“La información no se puede leer en bruto, necesita contexto y ser presentada de una manera adecuada y eso es lo que no tenemos”, afirmó Alberto Olvera, investigador del Instituto de Investigaciones Histórico-Sociales de la Universidad Veracruzana (UV).
En un mundo saturado de información, donde las redes sociales compiten con los medios tradicionales, la validación y el análisis de la información se vuelven fundamentales para combatir la posverdad, subrayó el académico.
En entrevista para TeleClic.tv, el investigador advirtió de la necesidad de medios de comunicación profesionales, señalando que su centralidad se ha debilitado en los últimos años. Añadió que mientras que en el pasado los medios tradicionales eran considerados el “Cuarto Poder”, la proliferación de las redes sociales fragmentó el espacio público y ahora los políticos recurren a los llamados “influencers”.
Al respecto, Olvera alertó que el gran riesgo para la democracia es que actualmente “no hay discusión pública”, pues el Estado interviene apoyando y financiando a quienes siguen sus causas y a quienes están de acuerdo con sus proyectos e ideas, atacando de “forma abierta y descarada” a quienes no están de acuerdo con la versión oficial.
“Creo yo que esta circunstancia nos habla de esta consecuencia negativa de la amplia información disponible, que es la polarización, que es usada además por un sector de la clase política como un instrumento de legitimación”.
Según Olvera, la modernidad trajo un exceso de información que, paradójicamente, también facilita su manipulación. Este fenómeno, combinado con la pérdida de centralidad de los medios tradicionales, ha complicado la tarea de combatir la desinformación y la posverdad. “Cuando más necesitamos información validada, profesionalmente conseguida, los medios tradicionales han perdido relevancia”.
El investigador explicó que, históricamente, los medios de comunicación mantenían una relación compleja con el poder político, regulada mediante mecanismos como la asignación de insumos básicos o concesiones. En la actualidad, los gobiernos invierten más en redes sociales e influencers que en publicidad en medios tradicionales, debilitando económicamente a estos últimos.
“Están luchando por una sobrevivencia como elementos centrales de la vida pública. Creo yo que, nos conviene a todos como sociedad y como ciudadanos que los medios de comunicación mantengan su autonomía, mantengan también su capacidad crítica frente a la oleada de desinformación y de alguna manera que los ciudadanos apoyemos a los medios tradicionales en esta función más urgente que nunca de vigilancia no solo del gobierno, sino de todos los actores políticos y sociales en general”.
¿Podemos decir que los medios tradicionales que se quedaron rezagados a causa de esta modernidad, del surgimiento del internet, de las nuevas tecnologías y de las redes sociales ya se quedaron en el pasado (...) van a desaparecer?”, le preguntó al Investigador la entrevistadora Alicia Aguilar.
Olvera reconoció que muchos medios tradicionales han desaparecido, pero aquellos que se adaptan a las nuevas tecnologías y diversifican sus formatos pueden prosperar, puesto que existe una multiplicación extraordinaria en la oferta que se hace por redes sociales y cada medio puede encontrar su propio nicho.
A su parecer un ejemplo de adaptación es The New York Times, que ha incorporado podcasts y videos a su oferta informativa. Sin embargo, Olvera insistió en la importancia de la investigación y el reporteo en terreno para producir información validada como elementos esenciales del periodismo profesional.
En su opinión, dado que es un estudioso de la transformación social, ¿hacia dónde cree que debe de evolucionar la prensa en general para que sea útil a las sociedades en que se desarrollan?
El investigador mencionó la necesidad de que la prensa evolucione hacia un modelo multiplataforma para seguir siendo relevante en el panorama mediático actual. Añadió que en la era de la información, la responsabilidad recae tanto en los medios como en los ciudadanos. Por ello instó a las audiencias a ser un público exigente, crítico y cuidadoso con las fuentes de información.
“Debemos de exigirnos, ser buenos ciudadanos, informarnos críticamente, contrastar opiniones, no creerle a lo primero que nos digan, ser críticos y dudar siempre de todos y de todo, porque de otra manera no podremos navegar estos temporales que estamos viviendo”.
Influencers
Olvera analizó cómo los influencers han tomado parte del rol que antes desempeñaban los medios masivos en entretenimiento y política, señalando que su impacto radica en audiencias jóvenes y temáticas, en su mayoría, triviales. No obstante, también reconoció que algunos cumplen funciones políticas clave, lo que los convierte en herramientas útiles para gobiernos y partidos.
