20 de mayo de 2016
alcalorpolitico.com
Hace una semana en este mismo espacio, les compartía sobre los recientes hallazgos que, si bien caen en el área de la biología sintética, han sido hechos por un grupo de investigadores en química, que vienen a aportar datos sobre esa pregunta fundamental de cómo inició la vida en la Tierra. (1)
En los estudios sobre los que escribía entonces y en muchos otros, que buscan encontrar en qué condiciones ocurrieron las reacciones químicas que generaron las primeras biomoléculas del mundo, se toman en cuenta las condiciones iniciales del planeta, que se sabe eran diferentes a las actuales, pero que contenían algo que sigue siendo común para nosotros: el agua.
Los seres humanos, por supuesto a diario necesitamos beber agua, pero además la usamos con muchos otros fines diversos: para asearnos y limpiar nuestras casas, para preparar nuestros alimentos, para producir energía –como ocurre en las plantas hidroeléctricas-, y hasta para ejercitarnos, nadando en ella, o para divertirnos. Incluso el agua es desde hace mucho, parte de las tradiciones de muchas culturas y de rituales de las más diversas religiones del mundo. (2)
Nuestra estrecha relación con el agua debe haber comenzado en el momento en que nuestros antepasados fueron conscientes de que les era indispensable para sobrevivir: como todos los seres vivos del planeta somos en buena parte agua, gracias a ella, los procesos vitales en nuestros organismos son posibles.
En conjunto el agua es sin duda muy especial, pero eso también tiene que ver con cada una de las moléculas que la constituyen, pequeñas moléculas compuestas solo de tres átomos: dos de hidrógeno enlazados a uno de oxígeno, muy simples comparadas con otras que son fundamentales para la vida -como las proteínas, constituidas por complejos arreglos de decenas de átomos o los ácidos nucleicos -a los que me refería la semana pasada-, que tienen miles de átomos.
¿Entonces cómo es que esta pequeña y sencilla molécula hace la diferencia sobre la vida?
La respuesta tiene que ver con la forma en la que las moléculas de agua se asocian: en el ambiente no existen moléculas aisladas, sino conjuntos de ellas: las nubes hechas diminutas gotitas de agua contienen cientos de miles de millones de moléculas de agua, incluso cada una de esas gotitas contiene en sí mismas millones de moléculas, las cuales interactúan entre sí.
En cada molécula de agua el átomo de oxígeno tiene, por así decirlo dos brazos con los que les da la mano a cada uno de los átomos de hidrógeno, los cuales por su parte tienen cada uno, un solo brazo. Pero resulta que el oxígeno, tiene un par de manos extra que usa para tratar de alcanzar a los átomos de hidrógeno de moléculas vecinas. Pero como esos hidrógenos no tienen manos extra para regresarle el apretón de manos al oxígeno, la interacción no es propiamente un enlace químico y se denomina puente de hidrógeno.
A través de estos puentes de hidrógeno, gracias a la cantidad de “brazos” de los oxígenos, cada molécula de agua puede interactuar hasta con otras cuatro vecinas, lo que resulta en que entre todas se forme una red, la cual tiene mucho que ver en ciertos características especiales del agua, como que por ejemplo el conjunto de muchas moléculas de agua pueda sirva como reguladora de la temperatura, tanto del planeta, como de nuestros propios cuerpos.
El agua es capaz de absorber una gran cantidad de calor mientras su temperatura solo aumenta ligeramente, pues parte del calor suministrado primero se utiliza en romper los puentes de hidrógeno, que aunque son interacciones débiles, mantienen a las moléculas unidas en la red y lo que queda de calor es lo que realmente calienta el agua.
Así que los cuerpos grandes de agua, como lagos, océanos y ríos, no sólo nos cubren muchas de nuestras necesidades vitales sino que también contribuyen a regular la temperatura del ambiente.
La cantidad de agua que existe en el planeta es más o menos la misma desde hace unos 4000 millones de años y es muy limitada la que realmente podemos consumir los seres vivos, y aunque va y viene del cielo a la tierra y de un lado a otro, de manera cíclica, debemos dejar de pensar en ella como un recurso inagotable, quizá la cantidad de agua con la que contemos no cambie, pero si no nos preocupamos todos por hacer algo, su calidad seguro va a cambiar.
Podemos pensar que por ejemplo la labor de los cuerpos de agua como “termostatos” se mantendría igual, sin importar si está contaminada, lo que nos debe preocupar es que así ya no lo podemos usar para beber y vivir.
Así que esta tarde cuando llueva quizá puedan sacar una cubeta de su casa y juntar un poco de agua, no para tomársela, pero sí para usarla en el baño o para trapear. Si quieren más datos del uso del agua en su comunidad, o consejos útiles pueden visitar el Centro Virtual de Información del Agua: http://agua.org.mx/
Comentarios, preguntas y sugerencias en [email protected] o en twitter a @paux_gr
(1) Los caminos de la vida, Café Científico, Al Calor Político http://www.alcalorpolitico.com/informacion/columnas.php?idcolumna=10999&c=83
(2) Agua religiones y creencias, Día Mundial del Agua 2006, UNESCO http://webworld.unesco.org/water/wwd2006/world_views/water_religions_beliefs_es.shtml
En los estudios sobre los que escribía entonces y en muchos otros, que buscan encontrar en qué condiciones ocurrieron las reacciones químicas que generaron las primeras biomoléculas del mundo, se toman en cuenta las condiciones iniciales del planeta, que se sabe eran diferentes a las actuales, pero que contenían algo que sigue siendo común para nosotros: el agua.
