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Sección: Estado de Veracruz

Libertas

Francisco vive en sus fraternos ideales

José Manuel Velasco Toro 24/04/2025

alcalorpolitico.com

Cuando las ideas poseen fundamento social y cultural sólido, permanecen latentes por mucho tiempo en la historia. Pueden, en su momento, no ser relevantes, pero cuando hay condiciones sociales complementarias, emergen con portentosa fuerza al pasar de la abstracción del pensar a la concreción de la acción. Ideas como democracia, libertad, justicia, derechos humanos, igualdad, inclusión, libertad de expresión y muchas más que hoy son parte de nuestro lenguaje y lucha política cotidiana, germinaron en las mentes de muchos pensadores y florecieron, en ocasiones, mucho tiempo después de su creación después de dolorosas y arduas luchas para lograr su real concreción, sin que dejen de estar siempre amenazadas por ideales retrógrados y absolutistas.

Las ideas, como representación mental, emergen de la experiencia misma de la vida y son expresión de la realidad del mundo que permite explicar las múltiples y complejas relaciones que envuelven los distintos contextos sociales. Las ideas poseen enorme fuerza espiritual cuando se cultivan en sentido de impulso del progreso humano, y es así porque invisten poder transformador de la realidad social.

El Papa Francisco lo sabía muy bien, y entre sus muchos legados a la humanidad que serán perdurables, están las significativas ideas que articulan su filosofía social y cristiana, mismas que expresó y practicó a lo largo de su vida y pontificado. Con ellas impregnó el ideal humano del futuro con sabiduría y reiteración de la visión de justicia, permeó con amor y ternura las rutas de solución a los conflictos para lograr armonía en el mundo. Justicia social, respeto y cuidado de la naturaleza, equidad y amistad social, inclusión y apertura con coexistencia y fraternidad, compromiso con el impulso a la ciencia y su aplicación para resolver la crisis climática, ética en la justicia y unidad social, todos principios fundamentales que emergen del amor a la vida y del sentimiento de paz como respuesta a los conflictos humanos.



Principios fundamentales que urge anclar en la práctica social para lograr una gran y generalizada revolución espiritual que conduzca hacia un nuevo paradigma de la humanidad donde, como nos inspira Francisco, seamos hermanos “del sol, del mar y del viento” en unidad humana y nos elevemos como sembradores de paz en todos los ámbitos de nuestro hogar la Tierra y el Cosmos. La Carta Encíclica Fratelli Tutti del Santo Padre Francisco sobre la fraternidad y la amistad social (2020) y antes en la encíclica Laudato Si (2015), invita a la conversión humana para la paz y a la reinvención ecológica para frenar la degradación del medio ambiente y reconstruir nuestro lazo natural.

En ambos textos impulsa a recuperar el equilibrio con la naturaleza y transformar la economía depredadora en una economía equitativa con desarrollo sostenible. Pero, sobre todo, convoca a ser responsables con todo; y, ante todo, pregona que la existencia humana debe reencontrarse en la y con la Naturaleza donde existe y radica su porvenir como especie. En él, la ciencia no es contraria a la religión, por el contrario, las considera como existencias complementarias.

Planteó que la ciencia brinda conocimiento y apertura ontológica fundamental para la reconversión ecológica y superación de la pobreza como supremo acto de justicia social. Como también resaltó la importancia de promover el uso ético y responsable de la tecnología digital y la inteligencia artificial. Su devoción religiosa no es opuesta al conocimiento científico, pero sí reclamante de que éste debe impregnarse del sentimiento de fraternidad, inclusión y diálogo para caminar con paso firme hacia la solución de los conflictos que han puesto en peligro de destrucción el proceso civilizatorio y la vida humana.



La fe en él se afianza en el amor, en la justicia y la inclusión, principios angulares de la paz y valores trascendentes de la humanidad. Francisco vivirá en el corazón, en la mente y en el espíritu, cristiano o no, porque su voz fue y será voz que señaló con toda claridad, y lo seguirá haciendo, cuáles son las “sombras de un mundo cerrado” que rompen los “sueños en pedazos”. Sombras muy presentes en el mundo y con mayor obscuridad en muchos países como el nuestro: derechos humanos pisoteados, pobreza extendida, catástrofe del medio ambiente por la ambición mercantil, conflictos derivados por escasez de agua, agresividad que sin pudor alguno destruye la dignidad humana, aumento de la ignorancia que sume consciencias en la degradación ética, desarrollo de actitudes cerradas e intolerantes que bloquean toda comunicación y diálogo, deseo de poder destructivo sin recato esclavizante de mentes, corrupción sin par que permea órdenes de gobierno y conjuntos civiles en execrable contubernio, desapariciones criminales y feminicidios abominables, actos contrarios a todo espíritu humano.

Francisco, en ambas encíclicas y muchos de sus mensajes como Pontífice, describe la tétrica realidad que vivimos; pero también, con límpida transparencia, indica el camino que podemos andar para superar la violencia y el odio. Él señala acciones que podemos realizar para lograr los ideales que emanan de la experiencia espiritual e invita a recobrar la atención responsable para hacer del futuro un hogar mejor cuyo sustento sea el amor que impulse a buscar la comunión universal, a ser nosotros con la naturaleza y con todo ser humano, a prestar atención afectiva al otro considerándolo como uno consigo, a promover la cultura de la paz y posicionar la justicia como símbolo de libertad.

Invita a una conducta inclusiva y practicar la equidad social, la fraternidad, la comprensión y respeto ante la diversidad cultural y de las personas. Francisco sostiene que el diálogo es el accionar sensible mediante el cual la sabiduría se encuentra con la realidad para superarla. “Es -escribió- sentarse a escuchar a otro, característico de un encuentro humano, es un paradigma de actitud receptiva, de quien supera en narcisismo y recibe al otro, le presta atención, lo acoge en el propio círculo”.



Pero las sombras emboscan, pues “(...) el mundo de hoy es en su mayoría un mundo sordo (...). A veces la velocidad del mundo moderno, lo frenético nos impide escuchar bien lo que dice otra persona. Y cuando está a mitad de su diálogo, ya lo interrumpimos y le queremos contestar cuando todavía no terminó de decir. No hay que perder la capacidad de escucha. San Francisco de Asís escuchó la voz de Dios, escuchó la voz del pobre, escuchó la voz del enfermo, escuchó la voz de la naturaleza.

Y todo eso lo transforma en un estilo de vida. Deseo que la semilla de san Francisco crezca en tantos corazones”. Honremos la memoria de Jorge Mario Bergoglio, el Papa Francisco, con oraciones, sí, pero sobre todo leyendo y reflexionando sus escritos, comprendiendo sus postulados, difundiendo sus ideales y aplicando su sabiduría en la práctica fraterna de la vida. Esa es la significativa enseñanza que hereda a la humanidad.