Como es tradición en la calle Francisco I. Madero, una de las principales de Orizaba, una semana antes de que concluya el año, por las tardes comienzan a bailar la canción El Año Viejo algunos niños procedentes de las zonas serranas aledañas a Pluviosilla.
Los infantes que se disfrazan de viejos utilizan la tradicional máscara de anciano y un bastón o palo, como suelen emplear las personas de la tercera edad, principalmente en la sierra. El viejito está acompañado de una mujer (interpretada por una niña) cuya cabeza está cubierta con un rebozo, que también tapa su rostro; ambos bailan juntos.
El ancianito representa al año que está por terminar y, como dice la canción, "pide una limosna para el pobre viejo, que ha dejado hijos para el año nuevo". Los niños, que por lo regular van acompañados por sus papás, suelen realizar este baile y piden alguna cooperación. Recorren cuatro cuadras de la avenida Francisco I. Madero, haciendo paradas en cada una, donde bailan, y las personas les regalan monedas.