.
Sus excesos en nada desmerecen a realizados por sus descendientes en la presidencia y en gobiernos de los estados de la república. El “Cachorro de la Revolución” con su inmensa fortuna, y las de sus amigos, escandalizaban a una sociedad que vivía en parte seducida por el glamour de una clase gobernante depredadora de los presupuestos públicos, con los que hacía negocios privados, pero que se disfrazaba de modernidad y de elegancia pseudo-aristocrática (destrozada la verdadera aristocracia porfirista), gracias a su imitación de las conductas estrafalarias de los millonarios estadunidenses. Miguel Alemán Valdés, sí, veracruzano, era el faro de un grupo extenso de pillos que, al amparo de su título Míster Amigo, comprado en Estados Unidos, representaba el éxito del lema “no me dé, póngame en donde hay” (dinero público).
Su nariz cayó de repente, haciendo ver su inmensidad. Uno a uno sus dientes desaparecían de su rostro. La sonrisa desapareció conforme escuchaba el discurso. Su gran mazorca fue tragada por labios cerrados con fuerza. La vivacidad de sus ojos fue teñida de desconcierto, después de incredulidad, finalmente de enojo. La seducción del rostro del “obrero de la nación”, del “amigo de los campesinos del país”, “el licenciado” por antonomasia se recogía en su sillón. Míster Relaciones Públicas, el “verdadero caballero, “el hombre” a cabalidad, según los dichos de su amante-amiga-protegida María Félix supo después del discurso de Adolfo Ruíz Cortines, sí, veracruzano, que su imperio formal concluía en medio de palabras inequívocas que señalaban la enorme corrupción del mandato que institucionalizó la esencia del régimen priista: la corrupción. Y su paisano institucionalizó la impunidad: se vale criticar, pero no demandar, se vale exhibir, pero no encarcelar, concepto estrujante de María Amparo Casar.
Desde entonces, el juego quedó establecido en el viejo sistema priista: nunca rebasar los límites imprecisos, pero rigurosos, de la corrupción/impunidad que pueda poner en riego al “sistema”. El equilibrio se guardó hasta la “docena trágica” de Echeverría-López Portillo, cuyos destrozos no pudieron ser corregidos por Miguel de la Madrid. Pero éste inventó la formalidad de la entrega/recepción con la edición de los “libros blancos” que entregó a Carlos Salinas de Gortari. Inicio cruel: De la Madrid Hurtado entregaba un país maltrecho, aunque un poco menos catastrófico que el que había recibido de parte de López Portillo. Y a pesar de la catástrofe de 1982, el “último presidente de la Revolución” como se autonombró, nunca fue llamado a cuentas.
Carlos Salinas de Gortari continuó con la herencia de corrupción/impunidad institucionalizada del gran acto de simulación encerrado en los deplorables “libros blancos”. El paradigma de la corrupción/impunidad convertida en el régimen de la “dictadura perfecta” está en la Gran Simulación de la Entrega Recepción. Gran simulación: Capitulación/Chasco. Este es el dueto de las desgracias nacionales que se repite en los estados de la república.
¿De qué sirve recibir un gobierno en ruinas, en medio de la simulación de un ejercicio de la administración pública convertida en negocio privado, que en los papeles luce impecable de limpio? ¿Para qué obligar a un nuevo gobierno a someterse al engaño, si lo que recibe es un chasco? Ninguna de las estadísticas registradas en Veracruz desde el gobierno de Miguel Alemán Velazco registra la verdadera realidad, sino la mentira, descarada y declarada como ejercicio de la pseudo política. Todo es acomodado para aparentar un ejercicio de gobierno ejemplar, inmaculado, de grandes logros. De estos años de gran simulación, poco queda registrado de lo que ha realizado de bien la sociedad veracruzana, escondido entre la ruina del lenguaje corrompido durante 18 años.
Miguel Ángel Yunes Linares ha puesto condiciones para recibir formalmente la administración pública. Punto central es que el gobierno en funciones liquide las deudas de corto plazo que mantiene con diversos actores políticos. Es, hasta el momento, la acción política más clara en todo el país para poner acotaciones a la simulación. Aclaración de intereses: formo parte como ciudadano, y a título personal, del equipo de entrega/recepción del gobernador electo.
