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Columnas y artículos de opinión
Kairós
Elecciones intermedias: palanca pa´ la grande
Francisco Montfort Guillén
4 de marzo de 2015
alcalorpolitico.com
El desprecio por las llamadas elecciones intermedias es proporcional a su importancia. Y sin embargo sigue siendo vista con desinterés por los ciudadanos. Para muy pocas personas elegir únicamente diputados federales resulta de la mayor importancia. Porque inclusive los candidatos pelean por su elección, pero no son conscientes del papel fundamental que tienen en la reproducción del poder de su partido. Poco importa que como diputados sean nulos. Su triunfo es lo que importa. Lo decisivo son los votos que acumula a favor de su partido.
 
Elegir solamente diputados carece de glamour. La distancia es su signo de identidad. Son personajes que piden el voto, si lo consiguen difícilmente mantendrán contacto directo con su electorado, si no obtienen el triunfo, también desaparecerán de los ojos ciudadanos. Los candidatos electos diputados federales se irán a trabajar (bueno, sólo algunos) a la ciudad de México. Sabremos de ellos por sus pleitos, por sus desfiguros y tal vez por alguna ley aprobada que destaquen los medios de comunicación masiva. Algunos diputados federales estarán pendientes de su distrito, pueden hacer gestiones para obtener dinero para alguna obra pública o conseguirán algunos recursos materiales para atender algunas necesidades de sus electores. Pero estas gestiones, estas acciones tan del gusto de diputados y seguidores son secundarias a la importancia de su papel, precisamente como integrantes del Poder Legislativo.
 
Alain Touraine distingue a este poder no sólo como contrapeso del Poder Ejecutivo. En una democracia el poder significativo es el parlamento, el legislativo que define con sus acciones el rumbo del país. Por esta razón, el sociólogo francés destaca como singularidad del legislador su doble autonomía. Es autónomo respecto del poder ejecutivo como contrapeso, pero al mismo tiempo, es colaborador estrecho del ejecutivo si está de acuerdo con las propuestas del mismo y le aprueba sus proyectos de presupuesto, sus proyectos de ley.
 

El legislador se debe a sus votantes. Pero también debe ser autónomo respecto a sus demandas cuando el interés nacional sobrepasa el de los grupos particulares. Y cuando el legislador piensa que algunas decisiones del ejecutivo pueden dañar a sus electores, entonces la autonomía del legislador vacila hacia ellos, diferenciándose y ejerciendo su poder en contra del ejecutivo o de la fracción parlamentaria dominante. El ejercicio del poder del legislador es cambiante, es vacilante, no puede aferrarse a sólo una posición como podría hacerlo el poder ejecutivo. Estas son formas en que se desarrolla su trabajo.
 
Otra cosa es su función política. De acuerdo a las leyes vigentes, será el resultado de la votación del poder legislativo el factor determinante de las prerrogativas, es decir de sus financiamientos en dinero y en especie, básicamente tiempos de promoción en medios masivos mediante los tiempos oficiales del Estado. Y ganar la elección intermedia como fuerza política significa mucho más que un triunfo partidista. Representa la posibilidad de allanar el camino a los proyectos presidenciales o la posibilidad de ejercer verdaderamente un contrapeso a dichas decisiones. Significará lo más importante: la posibilidad de planear o diseñar la estrategia para ganar la elección presidencial en la elección siguiente.
 
Estas obviedades para los enterados han sido pasada por alto por todos los partidos, excepto por el PRI. Los electores de oposición a este partido se alejan en las elecciones intermedias porque no conocen o reconocen su importancia. Esperan a la elección presidencial para apoyar a su candidato y salir a votar a favor de un cambio. De entrada están en desventaja por las prerrogativas que recibe su partido por parte del INE, porque éstas dependen de los votos de las elecciones intermedias. Tienen menos fuerza legislativa para aprobar sus proyectos de ley. El ejemplo más claro lo tenemos en los dos periodos presidenciales del PAN durante los cuales no pudieron aprobar las leyes que significaban un verdadero cambio. En esta situación radica en buena medida el llamado fracaso panista, al cual contribuyeron los propios blanquiazules con su inexperiencia y después por su voracidad presupuestal. En cambio el PRI resultó vencedor en las dos elecciones intermedias y fue una de sus plataformas para regresar al poder presidencial.
 

