17 de diciembre de 2025
alcalorpolitico.com
Si bien en política no existen los “muertos” hay quienes no logran levantarse cuando tienen una caída estrepitosa.
En Veracruz hemos visto políticos muy inteligentes, astutos o aguerridos, que no se dan por vencidos, que han caído a lo profundo pero lograron levantarse, resurgir y llegar a niveles no pensados por quienes los vieron en el piso.
Otros han podido servir institucionalmente a varios gobiernos, lo que para quienes están o han estado en el servicio público saben que no es nada fácil.
Y están quienes en un gobierno acumularon gran poder, por lo mismo cayeron y nuca más pudieron levantarse.
El caso de Manuel Carbonell de la Hoz acaso sea el más emblemático de lo que hablamos en estos comentarios. Candidato a gobernador en 1974, dos o tres días, por el entonces todopoderoso PRI, le fue quitada esa candidatura dando paso al “carbonelazo”.
Carbonell fue el poderoso subsecretario de Gobierno del gobernador Rafael Murillo Vidal. Todos los asuntos políticos pasaban por su oficina y, llegado el momento de la decisión por parte del presidente Echeverría, decidió que el candidato a gobernador de Veracruz fuera el colaborador de Murillo y gente cercana al entonces subsecretario en la Secretaría de Gobernación, Fernando Gutiérrez Barrios.
Pero lo tiraron y lo que debió sentir Carbonell seguramente fue terrible. Dicen que emocionalmente nunca se recuperó del todo y todavía le aguardaba otra desgracia. Su gran amigo e impulsor, Gutiérrez Barrios, fue nominado candidato a gobernador en 1986, doce años después del carbonelazo. Carbonell hubiera resurgido políticamente... pero falleció.
Carlos Brito fue, los seis años, un subsecretario de Gobierno con poder en el gobierno de Rafael Hernández Ochoa. Otros hasta ahí hubieran llegado, pero Brito fue llamado después por el gobernador Dante Delgado para que fuera alcalde sustituto en Coatzacoalcos y, después, fue coordinador de los diputados en el Congreso local con el gobernador Miguel Alemán y luego presidente del PRI estatal. Con Fidel Herrera y Javier Duarte también tuvo participación.
Ignacio Morales Lechuga fue un subsecretario y secretario de Gobierno con fuerza en el gobierno de Agustín Acosta Lagunes, quien lo quitó cuando quiso ejercer plenamente el poder. Morales Lechuga regresó a su importante notaría de la CDMX, pero ya con el gusto del servicio público, así que después fue procurador de Justicia del Distrito Federal y procurador de Justicia de la República, así como embajador en Francia.
Amadeo Flores Espinosa fue director de Seguridad Pública y secretario de Gobierno en la segunda etapa del gobierno de Acosta Lagunes. Después pudo ser coordinador de los diputados en el Congreso local con Dante Delgado, volvió a ser secretario general del PRI y lo presidió con Patricio Chirinos, fue diputado federal y nuevamente fue legislador local, en una larga carrera.
LOS CASOS DE DANTE Y YUNES LINARES
Dante Delgado fue subsecretario de Gobierno y presidente del PRI a la fuerza, al no ser impulsado por el gobernador en turno, Acosta Lagunes. Después fue secretario de Gobierno con Gutiérrez Barrios y gobernador sustituto de cuatro años. Luego vino su encarcelamiento, al pelearse con el entonces presidente Ernesto Zedillo y tener cuentas pendientes. Lo daban por muerto, pero fundó su partido, Convergencia por la Democracia, ahora Movimiento Ciudadano, y actualmente está en vías de convertirse en la segunda fuerza política del país.
Y Miguel Ángel Yunes Linares, quien tuvo que irse del estado para ya no tener problemas con Acosta Lagunes, regresó para ser un secretario de Gobierno con fuerza con el gobernador Patricio Chirinos, sin embargo, a punto de ser el candidato a gobernador por el PRI, fue enviado a presidir ese partido, como antesala para su candidatura, y vino la primera gran zarandeada para el priismo veracruzano, al perder la mitad de las alcaldías en juego.
