19 de febrero de 2016
alcalorpolitico.com
Me llaman la atención algunas realidades problemáticas de Xalapa, de las más notables e influyentes en la vida cotidiana; de ellas me detengo en dos, la actuación de la policía preventiva y el sistema de transporte público. Vuelvo sobre temas recurrentes, cuya problemática nos afecta en exceso pero no adquiere centralidad en su análisis y consideración; me refiero a que es de tal magnitud el peso en nuestro día-día de esos asuntos que se pensaría que se habla mucho de ellos, que se estudian y se buscan superar en sus aspectos más negativos; pero no, se padecen con resignación, se dejan pasar, no es bandera ciudadana ni puntos sobresalientes en la agenda de las autoridades.
La seguridad en Xalapa deja mucho que desear, los desplantes de la policía no se traducen en tranquilidad ni en confianza ciudadana. A pesar de ser la capital del estado continúa siendo un lugar inseguro, con hechos delictivos poco vistos en nuestra historia. La estrategia policial se mantuvo contra cualquier crítica, siendo claramente ineficaz y de oropel. Se sostienen retenes absurdos que afectan la circulación y no sirven para los fines que los justifican; siguen las caravanas de patrullas con efectivos policiales enmascarados y exhibiendo armas pesadas con las que apuntan a la gente; los policías viales, dirigiendo el tráfico con armas largas, son el resumen acabado de una muy extraña política de seguridad pública. No se observaron ajustes a esas formas curiosas y claramente inefectivas. Siendo así, continúa lo mismo, las formas simuladoras y excluyentes.
Es mucho dinero lo que se ha destinado a la seguridad, sobre todo de recursos federales, sin que se traduzca en una policía de evidencia profesional y de rápida acción al llamado ciudadano; con pesar se observa que la labor policial está enmarcada en obvias formas de simulación, de unas prácticas ociosas, con imágenes que asemejan la guerra. Las curiosas actuaciones policiales como de conflicto bélico generan miedo y rechazo social; deberían haberlo advertido los encargados de estas áreas de acción pública. Sin seguridad no hay gobierno y la sociedad se va animando a expresarse, a exigir cuentas al respecto.
Contamos con un sistema de transporte desordenado, agresivo e impropio de una ciudad con la historia y el tamaño de Xalapa; el número de los camiones urbanos no obedecen a alguna planeación que refleje las necesidades de la ciudad, son resultado, en general, de favores políticos y líneas clientelares; por supuesto que no respetan ley alguna, hacen lo que quieren: contaminan, circulan en calles prohibidas, juegan por el pasaje y tampoco fomentan condiciones de seguridad y buen ambiente. En las estrechas y accidentadas calles de Xalapa, circulan camiones en mal estado y en dimensiones desproporcionadas, generando mil problemas vinculantes con autoridades omisas e incompetentes.
Los taxis son tema aparte, con una cantidad cercana a las once mil unidades en la zona metropolitana están creando una bomba de tiempo; es una imagen casi apocalíptica observar filas de taxis por todos lados, como preocupante que hagan sitios en lugares que corresponden a su iniciativa y no a algún tipo de planeación. En unos años, tal vez ocho, repartieron tantas concesiones como habían llevado unos treinta años, creando problemas de todo tipo. En esa política irracional está un símbolo fino y definitivo del fracaso de esta administración; ante una sistemática y corrupta política de transporte en taxis queda hacer algo urgente y renovador vía el control vial estratégico, el reglamento y en la mayoría de los casos, la voluntad de los interesados.
Se habla de venta de concesiones, lo afirman participantes, en montos que van de 50 a 80 mil; de ser así, estamos hablando de un negocio millonario que asciende a, por lo menos, unos cien millones de pesos; todo a costa de nuestra tranquilidad y mejor condición de vida. Con esas ganancias son peligrosos, pueden hacer cualquier cosa en aras de no abrir la caja oscura que representa su negocio. Esta en nosotros en todo momento pero especialmente en los procesos electorales tomar las decisiones correctas para no permitir más atentados a nuestra historia, a nuestra forma de vida y al futuro inmediato.
[email protected]
Recadito: Con la palabra que sea se abre paso la candidatura de la unidad opositora.
La seguridad en Xalapa deja mucho que desear, los desplantes de la policía no se traducen en tranquilidad ni en confianza ciudadana. A pesar de ser la capital del estado continúa siendo un lugar inseguro, con hechos delictivos poco vistos en nuestra historia. La estrategia policial se mantuvo contra cualquier crítica, siendo claramente ineficaz y de oropel. Se sostienen retenes absurdos que afectan la circulación y no sirven para los fines que los justifican; siguen las caravanas de patrullas con efectivos policiales enmascarados y exhibiendo armas pesadas con las que apuntan a la gente; los policías viales, dirigiendo el tráfico con armas largas, son el resumen acabado de una muy extraña política de seguridad pública. No se observaron ajustes a esas formas curiosas y claramente inefectivas. Siendo así, continúa lo mismo, las formas simuladoras y excluyentes.
Es mucho dinero lo que se ha destinado a la seguridad, sobre todo de recursos federales, sin que se traduzca en una policía de evidencia profesional y de rápida acción al llamado ciudadano; con pesar se observa que la labor policial está enmarcada en obvias formas de simulación, de unas prácticas ociosas, con imágenes que asemejan la guerra. Las curiosas actuaciones policiales como de conflicto bélico generan miedo y rechazo social; deberían haberlo advertido los encargados de estas áreas de acción pública. Sin seguridad no hay gobierno y la sociedad se va animando a expresarse, a exigir cuentas al respecto.
Contamos con un sistema de transporte desordenado, agresivo e impropio de una ciudad con la historia y el tamaño de Xalapa; el número de los camiones urbanos no obedecen a alguna planeación que refleje las necesidades de la ciudad, son resultado, en general, de favores políticos y líneas clientelares; por supuesto que no respetan ley alguna, hacen lo que quieren: contaminan, circulan en calles prohibidas, juegan por el pasaje y tampoco fomentan condiciones de seguridad y buen ambiente. En las estrechas y accidentadas calles de Xalapa, circulan camiones en mal estado y en dimensiones desproporcionadas, generando mil problemas vinculantes con autoridades omisas e incompetentes.
Los taxis son tema aparte, con una cantidad cercana a las once mil unidades en la zona metropolitana están creando una bomba de tiempo; es una imagen casi apocalíptica observar filas de taxis por todos lados, como preocupante que hagan sitios en lugares que corresponden a su iniciativa y no a algún tipo de planeación. En unos años, tal vez ocho, repartieron tantas concesiones como habían llevado unos treinta años, creando problemas de todo tipo. En esa política irracional está un símbolo fino y definitivo del fracaso de esta administración; ante una sistemática y corrupta política de transporte en taxis queda hacer algo urgente y renovador vía el control vial estratégico, el reglamento y en la mayoría de los casos, la voluntad de los interesados.
Se habla de venta de concesiones, lo afirman participantes, en montos que van de 50 a 80 mil; de ser así, estamos hablando de un negocio millonario que asciende a, por lo menos, unos cien millones de pesos; todo a costa de nuestra tranquilidad y mejor condición de vida. Con esas ganancias son peligrosos, pueden hacer cualquier cosa en aras de no abrir la caja oscura que representa su negocio. Esta en nosotros en todo momento pero especialmente en los procesos electorales tomar las decisiones correctas para no permitir más atentados a nuestra historia, a nuestra forma de vida y al futuro inmediato.
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Recadito: Con la palabra que sea se abre paso la candidatura de la unidad opositora.