El orgullo de ganar el Premio Nacional de Periodismo 2009, entregados la noche de este sábado a 12 periodistas mexicanos, tuvo una connotación no sólo de profesionalismo y compromiso con la sociedad y con el país mismo, sino ante todo de valor ante el riesgo que se respira en las redacciones de periódicos y revistas y aquí, en Xalapa, lo dijo con todas sus letras el presidente del Jurado Calificador, Ramón Alberto Garza García, quien tras rendir tributo por su nombre a los 12 periodistas muertos o desaparecidos en los cinco meses de este 2010 en el ejercicio de su profesión, expresó:
“Y es que hoy, vivir en México dentro del oficio periodístico es una osadía, es un hecho contundente e inobjetable que nuestro país está convertido en el lugar más peligroso del continente para ejercer esta profesión”.
Pero fue más directo y firme contra la actividad del gobierno de la república cuando afirmó: “Políticas editoriales de periódicos, revistas, o estaciones de radios son fijadas, no desde la agenda que marca el deber ser en el uso de la tinta, el papel o la imagen. Mucho de lo que hoy se lee, se ve o se escucha en los medios de comunicación pasa inevitablemente por el tamiz de quienes a sangre y fuego pretenden imponer desde afuera una política editorial de silencio. Pero para lograr su estrategia de terror y muerte, el crimen organizado cuenta con un aliado invaluable: el gobierno”.
Su criterio lo explicó enseguida:
“Porque si hoy los criminales tienen la facilidad de intimidar y de silenciar conciencias, es porque tienen la certeza de que no existe ni la persecución de su crimen y mucho menos la aplicación de un castigo ejemplar. Los pobres resultados no dejan lugar a dudas. Por ineficacia o complicidad, el gobierno cede terreno y deja de ser el garante de derecho a la información”.
Afirmó que el Gobierno ha hecho de la indiferencia y la impunidad sus mejores aportaciones en este juego cómplice de intimidación y de silencios. Hay medios que prefieren callar frente a actos criminales que se cometen a la luz del día, frente a todos. Y el gobierno también hace lo suyo, renunciando a lo que se debería perseguir de oficio, abriendo la puerta falsa a la negociación ex oficio”.
El discurso, que tendió una tela de doloroso realismo entre los asistentes a la ceremonia, fue el marco para la entrega de los premios nacionales 2009, en ceremonia que encabezó el presidente del Consejo Ciudadano del Premio Nacional de Periodismo (CCPNP), Raúl Arias Lovillo, rector de la Universidad Veracruzana, quien minutos antes había dicho que “lamentablemente, México es hoy uno de los países más peligrosos para ejercer la profesión”, por lo que el Comité para la Protección de periodistas ubicó a México en 2009, en el noveno lugar en su índice mundial de impunidad en delitos contra comunicadores, sólo detrás de Irak, Somalia, Filipinas, Sri Lanka, Colombia, Afganistán, Nepal y Rusia y tiene un grado mayor de impunidad que países como Pakistán.
Los premios entregados esta noche de sábado por los representantes de 30 organismos públicos, principalmente universidades e institutos, fueron para:
Noticia: César Espinoza, del periódico El Imparcial
Reportaje: José Raúl Olmos, del Periódico AM.
Crónica: David Piñón Balderrama, de El Heraldo de Chihuahua.
Entrevista: Carmen Aristegui, de Noticias MVS Radio.
Artículo de Opinión: Denise Dresser, del semanario Proceso.
Mesa de análisis: Mauricio y Mirna Hernández, de Televisa Chihuahua.
Transparencia y acceso a la información: Humberto Padgett, de la revista Emeequis.
Divulgación científica y cultural: Enrique Strauss, de TV UNAM.
Fotografía: Aidee Martínez Ortiz, del diario Ovaciones.
Caricatura: José Luis García Valadez, del periódico Mural
Orientación a la sociedad: Ana Lilia Pérez, de la revista Contralínea.
Premio a la trayectoria: Carlos Monsiváis.
Todos los galardonados asistieron a la ceremonia de entrega que se realizó en el mezanine del Museo de Antropología de Xalapa, con excepción, obviamente del escritor, narrador y crítico mexicano, Carlos Monsiváis, por encontrarse delicada de salud, por lo que el reconocimiento lo recibió en su nombre su prima Leticia S. Monsiváis.