10 de enero de 2015
alcalorpolitico.com
En el año de 1969, acompañé al señor Francisco Lanz Duret a un diálogo con el político tabasqueño Carlos Alberto Madrazo Becerra. La reunión tuvo lugar en el hotel del Prado que se ubicaba frente a la Alameda Central, en la avenida Juárez; estuvimos intercambiando puntos de vista sumamente interesantes.
Observé con toda precisión que nos agradaba mantener discretamente las conversaciones; ésta terminó con la oportunidad de anotar lo que dio origen a una entrevista que, por cierto, tengo en mi poder. Días después, en un accidente aéreo fallece Madrazo, muerte sentida en todo el país porque fue un político inquieto que destacaba como ideólogo; usaba su tono oratorio y utilizaba la gesticulación y la mímica para expresar sus puntos de vista.
Cuando el pueblo de México se da cuenta de que en el mes de junio de 1969 ya nadie quería editar la entrevista que se le había hecho, solicité una audiencia a Julio Scherer García, quien trabajaba como director del periódico Excélsior; cuando me recibió le dije: “Vengo a verlo porque soy el único que posee una entrevista del tabasqueño Carlos Alberto Madrazo Becerra y le quiero sugerir que la publique en el medio que dirige con sensibilidad”.
El reconocido periodista me expresó con agrado: “Voy a editar el trabajo que has realizado y te quiero pedir que me entregues el original y la fotografía que posees de Madrazo”. Le expliqué que habíamos concurrido al hotel del Prado no con intención propagandística, sino fuimos a platicar con un político atractivo que había renunciado al Comité Ejecutivo Nacional del PRI, porque, obviamente, el señor Presidente de la República, Gustavo Díaz Ordaz, no aceptaba tanta vivacidad de un dirigente que deseaba la democracia dentro de su partido. Al enterarse de mis expresiones, Scherer me dijo: “Fíjate que no puedo editar tu labor porque es fundamental que apareciera la fotografía con el tabasqueño y no la tienes”. Le expresé que estaba totalmente de acuerdo con él y desde entonces conservo la entrevista que me ofreciera don Carlos, pero no he querido darla a conocer porque no soy partidario de faltas a las normas básicas de la cultura.
Deseo evocar que don Julio Scherer García, quien falleció la madrugada del 7 de este enero, siempre fue un hombre serio, periodista inteligente que trabajó ocho años en Excélsior y la verdad era un medio muy prestigiado, se vendía profusamente entre los mexicanos para conocer los puntos de vista críticos de un hombre que no tan sólo divulgaba un conjunto de noticas, sino firmes ideas sobre su origen y las enviaban al medio nacional. Recuerdo al maestro, quien después fundó la revista a la que impuso el nombre de Proceso y que se edita desde hace treinta y ocho años con enorme libertad y, además, es dueña de criterios propios para analizar los problemas nacionales e internacionales.
Esta semana recordé el interesante camino del periodista que dictaba cátedra no tan sólo con sus concepciones y se dio a conocer también a través de los libros que editó como Siqueiros: La piel y la entraña (1965), Los Presidentes (1986), La Pareja (2005), Vivir (2012) y otros. Se debe tener presente que Scherer enfrentó al gobierno y era acompañado por un grupo de periodistas como Granados Chapa y Francisco Ortiz Pinchetti, entre otros, quienes lo apoyaban para difundir lo que estaba sucediendo en el país y ahora, con su partida, muchos intelectuales piensan que el trabajo profesional de Scherer fue muy distinguido y al dejar el periódico Excélsior allá por el mes de noviembre de 1976, se dedicó a trabajar con denuedo.
Fue la revista Proceso la que logró dar a Julio Scherer García gran importancia, porque siempre sobresalió dado que vivía, disfrutaba y escribía extraordinariamente bien sus comentarios sobre temas importantes. Eso de “no estar de acuerdo con nada” fue una de las materias de Julio Scherer, quien deja una familia muy amplia y una lección espléndida en materia de decir la verdad para el pueblo de México.
