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Columnas y artículos de opinión
Diario de un reportero
La crisis inminente de Pensiones
Miguel Molina
1 de marzo de 2024
alcalorpolitico.com
Dentro de no mucho llegará el momento en que el sistema de Pensiones de Veracruz se venga abajo porque hay más jubilados que trabajadores activos, y los fondos para pagar a los retirados son cada vez menos. La crisis es inminente, advierte Daniela Griego, directora del Instituto de Pensiones del Estado.

El modelo veracruzano necesita que coticen once trabajadores por cada jubilado para mantener el equilibrio del sistema, pero el número de activos no alcanza, o no alcanzará, para cubrir las responsabilidades del Estado. Esa es la crisis de los números que quizá es similar en otras partes del país.

Los mecanismos que hay hasta el momento no ofrecen mucha esperanza. Cada día hay más ancianos pobres, y cada día es mayor la presión fiscal sobre un reducido grupo de contribuyentes, en Veracruz y en todas partes, aunque no todos sean iguales en todas partes: hace dos años, un pensionado de la Comisión Federal de Electricidad – que podía o puede jubilarse a los cincuenta y cinco años – ganaba diez veces más que un pensionado bajo el sistema tradicional.


Las pensiones son un problema mundial que tendrán que pagar con subsidios los gobiernos hasta que se encuentren modos – porque no hay uno sino varios modos – de resolver esta vaina que no es de ahora. Si uno busca la estrategia de pensiones del gobierno estatal no encuentra nada, porque no hay una estrategia a final del sexenio, como no hubo una nunca.

Sabemos que el gobierno de Javier Duarte de Ochoa saqueó el fondo de contingencia del Instituto de Pensiones de Veracruz y le dejó un agujero de ocho mil millones de pesos, poco más o menos. No sabemos si el gobierno breve del panista Miguel Ángel Yunes Linares se interesó en ese detalle. Tampoco se sabe si el gobierno de Cuitláhuac García Jiménez hizo o va a hacer algo. El caso es que dinero falta y terminó en manos conocidas y desconocidas. Y no se hace nada.

Cinco años de nada


Lo triste, lo verdaderamente triste, es que nadie hace nada. La directora del IPE declaró que hay tres denuncias contra quienes resulten responsables – porque tanto dinero va a parar a muchas bolsas – de todo esto, o al menos de parte de esto. Pero no pasa nada. "Hemos aportado toda la información que nos ha requerido la Fiscalía. No depende de nosotros el castigo", declaró la señora Griego.

Cualquiera pensaría que hay – o hubo – un rastro de papel, una huella administrativa que permita saber quiénes firmaron qué y qué razones tuvieron para firmar los que firmaron. Cualquiera pensaría que no sería difícil fincar responsabilidades a los representantes del gobierno de entonces, y a los líderes sindicales durante el duartismo y antes del duartismo que aprobaron el saqueo. Pero la autoridad no está para investigar impunidades. No por ahora.

Fe de aciertos


Por encima de la ley está la autoridad moral y la autoridad política del presidente, dice uno. Al margen de la ley, nada; por encima de la ley nadie, dijo otro.

Se quieren llevar el agua de Veracruz, dicen muchos. La propiedad de tierras y aguas comprendidas dentro del territorio nacional corresponde originariamente a la Nación, dice el artículo veintisiete de la Constitución.

Desde el balcón


Es una tarde gris por la que transcurre un viento frío. Por el camino del parque pasa un señor en silla de ruedas que sacó los perros a pasear, y el cielo se estremece con el vuelo de dos aviones militares que ya están lejos cuando uno oye su estruendo. La malta anuncia una semana sin turbulencias y uno come uvas con salsa Tajín y se chupa los dedos.

Febrero será pronto un mes en el que pasaron cosas que nadie recordará dentro de no mucho tiempo, como el hallazgo de trescientos millones de pesos en una oficina de la Fiscalía General de Veracruz. Ese dinero desapareció tan rápido como había aparecido. Uno piensa que tal vez sigue en el rincón donde estuvo oculto hasta que el gobernador ingeniero Cuitláhuac García lo descubrió para mejor servicio del estado. Tal vez. Uno no sabe nunca nada. La malta no da para tanto.