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Columnas y artículos de opinión
Diario de un reportero
Perdimos...
Miguel Molina
9 de junio de 2016
alcalorpolitico.com
Perdimos (digo perdimos porque yo también pienso que Héctor Yunes Landa podría haber sido un buen gobernador) por muchas razones. Pero no sólo perdió el candidato del PRI a la gubernatura...
 
Perdió el PRI y perdió el equipo del candidato. No pudieron armar una campaña que convenciera. La estrategia no funcionó. Al final, como ilustran las fotografías, dejaron solo a Héctor, quien reconoció que la tendencia favorecía a Miguel Ángel Yunes Linares y dijo cosas que su oficio político no le permitió decir antes. Otros colegas con mejores fuentes han escrito sobre el tema.
 
Perdieron también varios partidos. El partido Encuentro Social (PES), el del Trabajo (PT), el Cardenista, el Movimiento Ciudadano, la Alternativa Veracruzana (AVE) y la Nueva Alianza (Panal) no lograron los votos que les permitirían seguir siendo organizaciones de interés político, y podrían perder el derecho a recibir fondos públicos para seguir operando. Por ejemplo, este año las prerrogativas a los partidos en Veracruz llegaron a cuatrocientos cuatro millones de pesos, casi la mitad del presupuesto para organizar las elecciones.
 

Perdieron los candidatos verdaderamente independientes y populares, a quienes muchos –sobre todo los comentaristas– consideran títeres que se prestaron a un juego cuyo resultado pocos previeron. No sólo no ganaron las elecciones sino que además sufrieron la descalificación fácil y no siempre sustentada de plumas que tal vez se mancharon cuando cruzaban el pantano de la política electoral reciente. Como sea, queda claro que ni las instituciones ni las organizaciones no partidistas ni los votantes están listos para aceptar y elegir a alguien fuera del sistema, de cualquier sistema...
 
Perdieron los funcionarios de antes y de ahora porque cargan con la sospecha popular, que es un animal implacable y cruel, de que ellos o algunos de ellos se enriquecieron con recursos públicos y que otros lucraron con la corrupción propia y ajena. Todos son culpables de esos y otros delitos ante la opinión pública, que ya investigó, juzgó y condenó en masa, y comparte sus veredictos en la corte de las redes sociales.
 
Pero ganamos porque los números le dan autoridad política y moral al nuevo gobierno para pedir cuentas a quienes ahora ocupan Palacio, que no es poca cosa. Alguien tiene que dar explicaciones. Para eso hace falta que alguien haga la preguntas que no se han hecho, por la razón que sea, ni los órganos de fiscalización, ni las contralorías ni el Congreso mismo.
 

Habrá quien diga que el ganador obtuvo menos de treinta y cinco por ciento de los votos que se emitieron (lo que representa alrededor de quince por ciento de los veracruzanos en el padrón electoral), y que esa pobreza numérica le quitará fuerza al nuevo gobierno. Habrá quien intente ganar en los tribunales lo que no ganó su grupo en las urnas. Habrá quien diga misa y discursos y haga análisis en cualquier mesa de café del centro de Xalapa.
 
No importa. Miguel Ángel Yunes Linares tiene ante sí la oportunidad de cambiar Veracruz: ya no había esperanza, ni oficina ni santo que ayudara a quienes se han visto agraviados por la administración, por los administradores, por los asistentes de los administradores. Se perdieron miles de millones de pesos que nadie ha explicado dónde fueron a parar. Se perdió la confianza, se perdió el respeto, se ensució el agua de beber, como dicen en Venezuela.
 
Como apunta el Einstein de Facebook, no se pueden lograr cosas nuevas haciendo lo de siempre. El nuevo gobierno tiene que buscar más la justicia que la venganza, tiene que cerrar cicatrices y organizar al mundo de otra manera, de preferencia con la participación de todos, y con quién sabe qué dinero. Bienvenido a la pesadilla.