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Columnas y artículos de opinión
Diario de un reportero
Seis años y ciento sesenta y tantos días después
Miguel Molina
20 de marzo de 2025
alcalorpolitico.com
Seis años y ciento sesenta y tantos días después, el gobierno de México decidió hacer algo por los desaparecidos, aunque no creo que haya verdadera preocupación por las víctimas ni solidaridad con sus familiares, sino temor al costo político de no hacer nada.

Baste recordar que el expresidente López Obrador se negó a recibir a las madres buscadoras, a quienes tachaba de politiqueras y grillas, mientras se refería a los capos del narcotráfico como señor: señor Guzmán, señor Zambada, y así, con todo el respeto del mundo. Durante su gobierno desaparecieron más de cincuenta mil personas, por no hablar de los casi doscientos mil muertos que hubo en el primer sexenio de la cuarta transformación.

Cincuenta mil desaparecidos, y López Obrador no hizo nada. Durante lo que va del presente gobierno han desaparecido unas siete mil personas, casi dos por hora. Pero el hallazgo de los restos (osamentas, zapatos, ropa, maletas, mochilas, listas de apodos, estructuras que habrían servido para incinerar cuerpos) en el rancho Izaguirre de Teuchitlán hizo que los políticos – y las políticas – despertaran de su marasmo, que duró unos quince años.


Y por fin, la indignación y los reclamos dieron fruto. La presidenta emitió decretos y envió iniciativas de ley para reforzar los trabajos de investigación y registro de víctimas de desapariciones forzadas, aunque la Comisión Nacional de Búsqueda sufrió este año un recorte de más de cuarenta y cinco millones de pesos, y se redujo el número de empleados de la Red Nacional de Personas Buscadoras.

Quién sabe qué va a pasar. Lo que será difícil de olvidar es la reacción de Sheinbaum, quien en vez de indignarse y tomar medidas urgentes e inmediatas, pidió que dejen en paz a López Obrador, el mandatario que prefirió ignorar a los desaparecidos y a sus familias, y no lo culpen por lo que no hizo; y la declaración del senador Gerardo Fernández Noroña, quien señaló que el hecho de que hubieran encontrado doscientos pares de zapatos en Teuchitlán no significa que sean de personas desaparecidas. El morenista aseguró que las denuncias que se han presentado son solamente presunciones, y acusó a los medios y a la oposición de "montarse en la tragedia".

Al parecer, el humanismo mexicano está vivo, y quienes tienen el poder son un ejemplo. Esos son los que mandan.


Los abajo firmantes

Uno lee que los aspirantes de Morena a las alcaldías y otros puestos municipales tenían que inscribirse para tomar parte en las encuestas de su partido y convertirse, eventualmente, en promotores de la cuarta transformación. Hasta ahí todo iba bien. Pero no. Para comenzar, no se sabe cuándo ni dónde se hicieron las encuestas, ni quién las hizo ni a cuántas personas encuestaron. Se sabe que quienes querían convertirse en Promotores de la Transformación (sic) fueron convocados a una reunión para darles a conocer los resultados de dichas encuestas.

Fueron todos, aunque no todos los que fueron se habían registrado. Y los que se habían registrado tuvieron que firmar un documento – cuyo contenido no les permitieron leer – en el que al parecer los abajo firmantes aceptaban los resultados del proceso morenista y renunciaban a cualquier aspiración que no les haya satisfecho su partido.


Hubo sorpresas, aunque ya pocas cosas sorprenden en estos tiempos, en que los que quienes no son como los de antes hacen lo mismo que los de antes aunque de otro modo. El mismo infierno con diferente diablo, diría el clásico.

Desde el balcón

Uno sale otra vez a la resolana que no logra entibiar la brisa helada, y mira los árboles, mira las montañas, mira la copa con la malta que se agita en la tarde, y piensa en la cuarta transformación, cuyo gobierno en Veracruz no ha querido pagar los salarios caídos y las compensaciones que desde hace diecisiete años, casi tres sexenios, le debe la secretaría de Educación a don Justino Reyes, quien tal vez sea un fifí neoliberal en el libro morenista.


Veinte años

Y cuando el sol se pone – luscofusco, dicen los gallegos – uno alza la copa y toma un sorbo largo de malta a la salud de alcalorpolítico, que el domingo cumplió veinte años de contar la historia de lo inmediato y de recordar a quienes están en el poder que lo que tienen es prestado. Larga vida a este medio, y un abrazo virtual a quienes lo hacen posible. No se ven cosas así todos los días. Salud.