4 de diciembre de 2024
alcalorpolitico.com
Las aduanas mexicanas parecen grandes coladeras, por ahí entra y sale todo tipo de mercancía ilegal y en ese trasiego están involucrados no solo criminales sino funcionarios, militares y empresarios.
El negocio es muy grande, complejo, generador de una gran corrupción y peligroso. Por eso, en su momento, el ahora secretario de Gobierno, Ricardo Ahued, le renunció a López Obrador al poco tiempo de que lo nombrara director general de Aduanas. Los funcionarios que están en esa área o le entran al negocio o empiezan a recibir amenazas y de ahí a que las cumplan solo hay un pequeño paso.
Veracruz no escapa a esta problemática. El puerto jarocho es uno de los que más actividad registra en el país y ni modo que sólo salga y entre por ahí pura mercancía legal, siendo que es una puerta importante y el país está inundado de todo tipo de productos que no cumplen con los requisitos para ser comercializados en México, ya ni se diga de combustibles robados y drogas que van al extranjero.
Por eso, estar en las aduanas como funcionario es peligroso. Ahí está el caso de Francisco Serrano Aramoni, quien en junio de 2009 fue secuestrado al salir de las instalaciones de la Aduana Marítima de Veracruz, donde era el administrador.
La versión que corrió fue en sentido de que, en el puente Morelos, lo detuvieron agentes de Tránsito que operaban para el crimen organizado, en ese caso para los llamados zetas, que gobernaban a sangre y fuego gran parte del territorio veracruzano.
De Serrano Aramoni nunca más se supo algo. Lo desaparecieron los zetas y eso fue tomado como una afrenta por el entonces presidente Felipe Calderón, de quien se supo era amigo del administrador de la Aduana. La respuesta fue desatar una cacería en contra de los zetas en Veracruz, hasta que Calderón consideró vengado el asesinato del funcionario federal.
Pero en el país otros servidores públicos ligados a las aduanas han sido asesinados, como los que para su mala suerte han sido asignados en Manzanillo, Colima, un puerto clave para la entrada y salida de droga. Por eso ahora, que ha empezado supuestamente una batida en contra de mercancía china ilegal, tras los amagos y amenazas de aplicar altísimos aranceles por parte del presidente electo de EU, Donald Trump, lo primero que tendría que hacerse es blindar los puertos y sus aduanas, pero seguramente empezaron por decomisar mercancía porque es lo relativamente más fácil. Saben en dónde se comercializan los productos y sólo hay que organizar bien el operativo para que no haya resistencia.
Pero meterse directamente a las aduanas es más complejo, para empezar quienes harían el trabajo de detección de mercancía ilegal y el decomiso correspondiente serían los mismos -al menos integrantes de la misma institución- que hasta ahora no han podido o no han querido contener el alud de productos y drogas que entran o salen por esos puntos.
¿Ahora sí se actuará con decisión? En un tiempo lo sabremos, bastará ver cómo están de mercancía china y de otros países asiáticos las plazas y tianguis e incluso tiendas bien establecidas.
El negocio es muy grande, complejo, generador de una gran corrupción y peligroso. Por eso, en su momento, el ahora secretario de Gobierno, Ricardo Ahued, le renunció a López Obrador al poco tiempo de que lo nombrara director general de Aduanas. Los funcionarios que están en esa área o le entran al negocio o empiezan a recibir amenazas y de ahí a que las cumplan solo hay un pequeño paso.
Veracruz no escapa a esta problemática. El puerto jarocho es uno de los que más actividad registra en el país y ni modo que sólo salga y entre por ahí pura mercancía legal, siendo que es una puerta importante y el país está inundado de todo tipo de productos que no cumplen con los requisitos para ser comercializados en México, ya ni se diga de combustibles robados y drogas que van al extranjero.
Por eso, estar en las aduanas como funcionario es peligroso. Ahí está el caso de Francisco Serrano Aramoni, quien en junio de 2009 fue secuestrado al salir de las instalaciones de la Aduana Marítima de Veracruz, donde era el administrador.
La versión que corrió fue en sentido de que, en el puente Morelos, lo detuvieron agentes de Tránsito que operaban para el crimen organizado, en ese caso para los llamados zetas, que gobernaban a sangre y fuego gran parte del territorio veracruzano.
De Serrano Aramoni nunca más se supo algo. Lo desaparecieron los zetas y eso fue tomado como una afrenta por el entonces presidente Felipe Calderón, de quien se supo era amigo del administrador de la Aduana. La respuesta fue desatar una cacería en contra de los zetas en Veracruz, hasta que Calderón consideró vengado el asesinato del funcionario federal.
Pero en el país otros servidores públicos ligados a las aduanas han sido asesinados, como los que para su mala suerte han sido asignados en Manzanillo, Colima, un puerto clave para la entrada y salida de droga. Por eso ahora, que ha empezado supuestamente una batida en contra de mercancía china ilegal, tras los amagos y amenazas de aplicar altísimos aranceles por parte del presidente electo de EU, Donald Trump, lo primero que tendría que hacerse es blindar los puertos y sus aduanas, pero seguramente empezaron por decomisar mercancía porque es lo relativamente más fácil. Saben en dónde se comercializan los productos y sólo hay que organizar bien el operativo para que no haya resistencia.
Pero meterse directamente a las aduanas es más complejo, para empezar quienes harían el trabajo de detección de mercancía ilegal y el decomiso correspondiente serían los mismos -al menos integrantes de la misma institución- que hasta ahora no han podido o no han querido contener el alud de productos y drogas que entran o salen por esos puntos.
¿Ahora sí se actuará con decisión? En un tiempo lo sabremos, bastará ver cómo están de mercancía china y de otros países asiáticos las plazas y tianguis e incluso tiendas bien establecidas.