En el marco del Día Mundial del Medio Ambiente, es importante recordar que Veracruz es una entidad reconocida por su alta diversidad biológica, misma que es urgente proteger. La Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (CONABIO) considera a nuestro estado como el tercero con mayor biodiversidad en México, después de Oaxaca y Chiapas.
En gran medida, lo anterior es posible gracias a que cuenta con casi todos los climas descritos para el país (más de 40 tipos) y a que presenta una variada topografía que provoca diversos pisos altitudinales que van desde el nivel del mar hasta los 5,747 metros sobre el nivel del mar en la montaña más alta de México: el Pico de Orizaba o Citlaltépetl.
De acuerdo con la publicación del repositorio institucional de la Universidad Veracruzana denominada Biodiversidad, en el pasado se cree nuestro estado estaba totalmente cubierto de vegetación sobre todo de bosques y selvas. Desafortunadamente, desde mediados del siglo pasado, la singular biodiversidad veracruzana ha estado sufriendo una fuerte presión como resultado de la eliminación de extensas áreas de vegetación natural, por lo que la vegetación natural actualmente sólo cubre alrededor de 1,091,599 hectáreas, esto es el 15.2% de la superficie del estado.
Este documento recuerda que, para México en su conjunto, la Comisión Nacional para el Estudio y Uso de la Biodiversidad (CONABIO) registra 23,522 especies de plantas, mientras que en Veracruz se han reportado 7,482 especies vegetales, 35% del total estimado para el país.
En el caso de los animales, se han registrado en Veracruz un total de 1,291 especies de vertebrados, que incluyen 129 especies de peces dulceacuícolas. Para otros grupos más numerosos, como los invertebrados, se estima que es posible la existencia de entre 14 mil y 36 mil especies, expone.
Sin embargo, toda esta riqueza está en peligro, ya que nuestra población, que va en aumento, somete los ecosistemas a una inmensa presión, la cual se agrava por la explotación de más tierras y recursos. La Organización de Naciones Unidas (ONU) destaca que, a escala mundial, cada año se pierden alrededor de 4.7 millones de hectáreas de bosque tropical, una superficie del tamaño de la República Dominicana o Eslovaquia, a menudo con el fin de aumentar las extensiones de cultivo para la obtención de productos agrícolas como el aceite de palma y la carne de vacuno.
“Muchos de los bosques restantes están sufriendo un proceso de degradación a causa de la explotación forestal, la obtención de leña, la contaminación y las plagas invasoras. Incluso los árboles ubicados fuera de los bosques están desapareciendo para dar paso a viviendas, carreteras y presas y a la agricultura intensiva. Los incendios forestales, agravados por el cambio climático, pueden devastar los ecosistemas forestales”.
El Instituto Nacional de Estadística y Geografía expone que, en México, particularmente en 1985 la vegetación primaria, es decir, sin alteración o degradación, cubría 1,543,545 kilómetros cuadrados de la superficie nacional. Para 2014, esta cobertura había disminuido un 9.4%, al cubrir los 1,398,394 kilómetros cuadrados.
Por ello es fundamental impulsar la recuperación de los ecosistemas. Un informe reciente del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) encontró que los beneficios económicos de hacerlo son prometedores: “Entre ahora y 2030, la restauración de 350 millones de hectáreas de ecosistemas terrestres y acuáticos degradados podría generar 9 billones de dólares en servicios ecosistémicos y eliminar hasta 26 gigatoneladas de gases de efecto invernadero de la atmósfera. Esto supone beneficios económicos diez veces superiores que el costo de la inversión, mientras que la inacción es al menos tres veces más costosa”.
De acuerdo con los especialistas, la naturaleza puede y debe ser parte de la solución a medida que crece el impulso internacional para descarbonizar a las economías mundiales. La restauración de los ecosistemas ayudará a proteger y mejorar los medios de vida, regular las enfermedades, reducir el riesgo de desastres naturales y contribuir al logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible para 2030.
“Así como causamos la crisis climática, la crisis de la biodiversidad y la crisis de la contaminación, podemos revertir el daño que hemos hecho; podemos ser la primera generación en reinventar, recrear y restaurar la naturaleza para impulsar la acción hacia un mundo mejor”, consideró Inger Andersen, directora ejecutiva del PNUMA.