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Columnas y artículos de opinión
Estado del bienestar y el Estado liberal
Luciano Blanco González
24 de febrero de 2023
alcalorpolitico.com
Para entender la intensa lucha que libra el pueblo de México en dos frentes políticos, se debe tener una definición objetiva en cuanto a sus fines, de lo contrario no nos podremos explicar por qué tanto pleito. En las cámaras legislativas del país, en los máximos poderes judiciales, en los órganos electorales, en los artículos y en los encabezados periodísticos, en todas las redes digitales, en los noticieros y reportajes de las pantallas televisivas, plantones en las calles y en las carreteras y ahora las ruidosas manifestaciones, unas para proponer y protestar en contra del gobierno y otras para loar y celebrar, para unos, una política benéfica y para otros una política negativa. Es el enfrentamiento entre quienes luchan por sostener al Estado Benefactor y quienes pretenden retornar al Estado Liberal.

Lo lamentable es que en ambas posiciones se destile veneno a raudales en un lenguaje grosero, soez y a veces insolente e irrespetuoso, que raya en lo vulgar, despojando a la noble actividad de crear mediante la propuesta y el dialogo, destruyendo con ello los elementos esenciales para llegar a entendimientos constructivos.

No hay duda ambos bandos están desesperados, uno por conservar el poder y el otro bando por arrebatárselo, ambos dan la impresión de que están dispuestos a todo, ninguno flaquea, nadie cede, el gran obstáculo es la polarización extrema.


Esto es preocupante, más cuando políticos de alto calibre, empresarios pesados, las mentes más lúcidas y brillantes de la intelectualidad mexicana, las plumas más geniales del periodismo, profesionistas distinguidos, todos unidos de la mano, diría el presidente, sin importar el signo de progresistas o conservadores, izquierda o derecha, todos con un esfuerzo supremo por contener de una vez los nuevos y vitalizantes aires de la transformación.

Así, encontramos que la nueva fuerza emergente en la historia de México, pretende a su manera construir El Estado del Bienestar, o el Estado Benefactor, fundado en el humanismo populista, cuya razón principal de su lucha y de su programa es el pueblo, entendido fundamentalmente como el estrato que integran los desposeídos o sea aquellos que solo cuentan con su fuerza de trabajo como mercancía o como medio para obtener su subsistencia, a la que se suman los desempleados, los marginados y todos aquellos que no son capaces de obtener por sí mismos los medios necesarios para vivir con dignidad.

En este enorme conglomerado social participan millones de beneficiarios que gozan de las bondades de estos programas que, como sabemos, se enmarcan en las pensiones de los adultos mayores, discapacitados, jóvenes construyendo el futuro, sembrando vida, las becas Benito Juárez, el crédito a la palabra, crédito ganadero, cuya operatividad rompe con el concepto comunitario que se tenia del desarrollo, al ser en esencia individualista, sin intermediarios, sin líderes sociales, sujetos solo a un liderazgo impuesto desde la cúpula burocrática encarnada en Los servidores de la Nación, que son quienes les marcan la pauta, la movilidad, el camino que todos ellos deben de seguir.


Su poder real sobre el resto de la población lo ha ejercido mediante la complicidad de los gobernantes de la oposición que, subyugados por el poder y los recursos que la federación ejerce en sus territorios y en la población, sumado a los pecadillos o pecadotes que en el ejercicio presupuestal han cometido, prefieren doblar las manos, someterse y mediante la manipulación paralizar las acciones de apoyo a sus correligionarios, para entregar sin chistar el poder.

Este fenómeno de colaboracionismo ha sido muy practicado sobre todo entre los priistas, que ven en el estado benefactor a su antiguo partido al que han abandonado en correspondencia al olvido en que viven y cualquier posibilidad de aliento, al sentirse desprotegidos corren a calentarse con la cobija grande que además les brinda algunos apoyos, estos, para los pobres que no son beneficiarios de ningún programa y que miran con envidia a quienes sí lo son, ellos también aspiran a que algo les llegue.

En el invencible partido en el poder además de 21 gobernadores, la mayoría de diputados y senadores, alcaldes y regidores hay que sumarle a una masa disciplinada y uniforme que sin credencial partidista como altamente beneficiarios del Bienestar están formados sin uniforme en la causa de la transformación también los elementos de las fuerzas armadas con grado y sin grado, en su casi totalidad.


A la fuerza y contundencia de este aparato bien armado es a quien se quieren enfrentar en las próximas elecciones quienes pretenden retornar al Estado Liberal, con el argumento de que han sido sus partidos los constructores del México moderno, con una sociedad aspiracioncita, que dicen construyó con mucho esfuerzo un país de escuelas, de universidades, de aeropuertos, de carreteras, de ciudades modernas, el del reparto de la tierra, el del sistema médico con ISSSTE, el del IMSS, el del Seguro Popular, quienes se niegan sistemáticamente a aceptar que esto ya cambio y que hay un esfuerzo sostenido para mejorar lo ya existente pero mediante otros sistemas.

Finalmente, hay que anotar que ambas fuerzas dan la impresión de que en su locura, con sus delirios, en esta frenética carrera, buscarán al piloto ideal para precipitar al país por caminos obscuros y peligrosos de los que va a ser muy difícil retornar y reencausarnos por aquel México que soñamos, ahora tan sujeto a la gran potencia a quien hemos delegado inclusive la impartición de justicia, nuestra emoción porque al fin han juzgado a un gran criminal que supuestamente brindaba protección y seguridad a los narcotraficantes con los que estaba coludido, no nos permite ver un futuro negro que se avecina sobre nuestros líderes actuales y anteriores, sobre nuestros altos mandos militares, pues bastará con que alguien los señale o los delate para que con su séquito de testigos protegidos los encuentren culpables, así se trate de funcionarios honestos y muy honestos, para el gobierno de los Estados Unidos somos un narcoestado y constituimos un gran peligro para su seguridad, así nos prejuzgan, la historia nos enseña que esta potencia no se detiene ante nada, la urgencia es enmendar el camino y colaborar antes de que nuestra soberanía sea mancillada nuevamente. Si no lo hacemos a la de ya. Diosito nos agarre confesados. Por el bien de la causa.