“Todos los periódicos del mundo han disminuido sus tirajes, igualmente las revistas de referencia. La televisión difícilmente conserva capacidades de investigación en sus noticiarios, de manera que tenemos, por consiguiente, mucha libertad y al mismo tiempo limitaciones estructurales para hacer ejercicio de esa libertad.
“Creo yo que en esa tensión es que nos encontramos con búsquedas, reinvenciones de todos los medios de comunicación que están luchando por encontrar su nicho y su espacio. Por cierto, alcalorpolítico.com y este espacio son un ejemplo de esta búsqueda, un medio digital, una televisión en línea que son, en efecto, cosas de las que uno no disponía hasta hace pocos años”, mencionó el investigador.
Libertad informativa y polarización
El exceso de información, añadió Olvera, ha generado una paradoja. Si bien hay mayor libertad para expresarse, también hay limitaciones para ejercer esa libertad de manera efectiva. Esto ha llevado a una polarización extrema en las sociedades, donde los públicos se vuelven cerrados y autorreferenciales.
“En otras palabras, lo que unos dicen no lo escuchan los demás y entonces los públicos se vuelven cerrados o autorreferenciales, no hay discusión pública”, dijo el investigador, mencionando que actualmente existen respuestas agresivas en redes sociales en donde prolifera la violencia simbólica.
“El grupo político que ocupa una parte de ese espacio público puede sentirse autorizado a imponer su opinión sobre todos los demás, primero en formas indirectas y luego en formas directas por medio de actos represivos, más o menos fuertes y creo que estamos hoy en día experimentando tanto a nivel global como en el caso de México esa situación, una situación de alto riesgo, de autocratización en una democracia incipiente lo cual pone al País en una senda, insisto, que es riesgosa”.
Olvera, integrante del Sistema Nacional de Investigadores y de la Academia Mexicana de la Ciencia, insistió en que la estabilidad de la democracia depende de la calidad de los medios y de una ciudadanía informada y activa, pues autoridades de algunos países electas democráticamente terminan convirtiéndose en dictadores.
“Los casos que se acaban de mencionar son aquellos en los cuales regímenes que habían llegado democráticamente al poder se van autocratizando, se van volviendo cada vez más autoritarios. El caso de Daniel Ortega en Nicaragua es paradigmático, un hombre que vino de una revolución social real, la Revolución Sandinista de los 70, que llegó al poder después de muchos años, por una vía electoral democrática, se convirtió poco a poco en un tirano hasta anular no sólo las instituciones democráticas sino el espacio público mismo, metiendo a la cárcel a profesores, a periodistas, expulsando del País a todo aquel que opina de manera diferente”.
Agregó que hay otros casos como Venezuela en donde se vivió una situación similar, junto con la destrucción misma de la economía y de la sociedad venezolana, que ha perdido más de un tercio de su población debido a que ha tenido que migrar porque no hay trabajo ni condiciones favorables en su país.
“Esto sucedió en Cuba mucho antes, un País que además es uno de los que tiene mayor control de las redes sociales y de toda forma de comunicación, un Estado policiaco absoluto, totalitario para todo fin práctico y yo creo que eso es el extremo más grave de lo que puede suceder en los procesos políticos de autocratización. Esperemos que eso no nos suceda a nosotros, que defendamos nuestros espacios democráticos por precarios que sean y que mantengamos por lo menos la esperanza de un diálogo constructivo”.
Periodismo ciudadano
Al cierre de la conversación, Alberto Olvera reflexionó sobre el impacto del periodismo ciudadano, que se ha multiplicado gracias a la tecnología. Señaló que cualquier persona con un teléfono móvil puede convertirse en reportera de facto, documentando eventos en tiempo real como accidentes, agresiones o hechos delictivos. “No se siente reportero, lo es, porque brinda testimonios que, de otra forma, quedarían en el olvido. Sin embargo, esa información cruda no tiene contexto ni interpretación”, comentó.
Olvera advirtió sobre los riesgos de consumir información “sin curaduría”, destacando que la falta de análisis impide comprender el significado de los acontecimientos. “La información no se puede leer en bruto, necesita contexto. Hoy no sabemos a quién creerle, porque no hay control sobre lo que se muestra”, explicó.
Con esta reflexión, Olvera destacó la relevancia de los medios tradicionales en su función de organizar, verificar y contextualizar la información en un entorno digital cada vez más saturado. “Lamentamos mucho la ausencia de medios que logren hacer esa curaduría imprescindible de la información”, expresó.