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Sección: Estado de Veracruz

Las palabras de la ley

La cultura de paz

Salvador Martínez y Martínez Xalapa, Ver. 30/10/2024

alcalorpolitico.com

“La educación se basará en el respeto irrestricto de la dignidad de las personas, con un enfoque de derechos humanos y de igualdad sustantiva. Tenderá a desarrollar armónicamente todas las facultades del ser humano y fomentará en él, a la vez, el amor a la Patria, el respeto a todos los derechos, las libertades, la cultura de paz y la conciencia de la solidaridad internacional, en la independencia y en la justicia; promoverá la honestidad, los valores y la mejora continua del proceso de enseñanza aprendizaje.” Constitución Política de México, artículo 3°, párrafo tercero.

Existen temas recurrentes. El día de hoy nos asaltó uno de ellos. El lector siempre amable nos disculpará por esto y cabe decir que el motivo primordial del escrito es animar y animarnos. El artículo de hoy es una meditación sobre el fomento de la cultura de paz.

La primera vez que hicimos pública esta meditación fue en el curso “Derecho y Cultura de la No Violencia”, impartido en la Biblioteca José E. Iturriaga y Sauco de Coatepec, Veracruz, en el año 2018, curso organizado por el Ayuntamiento de Coatepec y las asociaciones civiles Reconstruyendo Juntos Acciones por México y Consejo Civil de Xalapa.



Empleamos la voz meditar con su significado usual: Pensar atenta y detenidamente sobre algo. Ese “algo” sobre lo que meditamos son algunas frases célebres de algunos célebres pacifistas: “No hay camino para la paz. ¡La paz es el camino”! Mahatma Gandi; "Lo preocupante no es la perversidad de los malvados, sino la indiferencia de los buenos." Martín Luther King; “La paz comienza con una sonrisa” Teresa de Calcuta.

Una de las bases de la educación en México es fomentar la cultura de paz. Quien ha entregado su vida profesional a la docencia no puede menos que comenzar a pesar el pro y el contra de ese fomento. Hoy, dedicamos este escrito pro del desarrollo de la cultura de paz. Y, por ende, no caímos en la rendición ni ante la resignación por la ausencia de la paz.

Alguna vez indicamos que el camino puede tener un acento místico o religioso. Ante la no/paz quien se rinde o se resigna podría poner las cosas en manos de un Dios y esperar que llegue la paz a través de un suceso que no depende del ser humano.



En México, también lo señalamos, se le ruega a María de Guadalupe, considerada como una deidad femenina, que intervenga al respecto. Dicha actitud, la de rendición o resignación, se asemeja a la estoica: “El ideal lo constituye el sabio que vive conforme a la naturaleza, domina los afectos, soporta sereno el sufrimiento y se contenta con la virtud como única fuente de felicidad”.

Dicho de modo coloquial, otra actitud puede exponerse con dos adagios, los cuáles guardan sinonimia: uno, “A Dios rogando y con el mazo dando” y, otro, “reza, pero sigue remando”. En efecto, ambas frases tienen el mismo significado. Esto es, si alguna vez a un creyente le pasa algo malo, está bien que se encomiende a su Dios y que empiece a rogarle, a pedirle, rezando, que le saque de esa situación, pero, si de verdad quiere salir, por si acaso, también necesita trabajar para solucionar el problema. No se queda de brazos cruzados.

Existe una tercera vía, que es humanista. Con los pies bien plantados en la tierra, esta vía consiste en el análisis de la expectativa, es decir, de la espera de la no-violencia y paz como el resultado que depende de la actuación de nosotros mismos. Esto es todo un desafío.



Ciriaco Izquierdo Moreno encara el tema de sociedad violenta que considera un reto para todos. El siguiente es su planteamiento del tema:

“La aspiración a la paz no sólo es humana, sino que la búsqueda de la paz es la condición de una existencia digna. La paz en el hombre no es un hecho natural sino cultural. Y puesto que la paz es un hecho cultural es necesario cultivar la paz, construir la paz, educar para la paz. La paz representa la unidad de todas las fuerzas vitales, su equilibrio y la dominación de todas las oposiciones. La paz es la corona de la vida. La paz convierte la vida toda en una fiesta.”

El comentario de un escrito anterior exigió una aclaración, pues estos escritos se refieren con atención especial a las abogadas y a los abogados. Los juristas, en un plano puramente humano, encuentran un frágil asidero: La Declaración del Derecho de los Pueblos a la Paz, adoptada por la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas, mediante Resolución 39/11 del 12 de noviembre de 1984.



En aquella ocasión advertimos que la disciplina del Derecho (es decir, los saberes de los juristas), tropieza con tres muy serios problemas. Uno, objetivo, es el de la paz mundial; otro subjetivo, es la exagerada confianza en los Estados y en las organizaciones de Estados; y, el tercero se resume en el contexto de la praxis nacional e internacional.

En relación con el primer problema, la paz mundial tiene expresión sencilla y, por tanto, comprensible: <<los pueblos de nuestro planeta tienen el derecho sagrado a la paz>>. Reafirmando que el propósito principal de las Naciones Unidas es el mantenimiento de la paz y de la seguridad, internacionales.

Esta visión mundial tiene la ventaja de apuntar hacia bases jurídicas ciertas: los principios fundamentales del derecho internacional establecidos en la Carta de las Naciones Unidas.



El segundo problema, es la exagerada confianza en los Estados y, hay que decirlo, sus gobiernos (hoy se sabe que no siempre son de fiar): <<proteger el derecho de los pueblos a la paz y fomentar su realización es una obligación fundamental de todo Estado>>, <<para asegurar el ejercicio del derecho de los pueblos a la paz se requiere que la política de los Estados esté orientada hacia la eliminación de la amenaza de la guerra, especialmente de la guerra nuclear>>.

El tercer problema, el del contexto de la praxis, pues el llamamiento que la Declaración hace a todos los Estados y a todas las organizaciones internacionales es para que contribuyan por todos los medios a asegurar el ejercicio del derecho de los pueblos a la paz mediante la adopción de medidas pertinentes en los planos nacional e internacional. Reconociendo que garantizar que los pueblos vivan en paz es el deber sagrado de todos los Estados.

Hoy retenemos la propuesta de un medio para llevar la paz a la real realidad: la educación para la cultura de paz.



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