22 de abril de 2016
alcalorpolitico.com
La democracia pasa por malos momentos en casi todo el mundo, sobre todo en América Latina; México no es la excepción en el desencanto y falta de resultados de nuestra tan precaria democracia; en Veracruz estamos peor en los indicadores más básicos de una democracia, a la altura de cualquier país "bananero". Las campañas electorales en curso para renovar la Gubernatura ilustran los vicios y atrasos de nuestro sistema electoral y el comportamiento casi dictatorial del sistema oficial. Ahora es tiempo real, en concreto, donde se ve el nivel verdadero de los actores políticos y las élites sociales; no es en el papel o en teoría, es en los hechos que tienen consecuencias inmediatas en nuestra vida publica. Para algunos es normal, casi como juego y hasta como "modus vivendi" hacer trampa, engañar, violar las leyes, usar recursos públicos y llevar al poder a toda costa a quien represente la preservación de sus intereses y privilegios. Esos mismos se auto nombran grandes políticos y pasan por honorables miembros de la sociedad sin tener una justificación real a la hora de participar en las competencias electorales donde muestran el peor de los rostros, anti democrático.
En los veinte días que llevan las campañas se han asomado las viejas practicas, las tradicionales, las que dan la cualidad de no libres a nuestras elecciones; el guión es mas o menos el de siempre, veamos: guerra sucia contra su principal oponente consistente en costosas y masivas campañas de ataques y calumnias, utilizando prácticamente todos los medios para llegar a la población intentando manchar reputaciones, confundir a la gente y predisponer contra la honorabilidad de quien les disputa realmente el primer lugar en las elecciones; así mismo utilizan los presupuestos y programas sociales como condición de apoyo al candidato oficial, siendo el programa PROSPERA el mecanismo mas fuerte que emplearan a fondo en el partido oficial para defenderse en forma, lo demás es simplemente complementario; cuentan con sólidos y sangrantes grupos clientelares, quienes llenan actos previo goce desproporcionado de recursos públicos; la intervención del aparato público en todos sus niveles es obvia y descarada, ensucia el proceso y hace profundamente inequitativa la elección.
Nuestras elecciones son muy cercanas a las que se realizan en las dictaduras, con instituciones reguladoras que gozan de poca autonomía, con los medios informativos típicos alineados, con la fusión de Gobierno y partidos oficiales, con la ya mencionada guerra sucia y con la utilización de partidos satélites y candidatos de paja para simular un pluralismo de papel. En esas condiciones, de adversidad terrible, lo lógico es que la oposición se una si en verdad quiere ganar, lograr la alternancia e iniciar la transición a la democracia.
Viciar los sufragios trae como consecuencia la corrupción ciudadana y de los gobernantes; el uso de dinero público o de origen dudoso implica compromisos para pagar facturas con malas obras, pésimos servicios e inseguridad. Las autoridades electas con fraude nunca rendirán cuentas ni sentirán obligación alguna con la ciudadanía. El político encumbrado nombra a quienes manejen áreas sensibles del aparato público y que incide en nuestra vida común y cotidiana; normalmente los coloca para administrar negocios propios, para ceder espacios públicos a intereses privados y, en asuntos de seguridad, a delincuentes.
No votar, hacerlo por dinero o presión es la base de la corrupción y la inseguridad. Una sociedad desinformada y sin derechos es presa fácil de la manipulación política, sirve para elegir a los peores y se pone la soga al cuello. Transitar a la democracia pasa por la construcción de ciudadanía, plena, con información y derechos, exigente. Para los gobernantes autoritarios lo preferible es que la gente no sepa, no exija y se muestre agradecida. Es literalmente mortal el daño que hace el fraude electoral. No es juego. Por eso deben condenarse y combatirse las acciones de quienes en esta campaña hacen todo lo posible por manipular la voluntad popular; aquellos que condicionan programas, que violan la ley, que utilizan a los estudiantes para llenar mitines, a los que obligan a sus bases por ofertas o por servicios a que tiene derecho.
Los Veracruzanos necesitamos y merecemos vivir en democracia, que se respete la voluntad popular para tener buen gobierno, vivir seguros, reactivar la economía e iniciar una etapa mucho mejor, por nosotros y quienes nos hereden.
Recadito: Trastupijes se queda sin el negocito familiar; tendrá que pedir asilo en Barcelona.
En los veinte días que llevan las campañas se han asomado las viejas practicas, las tradicionales, las que dan la cualidad de no libres a nuestras elecciones; el guión es mas o menos el de siempre, veamos: guerra sucia contra su principal oponente consistente en costosas y masivas campañas de ataques y calumnias, utilizando prácticamente todos los medios para llegar a la población intentando manchar reputaciones, confundir a la gente y predisponer contra la honorabilidad de quien les disputa realmente el primer lugar en las elecciones; así mismo utilizan los presupuestos y programas sociales como condición de apoyo al candidato oficial, siendo el programa PROSPERA el mecanismo mas fuerte que emplearan a fondo en el partido oficial para defenderse en forma, lo demás es simplemente complementario; cuentan con sólidos y sangrantes grupos clientelares, quienes llenan actos previo goce desproporcionado de recursos públicos; la intervención del aparato público en todos sus niveles es obvia y descarada, ensucia el proceso y hace profundamente inequitativa la elección.
Nuestras elecciones son muy cercanas a las que se realizan en las dictaduras, con instituciones reguladoras que gozan de poca autonomía, con los medios informativos típicos alineados, con la fusión de Gobierno y partidos oficiales, con la ya mencionada guerra sucia y con la utilización de partidos satélites y candidatos de paja para simular un pluralismo de papel. En esas condiciones, de adversidad terrible, lo lógico es que la oposición se una si en verdad quiere ganar, lograr la alternancia e iniciar la transición a la democracia.
Viciar los sufragios trae como consecuencia la corrupción ciudadana y de los gobernantes; el uso de dinero público o de origen dudoso implica compromisos para pagar facturas con malas obras, pésimos servicios e inseguridad. Las autoridades electas con fraude nunca rendirán cuentas ni sentirán obligación alguna con la ciudadanía. El político encumbrado nombra a quienes manejen áreas sensibles del aparato público y que incide en nuestra vida común y cotidiana; normalmente los coloca para administrar negocios propios, para ceder espacios públicos a intereses privados y, en asuntos de seguridad, a delincuentes.
No votar, hacerlo por dinero o presión es la base de la corrupción y la inseguridad. Una sociedad desinformada y sin derechos es presa fácil de la manipulación política, sirve para elegir a los peores y se pone la soga al cuello. Transitar a la democracia pasa por la construcción de ciudadanía, plena, con información y derechos, exigente. Para los gobernantes autoritarios lo preferible es que la gente no sepa, no exija y se muestre agradecida. Es literalmente mortal el daño que hace el fraude electoral. No es juego. Por eso deben condenarse y combatirse las acciones de quienes en esta campaña hacen todo lo posible por manipular la voluntad popular; aquellos que condicionan programas, que violan la ley, que utilizan a los estudiantes para llenar mitines, a los que obligan a sus bases por ofertas o por servicios a que tiene derecho.
Los Veracruzanos necesitamos y merecemos vivir en democracia, que se respete la voluntad popular para tener buen gobierno, vivir seguros, reactivar la economía e iniciar una etapa mucho mejor, por nosotros y quienes nos hereden.
Recadito: Trastupijes se queda sin el negocito familiar; tendrá que pedir asilo en Barcelona.