También a título personal consigno estos puntos de vista: el asunto que conjunta violaciones de la constitucionalidad del pacto federal, la base de la organización constitucional del país, de la ley de coordinación fiscal, de la ley de contabilidad gubernamental es, desde todos los puntos de vista, una falta gravísima que debe ser puesta en evidencia, como lo señaló el equipo de entrega/recepción del gobernador electo, por medio de sus voceros, en el acto celebrado en la Secretaría de Finanzas. Ahora sabemos de la negativa de la SHCP, de su titular, José Antonio Meade, de no “rescatar Veracruz”. La irresponsabilidad (¿y complicidad?) del gobierno federal, y del PRI nacional, aparentemente beneficiados por las trapacerías de Javier Duarte, deben ser discutidas y puestas a debate. Un Veracruz ahogado por las fraudulentas deudas arrastrará al país a una indeseable crisis nacional.
Y yo agregaría que resulta éticamente imposible cohonestar un ejercicio presupuestal y de la administración pública en general, contrario a los intereses de la sociedad veracruzana, una perversión de la política, de origen fraudulento y que ha provocado daños irreparables en millones de veracruzanos. De aquí la pertinencia de apoyar esta medida del gobernador Miguel Ángel Yunes Linares. Su actitud marca un hito político en Veracruz y en el país.
No es un asunto partidista ni de simpatías personales. Es una cuestión de ruptura con la corrupción/impunidad que caracterizaron 86 años de dominio priista en Veracruz. La ciudadanía debe tener clara la profundidad de la crisis, el fracaso de gestión pública del exgobernador Javier Duarte, y también, que a su lado, dando la cara y exigiendo cuentas claras, a partir del 1 de diciembre, los veracruzanos contarán con un gobierno que enfrentará, con honestidad y sapiencia, al límite de sus capacidades, los dolorosos problemas que hereda y que significarán todavía más sacrificios de todos los que no pertenecen a los grupos depredadores del patrimonio de los veracruzanos.
Y no sólo en los regímenes autoritarios. La República Francesa atravesó difíciles etapas desde los mecanismos democráticos para consolidar un sistema que otorgó, a los franceses, envidiable estabilidad. Y otro caso en este tenor es el de Italia. Por supuesto que los mecanismos han sido distintos, pero todos han contado con la visión de renovar el funcionamiento institucional de gobierno. Sin embargo, cuando las disfuncionalidades son mayores y el sistema de Partido único envejece, las famosas rectificaciones son más difíciles. La URSS desapareció, la China se convirtió al capitalismo, Cuba vive graves problemas que pueden llegar a convertirse en estallidos.
También en México su sistema hecho de autoritarismo y apariencias democráticas supo en sus años de juventud realizar rectificaciones para afianzar el poder sobre la sociedad. El híbrido socialista-colonial-capitalista reconfigurado por Lázaro Cárdenas, para enterrar el Maximato de Plutarco Elías Calles, su atemperamiento a cargo de Manuel Ávila Camacho fueron los primeros signos de que el sistema estaba por encima de los deseos e intereses de las personas. Después vinieron el desenfreno e institucionalización del meollo del sistema político mexicanos. Las balas fueron acalladas no por las razones de Estado, ni por la modernidad. La corrupción y la impunidad, que habían sido el conjunto de mecanismos mediante los cuales se silenciaron las armas, tuvieron su primer gran destello con el gobierno de Miguel Alemán Valdés.
Sus excesos en nada desmerecen a realizados por sus descendientes en la presidencia y en gobiernos de los estados de la república. El “Cachorro de la Revolución” con su inmensa fortuna, y las de sus amigos, escandalizaban a una sociedad que vivía en parte seducida por el glamour de una clase gobernante depredadora de los presupuestos públicos, con los que hacía negocios privados, pero que se disfrazaba de modernidad y de elegancia pseudo-aristocrática (destrozada la verdadera aristocracia porfirista), gracias a su imitación de las conductas estrafalarias de los millonarios estadunidenses. Miguel Alemán Valdés, sí, veracruzano, era el faro de un grupo extenso de pillos que, al amparo de su título Míster Amigo, comprado en Estados Unidos, representaba el éxito del lema “no me dé, póngame en donde hay” (dinero público).
Su nariz cayó de repente, haciendo ver su inmensidad. Uno a uno sus dientes desaparecían de su rostro. La sonrisa desapareció conforme escuchaba el discurso. Su gran mazorca fue tragada por labios cerrados con fuerza. La vivacidad de sus ojos fue teñida de desconcierto, después de incredulidad, finalmente de enojo. La seducción del rostro del “obrero de la nación”, del “amigo de los campesinos del país”, “el licenciado” por antonomasia se recogía en su sillón. Míster Relaciones Públicas, el “verdadero caballero, “el hombre” a cabalidad, según los dichos de su amante-amiga-protegida María Félix supo después del discurso de Adolfo Ruíz Cortines, sí, veracruzano, que su imperio formal concluía en medio de palabras inequívocas que señalaban la enorme corrupción del mandato que institucionalizó la esencia del régimen priista: la corrupción. Y su paisano institucionalizó la impunidad: se vale criticar, pero no demandar, se vale exhibir, pero no encarcelar, concepto estrujante de María Amparo Casar.
