4 de marzo de 2016
alcalorpolitico.com
Si como dicen realmente ocurrió la muerte de los jóvenes de playa Vicente, y fue de esa forma que afirman, estamos ante hechos monstruosos, casi inimaginables, que sólo pueden cometer personas inhumanas, psicópatas y seres desprovistos de sentimientos y sentidos. Ante algo así, tan brutal y cruel, con la desaparición de jóvenes indefensos, nadie debería ser ajeno o permanecer impasible; a nuestra indignación debemos agregar toda la información posible para llegar a conclusiones firmes que nos lleven a participar en la exigencia de justicia y a poner un alto a los crímenes que cometen la delincuencia organizada y las policías.
Lo que pasó en Tierra Blanca, pasa en muchas partes de Veracruz, no es un hecho aislado, es el efecto de la presencia de la mafia del narcotráfico en conjunto con autoridades cómplices y doblegadas. En estos momentos pueden estar ocurriendo hechos similares, pueden estar en peligro otros jóvenes con la omisión del gobierno. Vivimos en medio de una descomposición de las instituciones, ahogadas en corrupción y apartadas del interés general.
Supongo que las distintas autoridades sabían de las operaciones del narcotráfico en esa zona, que de muchas maneras se daban cuenta de lo que ahí pasaba, pero colaboraban con ellos o guardaban un silencio igual de cómplice. Ahí operan soldados, hay policía federal, existen diputados, se cuenta con el Ayuntamiento y están presentes dependencias estatales y federales. No es creíble que no supieran, más bien se acomodaron a un ambiente criminal regido por las mafias del narcotráfico. Por eso son igual de responsables, no deben quedar impunes tampoco y pagar al menos un costo social y político.
También la sociedad, sus élites, que han arrinconado el valor cívico para aparentar una vida normal, de hipocresía, mientras los delincuentes cometían sus fechorías. Habría que investigar cuantas empresas y campañas políticas reciben financiamiento de los narcos. Puede ser que los personajes de las páginas de sociales sean cómplices directos de las mafias; de todos modos, con su silencio, falta de valor y algún tipo de complicidades contribuyeron a los asesinatos.
En este caso se debe aplicar la ley, desde luego, pero no es suficiente con la base, como son los policías de campo y su jefe inmediato. Hay que analizar las responsabilidades políticas y la cadena de mando: Quién nombra a un delegado con antecedentes criminales y le permite seguir delinquiendo, quién pone al que nombró a ese delegado y quién ampara a todos; no puede ser de otra manera para que haya justicia y se acabe con esta realidad mortal especialmente para nuestros jóvenes.
Esto es ingobernabilidad, es la ley de la selva, dejar a los ciudadanos indefensos ante bandas delictivas que pueden hacer lo que quieran, aun las acciones más horribles como asesinar y desaparecer. Creo que las autoridades encargadas de enfrentarlos, en su omisión o complicidad llevan una responsabilidad mayor, tienen que rendir cuentas, pagar su traición a la gente y la putrefacción de su encargo.
Estos hechos brutales y descorazonadores hacen todavía más evidente la lejanía abismal entre los poderes formales y la gente, entre el sistema político y los ciudadanos. Caminamos en vías separadas, distantes y contradictorias. Se pone en duda la utilidad de las elecciones, de la representación, los partidos y todo tipo de gobierno. Es claro que toda esa parafernalia sirve para poco cuando pensamos en seguridad pública, en el interés general y el bienestar colectivo. Por eso se abre paso, poco a poco, la revaloración del sufragio, de las candidaturas, la política, la ciudadanía y las organizaciones sociales. Solo con instituciones fuertes y con una sociedad informada, en círculo democrático, será posible salir con vida de esta pesadilla.