Lo conocí personalmente y siempre lo recordé como un ser honesto e inteligente.
[email protected]
Observé con toda precisión que nos agradaba mantener discretamente las conversaciones; ésta terminó con la oportunidad de anotar lo que dio origen a una entrevista que, por cierto, tengo en mi poder. Días después, en un accidente aéreo fallece Madrazo, muerte sentida en todo el país porque fue un político inquieto que destacaba como ideólogo; usaba su tono oratorio y utilizaba la gesticulación y la mímica para expresar sus puntos de vista.
Cuando el pueblo de México se da cuenta de que en el mes de junio de 1969 ya nadie quería editar la entrevista que se le había hecho, solicité una audiencia a Julio Scherer García, quien trabajaba como director del periódico Excélsior; cuando me recibió le dije: “Vengo a verlo porque soy el único que posee una entrevista del tabasqueño Carlos Alberto Madrazo Becerra y le quiero sugerir que la publique en el medio que dirige con sensibilidad”.
El reconocido periodista me expresó con agrado: “Voy a editar el trabajo que has realizado y te quiero pedir que me entregues el original y la fotografía que posees de Madrazo”. Le expliqué que habíamos concurrido al hotel del Prado no con intención propagandística, sino fuimos a platicar con un político atractivo que había renunciado al Comité Ejecutivo Nacional del PRI, porque, obviamente, el señor Presidente de la República, Gustavo Díaz Ordaz, no aceptaba tanta vivacidad de un dirigente que deseaba la democracia dentro de su partido. Al enterarse de mis expresiones, Scherer me dijo: “Fíjate que no puedo editar tu labor porque es fundamental que apareciera la fotografía con el tabasqueño y no la tienes”. Le expresé que estaba totalmente de acuerdo con él y desde entonces conservo la entrevista que me ofreciera don Carlos, pero no he querido darla a conocer porque no soy partidario de faltas a las normas básicas de la cultura.
Deseo evocar que don Julio Scherer García, quien falleció la madrugada del 7 de este enero, siempre fue un hombre serio, periodista inteligente que trabajó ocho años en Excélsior y la verdad era un medio muy prestigiado, se vendía profusamente entre los mexicanos para conocer los puntos de vista críticos de un hombre que no tan sólo divulgaba un conjunto de noticas, sino firmes ideas sobre su origen y las enviaban al medio nacional. Recuerdo al maestro, quien después fundó la revista a la que impuso el nombre de Proceso y que se edita desde hace treinta y ocho años con enorme libertad y, además, es dueña de criterios propios para analizar los problemas nacionales e internacionales.
Esta semana recordé el interesante camino del periodista que dictaba cátedra no tan sólo con sus concepciones y se dio a conocer también a través de los libros que editó como Siqueiros: La piel y la entraña (1965), Los Presidentes (1986), La Pareja (2005), Vivir (2012) y otros. Se debe tener presente que Scherer enfrentó al gobierno y era acompañado por un grupo de periodistas como Granados Chapa y Francisco Ortiz Pinchetti, entre otros, quienes lo apoyaban para difundir lo que estaba sucediendo en el país y ahora, con su partida, muchos intelectuales piensan que el trabajo profesional de Scherer fue muy distinguido y al dejar el periódico Excélsior allá por el mes de noviembre de 1976, se dedicó a trabajar con denuedo.
Fue la revista Proceso la que logró dar a Julio Scherer García gran importancia, porque siempre sobresalió dado que vivía, disfrutaba y escribía extraordinariamente bien sus comentarios sobre temas importantes. Eso de “no estar de acuerdo con nada” fue una de las materias de Julio Scherer, quien deja una familia muy amplia y una lección espléndida en materia de decir la verdad para el pueblo de México.
Lo conocí personalmente y siempre lo recordé como un ser honesto e inteligente.
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