Con 2 hijos menores de edad, uno de ellos con discapacidad, la cuidadora Nadia Citlali Soto Villarreal amaneció este viernes sin un techo donde pasar la noche con ellos y con sus únicas pertenencias: 2 bolsas de una tienda autoservicio repletas de ropa.
Por ello, al mediodía de este viernes acudió a las puertas del Congreso del Estado en busca de asistencia u orientación por parte de los diputados; sin embargo, la respuesta de uno de los funcionarios del Congreso la decepcionó aún más: no existe una oficina donde atenderla.
“El lugar donde lo puedan ayudar es el CEJUM (Centro de Justicia para las Mujeres), por Xalapa 2000”, le dijo uno de los empleados de la Legislatura. “Ya me mandaron ahí”, respondió Nadia en tono decaído, entre lágrimas.
En entrevista, Nadia Soto, quien se recupera de una parálisis facial, explicó que el pasado lunes los desalojaron a los 3 de una vivienda prestada en Banderilla, y aunque habían llegado a un acuerdo de entregarla, el casero los desalojó y los despojó de sus pertenencias. “No tenemos nada más que lo que tenemos puesto. Yo tengo el Síndrome del Colapso del Cuidador. Es un colapso mental emocional. Los cuidadores de personas con discapacidad no tenemos ningún apoyo emocional, económico; no existimos”, dijo.
Y al tiempo de reprochar que “las sillas de ruedas no se mueven solas, las empujamos nosotros”, criticó que la Legislatura no cuente con una oficina para dar seguimiento a las demandas de los cuidadores.
Comentó que desde enero se les avisó de la salida de su casa y en ese mes sufrió la parálisis, sumada a un cuadro de herpes zóster ocular que le provocó pérdida de la vista en un 70 por ciento. Aunque en la conciliación tanto ella como el casero acordaron de manera verbal dejarles vivir hasta el 17 de junio en la casa, desde el pasado lunes los dejaron en la calle.
“Yo no paraba de llorar, me siento humillada, sin dignidad. Nos quedamos en casa de 2 amigos y ya hoy no tenemos donde quedarnos. No tenemos dinero y es lo único que tenemos: ropa mojada y ropa prestada”, expresó.
Pidió que el Ayuntamiento de Xalapa le ayude a conciliar con el casero. Aunque deambuló por el Sistema DIF Municipal, el área Jurídica del Ayuntamiento, el Instituto Municipal de las Mujeres y el Juzgado Mixto, nadie les ayudó. “Busco que los legisladores, si no hay leyes, pues que las hagan porque nosotros no existimos, (…) quiero que sepan que existimos”, finalizó.