Los seres humanos, por supuesto a diario necesitamos beber agua, pero además la usamos con muchos otros fines diversos: para asearnos y limpiar nuestras casas, para preparar nuestros alimentos, para producir energía –como ocurre en las plantas hidroeléctricas-, y hasta para ejercitarnos, nadando en ella, o para divertirnos. Incluso el agua es desde hace mucho, parte de las tradiciones de muchas culturas y de rituales de las más diversas religiones del mundo. (2)
Nuestra estrecha relación con el agua debe haber comenzado en el momento en que nuestros antepasados fueron conscientes de que les era indispensable para sobrevivir: como todos los seres vivos del planeta somos en buena parte agua, gracias a ella, los procesos vitales en nuestros organismos son posibles.
En conjunto el agua es sin duda muy especial, pero eso también tiene que ver con cada una de las moléculas que la constituyen, pequeñas moléculas compuestas solo de tres átomos: dos de hidrógeno enlazados a uno de oxígeno, muy simples comparadas con otras que son fundamentales para la vida -como las proteínas, constituidas por complejos arreglos de decenas de átomos o los ácidos nucleicos -a los que me refería la semana pasada-, que tienen miles de átomos.
¿Entonces cómo es que esta pequeña y sencilla molécula hace la diferencia sobre la vida?
La respuesta tiene que ver con la forma en la que las moléculas de agua se asocian: en el ambiente no existen moléculas aisladas, sino conjuntos de ellas: las nubes hechas diminutas gotitas de agua contienen cientos de miles de millones de moléculas de agua, incluso cada una de esas gotitas contiene en sí mismas millones de moléculas, las cuales interactúan entre sí.
En cada molécula de agua el átomo de oxígeno tiene, por así decirlo dos brazos con los que les da la mano a cada uno de los átomos de hidrógeno, los cuales por su parte tienen cada uno, un solo brazo. Pero resulta que el oxígeno, tiene un par de manos extra que usa para tratar de alcanzar a los átomos de hidrógeno de moléculas vecinas. Pero como esos hidrógenos no tienen manos extra para regresarle el apretón de manos al oxígeno, la interacción no es propiamente un enlace químico y se denomina puente de hidrógeno.
A través de estos puentes de hidrógeno, gracias a la cantidad de “brazos” de los oxígenos, cada molécula de agua puede interactuar hasta con otras cuatro vecinas, lo que resulta en que entre todas se forme una red, la cual tiene mucho que ver en ciertos características especiales del agua, como que por ejemplo el conjunto de muchas moléculas de agua pueda sirva como reguladora de la temperatura, tanto del planeta, como de nuestros propios cuerpos.
El agua es capaz de absorber una gran cantidad de calor mientras su temperatura solo aumenta ligeramente, pues parte del calor suministrado primero se utiliza en romper los puentes de hidrógeno, que aunque son interacciones débiles, mantienen a las moléculas unidas en la red y lo que queda de calor es lo que realmente calienta el agua.
Así que los cuerpos grandes de agua, como lagos, océanos y ríos, no sólo nos cubren muchas de nuestras necesidades vitales sino que también contribuyen a regular la temperatura del ambiente.
La cantidad de agua que existe en el planeta es más o menos la misma desde hace unos 4000 millones de años y es muy limitada la que realmente podemos consumir los seres vivos, y aunque va y viene del cielo a la tierra y de un lado a otro, de manera cíclica, debemos dejar de pensar en ella como un recurso inagotable, quizá la cantidad de agua con la que contemos no cambie, pero si no nos preocupamos todos por hacer algo, su calidad seguro va a cambiar.
Podemos pensar que por ejemplo la labor de los cuerpos de agua como “termostatos” se mantendría igual, sin importar si está contaminada, lo que nos debe preocupar es que así ya no lo podemos usar para beber y vivir.
Así que esta tarde cuando llueva quizá puedan sacar una cubeta de su casa y juntar un poco de agua, no para tomársela, pero sí para usarla en el baño o para trapear. Si quieren más datos del uso del agua en su comunidad, o consejos útiles pueden visitar el Centro Virtual de Información del Agua: http://agua.org.mx/
Comentarios, preguntas y sugerencias en [email protected] o en twitter a @paux_gr
(1) Los caminos de la vida, Café Científico, Al Calor Político http://www.alcalorpolitico.com/informacion/columnas.php?idcolumna=10999&c=83
(2) Agua religiones y creencias, Día Mundial del Agua 2006, UNESCO http://webworld.unesco.org/water/wwd2006/world_views/water_religions_beliefs_es.shtml