Un deseo justiciero y reivindicador sería que la desaparición y presunta muerte de los jóvenes de Playa Vicente, fuera el detonador de una transformación profunda que nos traiga estado de derecho, desarrollo social y democracia. Solo así su sacrificio sería irrepetible en otros muchachos y quedarían para la memoria como nuestros héroes cívicos. Las muertes de las mafias han tenido permiso y reforzamiento del gobierno, con alternancia y democracia acabaríamos con ese círculo vicioso y mortal.
[email protected]
Recadito: Tres salidas requiere Veracruz, alternancia, alternancia y alternancia.
Lo que pasó en Tierra Blanca, pasa en muchas partes de Veracruz, no es un hecho aislado, es el efecto de la presencia de la mafia del narcotráfico en conjunto con autoridades cómplices y doblegadas. En estos momentos pueden estar ocurriendo hechos similares, pueden estar en peligro otros jóvenes con la omisión del gobierno. Vivimos en medio de una descomposición de las instituciones, ahogadas en corrupción y apartadas del interés general.
Supongo que las distintas autoridades sabían de las operaciones del narcotráfico en esa zona, que de muchas maneras se daban cuenta de lo que ahí pasaba, pero colaboraban con ellos o guardaban un silencio igual de cómplice. Ahí operan soldados, hay policía federal, existen diputados, se cuenta con el Ayuntamiento y están presentes dependencias estatales y federales. No es creíble que no supieran, más bien se acomodaron a un ambiente criminal regido por las mafias del narcotráfico. Por eso son igual de responsables, no deben quedar impunes tampoco y pagar al menos un costo social y político.
También la sociedad, sus élites, que han arrinconado el valor cívico para aparentar una vida normal, de hipocresía, mientras los delincuentes cometían sus fechorías. Habría que investigar cuantas empresas y campañas políticas reciben financiamiento de los narcos. Puede ser que los personajes de las páginas de sociales sean cómplices directos de las mafias; de todos modos, con su silencio, falta de valor y algún tipo de complicidades contribuyeron a los asesinatos.
En este caso se debe aplicar la ley, desde luego, pero no es suficiente con la base, como son los policías de campo y su jefe inmediato. Hay que analizar las responsabilidades políticas y la cadena de mando: Quién nombra a un delegado con antecedentes criminales y le permite seguir delinquiendo, quién pone al que nombró a ese delegado y quién ampara a todos; no puede ser de otra manera para que haya justicia y se acabe con esta realidad mortal especialmente para nuestros jóvenes.
Esto es ingobernabilidad, es la ley de la selva, dejar a los ciudadanos indefensos ante bandas delictivas que pueden hacer lo que quieran, aun las acciones más horribles como asesinar y desaparecer. Creo que las autoridades encargadas de enfrentarlos, en su omisión o complicidad llevan una responsabilidad mayor, tienen que rendir cuentas, pagar su traición a la gente y la putrefacción de su encargo.
Estos hechos brutales y descorazonadores hacen todavía más evidente la lejanía abismal entre los poderes formales y la gente, entre el sistema político y los ciudadanos. Caminamos en vías separadas, distantes y contradictorias. Se pone en duda la utilidad de las elecciones, de la representación, los partidos y todo tipo de gobierno. Es claro que toda esa parafernalia sirve para poco cuando pensamos en seguridad pública, en el interés general y el bienestar colectivo. Por eso se abre paso, poco a poco, la revaloración del sufragio, de las candidaturas, la política, la ciudadanía y las organizaciones sociales. Solo con instituciones fuertes y con una sociedad informada, en círculo democrático, será posible salir con vida de esta pesadilla.
Un deseo justiciero y reivindicador sería que la desaparición y presunta muerte de los jóvenes de Playa Vicente, fuera el detonador de una transformación profunda que nos traiga estado de derecho, desarrollo social y democracia. Solo así su sacrificio sería irrepetible en otros muchachos y quedarían para la memoria como nuestros héroes cívicos. Las muertes de las mafias han tenido permiso y reforzamiento del gobierno, con alternancia y democracia acabaríamos con ese círculo vicioso y mortal.
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Recadito: Tres salidas requiere Veracruz, alternancia, alternancia y alternancia.