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Sección: Estado de Veracruz

Las palabras de la ley

El Reino del Derecho

Salvador Martínez y Martínez Xalapa, Ver. 02/10/2024

alcalorpolitico.com

Per Anderson, grabador nacido en Suecia en 1946. Y, hasta donde tenemos noticia, desde 1970 vive y trabaja en México. La última vez que lo vimos, no hace mucho, fue en La Ceiba Gráfica A. C., la Orduña, municipio de Coatepec, Veracruz.

Hace años se hizo una visita a la casa de este artista y, entre otras cosas, quedamos fascinados, extasiados, con la belleza de una pintura sobre la mitad de un yugo, Instrumento de madera al cual, formando yunta, se uncen por el cuello las mulas, o por la cabeza o el cuello, los bueyes, y en el que va sujeta la lanza o pértigo del carro, el timón del arado, etc. Fuimos sorprendidos por el autor y él preguntó ¿Sabe cuál es el nombre de la obra? Ante la respuesta negativa, el pintor agregó se llama “Un buey soñando con la libertad”.

Por una extraña asociación de ideas, cada vez que se vuelve la mirada hacia la Declaración Universal de los Derechos Humanos, esta obra de arte de la humanidad, emerge la pregunta ¿Podría concebirse que sus autores, aquellas mujeres y hombres esclarecidos, ilustres, famosos y dignos de admiración y respeto, no fueron sino un grupo de bueyes soñando con el Reino del Derecho? Resulta inconcebible.



¿Qué es la Declaración Universal de los Derechos Humanos? La Declaración Universal es un catálogo de Derechos Humanos que formula el ideal de Justicia concebido por mujeres y hombres reales, de carne y hueso, a mediados del siglo XX.

De esta Declaración se requiere saber que fue proclamada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en la ciudad de París, Francia, el 10 de diciembre de 1948. Ella consta de un Preámbulo y 30 artículos. Tiene como antecedentes históricos próximos la Primera Guerra Mundial (1914-1919) y la Segunda Guerra Mundial (1939-1948), que no fueron la causa, pero sí la ocasión de su proclamación.

René Cassin explicó que “Mientras que en su origen muchos deseaban que esta Declaración Universal fuese añadida a la Carta de la Naciones Unidas por una votación de acuerdo con sus estatutos, al cabo de pocos años la Declaración ha sido considerada como un monumento autónomo que sobrevivirá a la Carta en su forma inicial, aun en el caso en que la Organización de las Naciones Unidas sea revisada o refundida. Más aún, siguiendo el ejemplo de lo que sucedió en Francia con la Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano de 1789, que ha adquirido un valor efectivo y permanente superior al de las disposiciones constitucionales, se señala una tendencia en el mundo a considerar la Declaración Universal como una suerte de ley suprema que impone, aun sin texto concreto de aplicación, el respeto de las sociedades civilizadas y de los seres humanos individualmente.”



Para los abogados el tercer considerando del Preámbulo de la Declaración Universal es un garbanzo de a libra, se vale recordarlo: “Considerando esencial que los derechos humanos sean protegidos por un régimen de Derecho, a fin de que el hombre no se vea compelido al supremo recurso de la rebelión contra la tiranía y la opresión; […]”

El sentimiento sufrido en aquella ocasión de la visita a la casa de Per Anderson fue de melancolía, en su significado usual: “Tristeza vaga, profunda, sosegada y permanente, nacida de causas físicas o morales, que hace que quien la padece no encuentre gusto ni diversión en nada.”

En el caso es necesaria una precisión, la causa de aquel dolor cierto fue por verse privado de una libertad en la cual se pudiera optar entre seguir o no la vocación personal. Hoy, al pretender escribir un comentario sobre el Reino del Derecho, se repitió la experiencia melancólica, pero con un sentido asaz diferente respecto de la palabra <<melancolía>>.



El sentido, más que el significado otorgado a la voz “melancolía”, pertenece a Romano Guardini en su obra Apuntes para una autobiografía, en ella confiesa Guardini su inclinación a la melancolía, sentimiento bifronte, tensionado por la inclinación al desánimo y el tirón hacia lo alto. “Sin un temperamento melancólico no creo que sean posibles la capacidad creativa y la relación profunda con la vida. La melancolía no se puede eliminar, sino que hay que insertarla en la vida; esto significa que hay que aceptarla interiormente como un don de Dios y convertirla en un bien para los demás”.

Guardando el debido respeto, hacemos nuestras las palabras de un comentarista de la obra de Guardini: La persona melancólica se caracteriza por sufrir una tensión constante y fuerte hacia lo noble y digno, lo valioso y fecundo. No se contenta con ganancias inmediatas, por intensas y halagadoras que sean. Quiere sentir, a través de lo que ve y le acontece, la presencia de lo excelente, y, si no la experimenta, queda turbada y decepcionada. De ahí el peligro constante de caer en depresión. Pero este estado de depresión es derivado. Procede del fracaso en el intento de elevarse a un nivel de excelencia.

Sin anhelos místicos y toda proporción guardada, la misión de los juristas de hoy, especialmente del docente/investigador, pareciera consistir en buscar y encontrar el camino idóneo para configurar la enseñanza-aprendizaje del Derecho. Aun cuando, en una región genocida como la nuestra, en donde se manifiesta una grave ideologización de los Derechos Humanos y en donde prevalece el capricho de los gobernantes, rara vez se percibe la sujeción a la ley.



Ante esta realidad, habrá que decir con las palabras poéticas de Antonio Machado: “Caminante, son tus huellas / el camino y nada más; / Caminante, no hay camino, / se hace camino al andar. / Al andar se hace el camino, y al volver la vista atrás / se ve la senda que nunca / se ha de volver a pisar. / Caminante no hay camino / sino estelas en la mar.”

Por diversas fuentes sabemos que hoy en la Facultad de Derecho y en el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Veracruzana, están practicando la docencia y la investigación Maestras y Maestros, Investigadoras e Investigadores, con una sapiencia tal que haría ruborizar a las “vacas sagradas” de tiempos idos.

La atención de hoy está enfrascada en los medios, particularmente en las Tecnologías de la Información y la Comunicación, pero los juristas con melancolía, “sentimiento bifronte, tensionado por la inclinación al desánimo y el tirón hacia lo alto”, suelen levantar la mirada hacia la finalidad de su quehacer: hacia la construcción o fortalecimiento del Reino del Derecho.



¡Enhorabuena! Pues, únicamente con esta visión podrán alcanzar la excelencia.

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