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Columnas y artículos de opinión
Julio Patiño Rodríguez
Guillermo H. Zúñiga Martínez
6 de diciembre de 2014
alcalorpolitico.com
Cuando tuve necesidad de irme a la ciudad de México, se lo confié a mi hermano Rafael, el destacado periodista xalapeño, y le consulté si eso era conveniente. Me dijo: “Estoy de acuerdo en que concurras al periódico El Universal; debes estudiar muy bien sus características y, una vez que tengas responsabilidades importantes, te sugiero vayas a la Secretaría de Gobernación, porque allí labora un hombre muy culto al que respeto y estimo, que fue mi compañero de escuela en la preparatoria, su nombre es Julio Patiño Rodríguez”.
 
Un día que tenía disponible, le solicité al Lic. Enrique Soto Izquierdo, Director del INJUVE, anuencia para ir a saludar al Director del Jurídico de Gobernación, me hizo saber que no había problema, que procediera. Tuve el privilegio de estrechar por primera vez la mano de abogado tan prestigiado como era don Julio, y le expresé: “Licenciado, vengo en nombre de mi hermano Rafael, que fue su compañero en la escuela preparatoria, me recomendó que viniera a decirle que laboro en el Distrito Federal y consultara con usted si le pudiera ser útil”.
 
Me acuerdo muy bien que el Lic. Patiño manifestó: “Qué bueno que me haces recordar a tu hermano, porque lo estimo mucho; dile que tendrás ocupaciones muy preclaras a mi lado, así es que, desde ahora, ese escritorio que está vacío a la entrada de esta oficina y cuenta con una silla, te pido los utilices en tus ratos de ocio”. Obviamente le manifesté: “Agradezco sus conceptos; así procederé y los ocuparé para que, en períodos que tenga libres, esté a sus órdenes”.
 

Cuando le enviaron un documento de la Secretaría de Gobernación con el fin de que redactara la fundamentación de la Ley sobre la Música Popular en México, me llamó a su oficina para instruirme: “Te pido escribas tres cuartillas sobre este tema, para proponerlas como Exposición de Motivos”. Me puse a trazar el texto solicitado y al terminarlo, le entregué el trabajo. Me gusta expresar que le pareció bien. Se hizo ley y desde entonces al Lic. Patiño le agradaba que, con su orientación técnica, escribiera sobre proyectos que se daban en esa dependencia, a grado tal que un día me llamó y me dijo: “Quiero que labores de tiempo completo en esta Dirección”.
 
Al terminar el Lic. Rafael Murillo Vidal su Cuarto Informe de Gobierno, al que fue invitado, don Julio Patiño me expuso: “Para que conversemos sobre lo que vas a hacer a mi lado, te voy a pedir viajes conmigo a la ciudad de México”. Así lo hice, renuncié al INJUVE y me incorporé de lleno a las órdenes de tan prestigiado y brillante profesional del derecho. Lo nombraron Director Jurídico de la Secretaría de la Presidencia de la República y ocupó un área en el cuarto piso de Palacio Nacional. En esa oficina, me designó abogado, porque ya había culminado mi carrera en la UNAM.
 
A principios del año 1974, participaron siete aspirantes al Gobierno del Estado de Veracruz y entre ellos figuraba notablemente don Julio Patiño Rodríguez, pero quien resultó seleccionado fue Don Rafael Hernández Ochoa. Cuando el hombre de Santa Gertrudis rindió su protesta en Xalapa, invitó a su rancho, denominado Boca de Loma, a dos personajes: Julio Patiño Rodríguez y Mario Vargas Saldaña; en esa convivencia les dijo que deseaba le recomendaran a un joven. Don Julio Patiño Rodríguez le comunicó que con él trabajaba un xalapeño, se trataba de quien esto escribe, y el candidato le solicitó: “Me lo manda usted mañana a mi casa en México”.
 

 Cuando me presenté a trabajar puntualmente en Palacio Nacional, me indicó algo muy sencillo: “Hablé con Don Rafael y te ordeno que te presentes en su casa, porque te va a nombrar su colaborador”. Y así fue la historia.
 
Ruego al Creador otorgue el descanso eterno a tan distinguido jurista, así como resignación a su apreciada y digna familia, porque el pasado 3 de diciembre, don Julio partió hacia ese mundo de luz y de amor.
 
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