La situación actual no parece ofrecer cambio alguno. Las encuestas primeras indican la superioridad del PRI en las preferencias electorales. El Financiero en encuesta cara a cara tiene los resultados esperados: PRI/Verde obtendrían en su alianza de 244 de 300 distritos 43% de los votos contra el 40% obtenido en 2012. El PAN obtuvo 27.3% en 2012 y ahora tiene una intención de voto de 26%. El cambio está en la izquierda que en conjunto obtuvo, en 2012, el 28.4% de los votos con una participación perredista de 17.3% y ahora suma sólo 13% de las intenciones del voto y Morena alcanza 9%: la izquierda sin embargo acumula 27% sumando a todos los partidos de esa corriente. (Enrique Quintana, ¿Cómo pinta el proceso electoral este año?, El Financiero, 16/02/2015).
 
Esta es la situación nacional. Desde luego en cada estado y en cada distrito electoral la situación cambia. Por ejemplo en Veracruz, durante las últimas elecciones locales y federales, el PAN ha resultado victorioso en cuanto el número de votos totales. Si esta votación no se refleja en distritos o diputaciones ganadas se debe a que en donde ha perdido las elecciones ha sido por un margen mínimo. En esta elección la situación puede cambiar debido las circunstancias políticas, económicas y sociales que se viven en Veracruz. O bien, pueden seguir iguales si los votantes panistas continúan con su indiferencia respecto a la importancia de las elecciones intermedias.
 
Las elecciones de diputados federales tienen su propio comportamiento y se diferencian de las elecciones locales. Es difícil que sirvan como referendo interno sobre las autoridades en ejercicio del poder local o como referente de las elecciones para gobernador. Pienso que el esfuerzo de todos los partidos debería ser resaltar la importancia de estas elecciones que deciden el futuro inmediato del país. La histórica elección de 1997 debería ser referencia obligada, pues es a partir de ella que por fin el ejercicio democrático rindió su mejor fruto con la pérdida de la mayoría del PRI, que significó en realidad el fin de su dominio hegemónico, el fin del sistema llamado, con propiedad, priista.
 

Un legislativo con dominio opositor obliga a los políticos a sacar lo mejor de ellos para convencer a sus rivales y ejercer de manera conjunta el poder de decidir el futuro inmediato de la nación. Construir un poder legislativo sin mayorías claras no es una desventaja cuando se tiene un proyecto que convence a los opositores. Es una pena que los ahora partidos de oposición confundan sus funciones de autonomía. Estuvo muy bien su participación en el llamado Pacto por México. Estuvo muy mal, si es cierto, que diputados y senadores de oposición recibieran pagos extras y muy grandes para aprobar ciertas reformas porque eso significó claudicar en su autonomía para ejercer el contrapeso de poderes en sus funciones, como se ha visto en casos notables como la investigación sobre el conflicto de intereses del presidente Enrique Peña Nieto, su esposa y el secretario de hacienda Luis Videgaray.
 
Los ciudadanos debemos impulsar la construcción de un parlamento más plural, menos servil, más heterogéneo, menos dócil que enriquezca en el debate y en las decisiones los proyectos de ley, la conformación del presupuesto, la forma en que se ejerce el gasto público y su efectividad, estos dos aspectos fundamentales para evaluar las capacidades de ejecución, precisamente, del poder ejecutivo. Por ejemplo: ¿de qué ha servido el gasto en la enseñanza del inglés en las escuelas públicas con maestros analfabetos en inglés (y en español), si después de más de 80 años seguimos siendo un país que no maneja bien el español y seguimos siendo monolingües? Los ejemplos pueden multiplicarse al infinito.
 
Participemos pues en estas elecciones en que deberemos escoger entre los candidatos que nos ofrecen los partidos. No tenemos de otros, los que idealmente quisiéramos, sino los reales, con todos sus defectos y cualidades. Lo importante es no abandonar la lucha por la democracia electoral que sirve de base para exigir mejores conductas y comportamientos a quienes resulten vencedores en estas elecciones. Nos pueden disgustar los candidatos, pero debemos votar para equilibrar los poderes con una mayor pluralidad en el legislativo. Tal vez votar con asquito por el candidato, pero con plena convicción democrática para conformar un poder legislativo plural, clave para el desarrollo del país. Kairós se toma unas semanas de obligado silencio. Reaparecerá con la salud recobrada.