Desde entonces, el juego quedó establecido en el viejo sistema priista: nunca rebasar los límites imprecisos, pero rigurosos, de la corrupción/impunidad que pueda poner en riego al “sistema”. El equilibrio se guardó hasta la “docena trágica” de Echeverría-López Portillo, cuyos destrozos no pudieron ser corregidos por Miguel de la Madrid. Pero éste inventó la formalidad de la entrega/recepción con la edición de los “libros blancos” que entregó a Carlos Salinas de Gortari. Inicio cruel: De la Madrid Hurtado entregaba un país maltrecho, aunque un poco menos catastrófico que el que había recibido de parte de López Portillo. Y a pesar de la catástrofe de 1982, el “último presidente de la Revolución” como se autonombró, nunca fue llamado a cuentas.
Carlos Salinas de Gortari continuó con la herencia de corrupción/impunidad institucionalizada del gran acto de simulación encerrado en los deplorables “libros blancos”. El paradigma de la corrupción/impunidad convertida en el régimen de la “dictadura perfecta” está en la Gran Simulación de la Entrega Recepción. Gran simulación: Capitulación/Chasco. Este es el dueto de las desgracias nacionales que se repite en los estados de la república.
¿De qué sirve recibir un gobierno en ruinas, en medio de la simulación de un ejercicio de la administración pública convertida en negocio privado, que en los papeles luce impecable de limpio? ¿Para qué obligar a un nuevo gobierno a someterse al engaño, si lo que recibe es un chasco? Ninguna de las estadísticas registradas en Veracruz desde el gobierno de Miguel Alemán Velazco registra la verdadera realidad, sino la mentira, descarada y declarada como ejercicio de la pseudo política. Todo es acomodado para aparentar un ejercicio de gobierno ejemplar, inmaculado, de grandes logros. De estos años de gran simulación, poco queda registrado de lo que ha realizado de bien la sociedad veracruzana, escondido entre la ruina del lenguaje corrompido durante 18 años.
Miguel Ángel Yunes Linares ha puesto condiciones para recibir formalmente la administración pública. Punto central es que el gobierno en funciones liquide las deudas de corto plazo que mantiene con diversos actores políticos. Es, hasta el momento, la acción política más clara en todo el país para poner acotaciones a la simulación. Aclaración de intereses: formo parte como ciudadano, y a título personal, del equipo de entrega/recepción del gobernador electo.
También a título personal consigno estos puntos de vista: el asunto que conjunta violaciones de la constitucionalidad del pacto federal, la base de la organización constitucional del país, de la ley de coordinación fiscal, de la ley de contabilidad gubernamental es, desde todos los puntos de vista, una falta gravísima que debe ser puesta en evidencia, como lo señaló el equipo de entrega/recepción del gobernador electo, por medio de sus voceros, en el acto celebrado en la Secretaría de Finanzas. Ahora sabemos de la negativa de la SHCP, de su titular, José Antonio Meade, de no “rescatar Veracruz”. La irresponsabilidad (¿y complicidad?) del gobierno federal, y del PRI nacional, aparentemente beneficiados por las trapacerías de Javier Duarte, deben ser discutidas y puestas a debate. Un Veracruz ahogado por las fraudulentas deudas arrastrará al país a una indeseable crisis nacional.
Y yo agregaría que resulta éticamente imposible cohonestar un ejercicio presupuestal y de la administración pública en general, contrario a los intereses de la sociedad veracruzana, una perversión de la política, de origen fraudulento y que ha provocado daños irreparables en millones de veracruzanos. De aquí la pertinencia de apoyar esta medida del gobernador Miguel Ángel Yunes Linares. Su actitud marca un hito político en Veracruz y en el país.
No es un asunto partidista ni de simpatías personales. Es una cuestión de ruptura con la corrupción/impunidad que caracterizaron 86 años de dominio priista en Veracruz. La ciudadanía debe tener clara la profundidad de la crisis, el fracaso de gestión pública del exgobernador Javier Duarte, y también, que a su lado, dando la cara y exigiendo cuentas claras, a partir del 1 de diciembre, los veracruzanos contarán con un gobierno que enfrentará, con honestidad y sapiencia, al límite de sus capacidades, los dolorosos problemas que hereda y que significarán todavía más sacrificios de todos los que no pertenecen a los grupos depredadores del patrimonio de los veracruzanos.