icono menu responsive
Columnas y artículos de opinión
Kairós
Hacia una crónica de incesante lucha
Francisco Montfort Guillén
6 de julio de 2016
alcalorpolitico.com
Tal vez sea esta condición la que debiéramos asumir frente a la complejidad de lo real. El título es una frase robada a Leon Wieseltier de su texto Tres reflexiones sobre la barbarie. Ayer y Hoy, incluido en el dossier sobre La política del odio en Letras Libres de junio 2016. Retratar nuestros esfuerzos por cambiar aspectos de la realidad de desastre que se vive en Veracruz. Hacer la crónica de nuestras tareas es más humilde o menos pretencioso que pensar en la construcción de utopías que después se desmoronan como castillos de naipes.
 
Porque es la cadena de progresos y retrocesos la que sucede en el tiempo y nos domina o restringe en nuestros deseos de perfección, de eliminación radical de males, de atenuación cuando menos de humillaciones, de exclusiones, de desprecios. Esta otra cadena que ha sometido a la sociedad veracruzana durante muchos, demasiados años y que hoy tiene roto un eslabón gracias a la voluntad de los votantes. Porque el PRI y el gobierno en funciones hicieron todo para detener la alternancia. El PAN y el PRD hicieron todo para promoverla. Pero fueron los electores sin partido los que decidieron la partida.
 
La incesante lucha para detener la barbarie y empujar la civilización es la tarea cotidiana en toda sociedad, no sólo de la veracruzana. En esta lucha no hay un único actor que detente la verdad sobre el progreso o el retroceso. Y esta que puede ser una verdad de Perogrullo, debe ser recordada ahora que, precisamente, hemos abierto un nuevo canal de luchas para empujar la civilización y contener nuestras barbaries.
 

Llevamos años anhelando vivir en un régimen democrático. Pero nos asusta su esencia. El conflicto es su razón de ser. En un régimen autoritario (no se diga en uno de estilo totalitario) los conflictos no explotan a plenitud si no es en contra del régimen como tal. En cambio en democracia florecen los conflictos, pero no en contra del régimen, sino como exposición abierta y convulsiva debida a la inacción gubernamental o por acciones juzgadas inconvenientes por sus actores.
 
Esta confusión atora la resolución de conflictos. Esta es una de las razones por las cuales es tan difícil resolver el problema magisterial con la CNTE. Su lucha no es en contra de una ley. Es en contra del régimen. Y muchos de quienes los apoyan están en la misma lógica: critican y luchan en contra del PRI y su gobierno sin distingos precisos. La ley les ha quitado un privilegio, contrario al funcionamiento de un régimen democrático. Y quieren no solo restablecerlo, sino que buscan reestablecer el régimen de privilegios que creó el PRI durante su reinado de partido único.
 
Es contradictorio aspirar a crear privilegios para grupos especiales o personas particulares y aspirar al mismo tiempo a vivir en un sistema democrático. Por eso las luchas de la CNTE y los guerrilleros, y los acomodos del SNTE, y la corrupción y la impunidad tienen el mismo origen antidemocrático: pertenecen a una visión patrimonialista de los recursos públicos que siempre es posible recomponer gracias <<a la negociación>> privada, a oscuras, entre actores oficiales pero convertidos en agentes privados que dan la espalda al interés público.
 

También es notable que las luchas por el poder en Veracruz presenten descarnadamente su anacronismo. En realidad el gobierno lucha una batalla pre-democrática. Son estertores de un sistema de privilegios, de un gobierno privatizado por pequeños grupos que se han sucedido en el poder para saciar sus sedes de beneficios particulares, sin pudor ni vergüenza alguna. Sus armas se presentan desnudas validadas por la barbarie. Porque en estos días los bárbaros pueden ser definidos como los a-demócratas o anti-demócratas.
 
La modernidad, dice Leon Wieseltier, tiene <<como adagio canónico>> la sentencia de Walter Benjamin: <<No hay documento de cultura que lo sea al mismo tiempo de barbarie>>. Es decir que debemos considerar con toda seriedad que una no se explica sin la otra, y más precisamente, que la otra siempre va unida a la primera. Civilización y barbarie es también el título de una asombrosa obra de Cornelius Castoriadis, el pensador dilecto de la modernidad. Se podría decir más precisamente que, resumiendo la propuesta de Wieseltier, que nuestros días son la crónica de la eterna lucha entre civilización y barbarie, que no existe nada predefinido, que no puede pensarse en una victoria de una sobre la otra.
 
Para presidir esta crónica me gustan unos versos de Hölderlin, el poeta alemán que toma para sus reflexiones sobre el mismo tema Martin Heidegger. ¡Cercano, / Y difícil de captar; el dios!/ Pero donde está el peligro, crece/ También lo que salva. Este verso lo traje a la reflexión el día en que presentaba la Revista Confluencias, órgano de difusión de la Reforma Democrática del Gobierno del estado de Veracruz. Y a la vera de los retrocesos en materia de instituciones electorales, con funcionamiento contrario a la democracia y con personajes fatales por su aliento corruptor, como el actual presidente del OPLE, ha nacido el aliento de cambio que debe ser aprovechado por todos los ciudadanos anhelantes de vivir en democracia.
 

Y lo que salva no es una persona y su triunfo providencial. Lo que salvará a Veracruz es la participación ciudadana. Gracias a ella se pudo remontar la desventaja de 20 puntos de votación, porcentaje calculado por expertos en ciencia política de los Estados Unidos. Lo que salva es y será el respaldo de los ciudadanos al cambio y sus exigencias permanentes, continuas, persistentes. El cambio conducido por la visión y los años de lucha de dos partidos emblemáticos de la oposición en México como son el PAN y el PRD.
 
Esto significa que el nuevo y próximo gobernador constitucional no debe ser visto como un Salvador. Por el contrario, radica en buena medida en las acciones ciudadanas, para que Miguel Ángel Yunes Linares sí sea el agente de cambio que muchos ciudadanos desean y que su camino sea continuado por otros hombres y mujeres que estén en condición de constituirse en seres humanos modernos.
 
Por supuesto que un primer paso es cerrar la llave de acción y de impunidad a los funcionarios corruptos. Y a los poderes fácticos anti sistémicos, y sistémicos, como el crimen organizado y el sindicalismo corporativizado, que lucharán para mantener sus cotos de poder, sus privilegios, sus ganancias ilícitas. Y en este caso como en muchos otros, será la acción de los seres humanos libres las que exijan y arropen las decisiones de cambio que conduzca el nuevo equipo de gobierno.
 

No esperemos milagros ni descalifiquemos en bulto las acciones gubernamentales, ni las federales del PRI, ni las locales del próximo gobernador de la alianza PAN/PRD. Actuemos como hombres modernos, es decir, asumamos que algunas acciones propuestas para bien pueden desencadenar actos de barbarie como ha sucedido con la reforma educativa y las reacciones de la CNTE. Asumamos que en donde crece el peligro también crece lo que salva, como sucedió con el triunfo impensable para muchos de Miguel Ángel Yunes Linares. Asumamos que el cambio real se sucede con la contribución de todos los ciudadanos de bien, porque la revolución de las mentalidades es la más difícil y ésta apenas asoma el pico entre las lluvias veraniegas.