18 de septiembre de 2024
alcalorpolitico.com
¿En qué tiempo podríamos estar los veracruzanos como en Chiapas, con éxodos masivos, por el sometimiento que allá aplican grupos de la delincuencia organizada?
¿O en qué tiempo estaremos como en Sinaloa, con más de una semana de balaceras continuas y con 35 asesinados -de acuerdo a la Fiscalía estatal; 32 dice el secretario de la Defensa, Luis Crescencio Sandoval y seguramente muchos más, según la realidad- por la guerra entre grupos del narcotráfico?
A como van las cosas, con la política permisiva de abrazos y no balazos, tal vez más pronto de lo que podamos suponer. ¿Exageramos?
Por el año 2000 los jarochos escuchábamos las noticias sobre las balaceras, asesinatos y secuestros que cometían esos grupos en estados del norte del país.
Qué lamentable, qué desgracia, pobres de nuestros paisanos del norte que sufren esa situación, decíamos. Unos años después empezó a suceder lo mismo en Veracruz.
Irrumpieron los zetas y la vida más o menos tranquila, más o menos segura que llevábamos los veracruzanos cambió radicalmente.
Con total impunidad empezaron a secuestrar, a extorsionar, a asaltar y a matar. También supimos lo que eran las persecuciones y balaceras y vimos cómo incursionaron en la política imponiendo alcaldes.
Lo mismo que sucedía en los estados del norte de México y que con mucha ingenuidad la gente trabajadora supuso que eso no pasaría por acá.
Hoy está claro que los que mandan, en amplias zonas del país, son los jefes de las organizaciones delincuenciales.
Ya lo expresó abiertamente el comandante de la Tercera Región Militar, general Jesús Leana, a pregunta de un reportero: la tranquilidad de Sinaloa depende de los grupos delincuenciales, de que dejen de enfrentarse.
Y el general secretario remató expresando que el tiempo que dure la confrontación "no lo sabemos".
Por su parte, la presidenta electa Claudia Sheinbaum afirma que entrar con poder de fuego generaría guerra en Sinaloa, como si en ese estado no hubiera ya una guerra que atemoriza, daña y paraliza al pueblo sinaloense, que en palabras del medallista olímpico Marco Verde -nativo de esa entidad federativa- vive un caos.
¿Qué espera el gobierno para actuar y, con la fuerza del Estado, imponer el orden y dar paz a miles de ciudadanos que viven aterrorizados?
Las mafias, está más que visto, no tienen límites en sus acciones criminales. Siempre quieren más dominio territorial, más poder y más dinero y al perseguir eso no los detiene nada más que las acciones firmes, planeadas, inteligentes y valientes de los gobiernos.
Pero eso no lo hemos visto, lo que escuchamos son las afirmaciones de Genaro García Luna, el exsecretario de Seguridad Pública que está detenido en Estados Unidos, en el sentido de que hay nexos de López Obrador con el narcotráfico.
Verdad o mentira eso -vendrán más declaraciones así desde EU- la realidad es que a la delincuencia organizada nada la detiene, así es que dispongámonos a ver cómo se expande y cómo empeora la inseguridad en más estados, como Veracruz, que tiene puertos muy importantes, es paso de mercancía valiosa, su comercio mueve millones de pesos, tiene cultivos importantes como los citrícolas, el café y la caña y un tendido extenso de gasoductos.
¿O en qué tiempo estaremos como en Sinaloa, con más de una semana de balaceras continuas y con 35 asesinados -de acuerdo a la Fiscalía estatal; 32 dice el secretario de la Defensa, Luis Crescencio Sandoval y seguramente muchos más, según la realidad- por la guerra entre grupos del narcotráfico?
A como van las cosas, con la política permisiva de abrazos y no balazos, tal vez más pronto de lo que podamos suponer. ¿Exageramos?
Por el año 2000 los jarochos escuchábamos las noticias sobre las balaceras, asesinatos y secuestros que cometían esos grupos en estados del norte del país.
Qué lamentable, qué desgracia, pobres de nuestros paisanos del norte que sufren esa situación, decíamos. Unos años después empezó a suceder lo mismo en Veracruz.
Irrumpieron los zetas y la vida más o menos tranquila, más o menos segura que llevábamos los veracruzanos cambió radicalmente.
Con total impunidad empezaron a secuestrar, a extorsionar, a asaltar y a matar. También supimos lo que eran las persecuciones y balaceras y vimos cómo incursionaron en la política imponiendo alcaldes.
Lo mismo que sucedía en los estados del norte de México y que con mucha ingenuidad la gente trabajadora supuso que eso no pasaría por acá.
Hoy está claro que los que mandan, en amplias zonas del país, son los jefes de las organizaciones delincuenciales.
Ya lo expresó abiertamente el comandante de la Tercera Región Militar, general Jesús Leana, a pregunta de un reportero: la tranquilidad de Sinaloa depende de los grupos delincuenciales, de que dejen de enfrentarse.
Y el general secretario remató expresando que el tiempo que dure la confrontación "no lo sabemos".
Por su parte, la presidenta electa Claudia Sheinbaum afirma que entrar con poder de fuego generaría guerra en Sinaloa, como si en ese estado no hubiera ya una guerra que atemoriza, daña y paraliza al pueblo sinaloense, que en palabras del medallista olímpico Marco Verde -nativo de esa entidad federativa- vive un caos.
¿Qué espera el gobierno para actuar y, con la fuerza del Estado, imponer el orden y dar paz a miles de ciudadanos que viven aterrorizados?
Las mafias, está más que visto, no tienen límites en sus acciones criminales. Siempre quieren más dominio territorial, más poder y más dinero y al perseguir eso no los detiene nada más que las acciones firmes, planeadas, inteligentes y valientes de los gobiernos.
Pero eso no lo hemos visto, lo que escuchamos son las afirmaciones de Genaro García Luna, el exsecretario de Seguridad Pública que está detenido en Estados Unidos, en el sentido de que hay nexos de López Obrador con el narcotráfico.
Verdad o mentira eso -vendrán más declaraciones así desde EU- la realidad es que a la delincuencia organizada nada la detiene, así es que dispongámonos a ver cómo se expande y cómo empeora la inseguridad en más estados, como Veracruz, que tiene puertos muy importantes, es paso de mercancía valiosa, su comercio mueve millones de pesos, tiene cultivos importantes como los citrícolas, el café y la caña y un tendido extenso de gasoductos.