Lo dieron por muerto y resurgió en el PAN, teniendo cargos públicos federales e impulsando al panismo local. Luego perdió como candidato a gobernador para finalmente lograr su objetivo, ser gobernador. Después de eso, en la mira del morenismo y, sobre todo, de la actual gobernadora Rocío Nahle, cuando nadie lo esperaba pasó a ser aliado de Morena.
PATROCINIO Y EL LIMBO
Patrocinio Cisneros, quien gobernó Veracruz desde la Secretaría de Gobierno, pues así lo decidió el gobernador Cuitláhuac García, según él tuvo al alcance de su mano la candidatura de Morena a gobernador.
Como secretario de Gobierno hizo y deshizo, ególatra, fue también represor no solo con sus oponentes sino con sus propios correligionarios, mandando a encarcelar a quien se le opusiera o se le atravesara en sus intereses.
Mareado por el poder, que siempre es transitorio, llegó el momento en que se le enfrentó a su hacedora, la por ese entonces secretaria de Energía, Rocío Nahle, a quien decidió pelearle la candidatura. Solo él pensaba que la ganaría, la realidad fue cruel con Patrocinio.
Llegado el momento y ante los otros integrantes del gabinete de Cuitláhuac que también soñaron con la candidatura, más para a ver qué sacaban que por otra cosa, Nahle expresó: De mi cuenta corre que (Patrocinio) se vaya de Veracruz.
Hoy, echó a andar la versión de que ha sido llamado a apoyar en cuestiones políticas, lo que seguramente anhela, pero está lejos de eso.
Cuando menos puede andar en Coatepec y su tierra, Otatitlán, que ya es mucho. Pero que no se confíe, la Gobernadora tiene sus arranques.
A lo mejor algún día resurge, si Morena sigue en el poder, dado que en política no hay “muertos”, pero eso no será en este gobierno. ¿Lo logrará o seguirá permanentemente en el limbo?
En Veracruz hemos visto políticos muy inteligentes, astutos o aguerridos, que no se dan por vencidos, que han caído a lo profundo pero lograron levantarse, resurgir y llegar a niveles no pensados por quienes los vieron en el piso.
Otros han podido servir institucionalmente a varios gobiernos, lo que para quienes están o han estado en el servicio público saben que no es nada fácil.
Y están quienes en un gobierno acumularon gran poder, por lo mismo cayeron y nuca más pudieron levantarse.
El caso de Manuel Carbonell de la Hoz acaso sea el más emblemático de lo que hablamos en estos comentarios. Candidato a gobernador en 1974, dos o tres días, por el entonces todopoderoso PRI, le fue quitada esa candidatura dando paso al “carbonelazo”.
Carbonell fue el poderoso subsecretario de Gobierno del gobernador Rafael Murillo Vidal. Todos los asuntos políticos pasaban por su oficina y, llegado el momento de la decisión por parte del presidente Echeverría, decidió que el candidato a gobernador de Veracruz fuera el colaborador de Murillo y gente cercana al entonces subsecretario en la Secretaría de Gobernación, Fernando Gutiérrez Barrios.
Pero lo tiraron y lo que debió sentir Carbonell seguramente fue terrible. Dicen que emocionalmente nunca se recuperó del todo y todavía le aguardaba otra desgracia. Su gran amigo e impulsor, Gutiérrez Barrios, fue nominado candidato a gobernador en 1986, doce años después del carbonelazo. Carbonell hubiera resurgido políticamente... pero falleció.
Carlos Brito fue, los seis años, un subsecretario de Gobierno con poder en el gobierno de Rafael Hernández Ochoa. Otros hasta ahí hubieran llegado, pero Brito fue llamado después por el gobernador Dante Delgado para que fuera alcalde sustituto en Coatzacoalcos y, después, fue coordinador de los diputados en el Congreso local con el gobernador Miguel Alemán y luego presidente del PRI estatal. Con Fidel Herrera y Javier Duarte también tuvo participación.
Ignacio Morales Lechuga fue un subsecretario y secretario de Gobierno con fuerza en el gobierno de Agustín Acosta Lagunes, quien lo quitó cuando quiso ejercer plenamente el poder. Morales Lechuga regresó a su importante notaría de la CDMX, pero ya con el gusto del servicio público, así que después fue procurador de Justicia del Distrito Federal y procurador de Justicia de la República, así como embajador en Francia.
Amadeo Flores Espinosa fue director de Seguridad Pública y secretario de Gobierno en la segunda etapa del gobierno de Acosta Lagunes. Después pudo ser coordinador de los diputados en el Congreso local con Dante Delgado, volvió a ser secretario general del PRI y lo presidió con Patricio Chirinos, fue diputado federal y nuevamente fue legislador local, en una larga carrera.
LOS CASOS DE DANTE Y YUNES LINARES
Dante Delgado fue subsecretario de Gobierno y presidente del PRI a la fuerza, al no ser impulsado por el gobernador en turno, Acosta Lagunes. Después fue secretario de Gobierno con Gutiérrez Barrios y gobernador sustituto de cuatro años. Luego vino su encarcelamiento, al pelearse con el entonces presidente Ernesto Zedillo y tener cuentas pendientes. Lo daban por muerto, pero fundó su partido, Convergencia por la Democracia, ahora Movimiento Ciudadano, y actualmente está en vías de convertirse en la segunda fuerza política del país.
Y Miguel Ángel Yunes Linares, quien tuvo que irse del estado para ya no tener problemas con Acosta Lagunes, regresó para ser un secretario de Gobierno con fuerza con el gobernador Patricio Chirinos, sin embargo, a punto de ser el candidato a gobernador por el PRI, fue enviado a presidir ese partido, como antesala para su candidatura, y vino la primera gran zarandeada para el priismo veracruzano, al perder la mitad de las alcaldías en juego.
Lo dieron por muerto y resurgió en el PAN, teniendo cargos públicos federales e impulsando al panismo local. Luego perdió como candidato a gobernador para finalmente lograr su objetivo, ser gobernador. Después de eso, en la mira del morenismo y, sobre todo, de la actual gobernadora Rocío Nahle, cuando nadie lo esperaba pasó a ser aliado de Morena.
PATROCINIO Y EL LIMBO
Patrocinio Cisneros, quien gobernó Veracruz desde la Secretaría de Gobierno, pues así lo decidió el gobernador Cuitláhuac García, según él tuvo al alcance de su mano la candidatura de Morena a gobernador.
Como secretario de Gobierno hizo y deshizo, ególatra, fue también represor no solo con sus oponentes sino con sus propios correligionarios, mandando a encarcelar a quien se le opusiera o se le atravesara en sus intereses.
Mareado por el poder, que siempre es transitorio, llegó el momento en que se le enfrentó a su hacedora, la por ese entonces secretaria de Energía, Rocío Nahle, a quien decidió pelearle la candidatura. Solo él pensaba que la ganaría, la realidad fue cruel con Patrocinio.
Llegado el momento y ante los otros integrantes del gabinete de Cuitláhuac que también soñaron con la candidatura, más para a ver qué sacaban que por otra cosa, Nahle expresó: De mi cuenta corre que (Patrocinio) se vaya de Veracruz.
Hoy, echó a andar la versión de que ha sido llamado a apoyar en cuestiones políticas, lo que seguramente anhela, pero está lejos de eso.
Cuando menos puede andar en Coatepec y su tierra, Otatitlán, que ya es mucho. Pero que no se confíe, la Gobernadora tiene sus arranques.
A lo mejor algún día resurge, si Morena sigue en el poder, dado que en política no hay “muertos”, pero eso no será en este gobierno. ¿Lo logrará o seguirá permanentemente en el limbo?