El analista político Juan Hernández Mercado consideró que México enfrenta uno de los desafíos más graves en su historia reciente: la infiltración del crimen organizado en diversos niveles de Gobierno y la creciente normalización de la violencia y las conductas delictivas dentro de la sociedad.
Indicó que, a través de la llamada "Operación Enjambre" —redada contra funcionarios del Estado de México vinculados al narco—, el Gobierno ha comenzado a abordar algunos de estos problemas, reconociendo el creciente número de desaparecidos y la existencia de campos de entrenamiento para sicarios, lo que marca un primer paso en el camino hacia la solución.
Sin embargo, Hernández Mercado señaló que todavía queda un largo camino por recorrer. Opinó que uno de los aspectos más críticos que el Gobierno debe enfrentar es la corrupción a nivel municipal, donde el crimen organizado sigue vinculado con autoridades locales, creando un círculo vicioso de impunidad.
Señaló que es urgente reforzar el control de las policías municipales y estatales, así como realizar una investigación profunda sobre las posibles complicidades o la tolerancia de políticos de niveles más altos. El analista político resaltó que, aunque la teoría establece que la delincuencia no debe estar por encima del Estado, en la práctica existe un punto de equilibrio entre ambos. Si este equilibrio no existiera, uno de los dos desbordaría al otro, es decir, la delincuencia podría dominar al Estado o el Estado podría erradicar a la delincuencia.
En este contexto, apuntó que algunos estados han logrado ejercer un control sobre la delincuencia, pero México aún lucha por recuperar el control en varias regiones. Además de los vínculos entre crimen organizado y política, Hernández Mercado destacó la preocupante normalización de la violencia en la sociedad mexicana. El país ha llegado a aceptar como "normal" actos como extorsiones, secuestros, asesinatos y el involucramiento de niños y jóvenes en actividades delictivas. Esta aceptación de lo inaceptable está contribuyendo al deterioro de la convivencia social.
La verdadera dificultad radica en que la sociedad ha perdido la capacidad de distinguir entre lo normal y lo anormal, lo que agrava aún más el problema. Mientras tanto, la sociedad también debe reconocer su responsabilidad compartida en el deterioro del entorno, pues la indiferencia y la tolerancia a la violencia contribuyen a su perpetuación.
Hernández Mercado concluyó que, para avanzar en la solución de este grave problema, es esencial que el gobierno no solo continúe con las medidas de seguridad, sino que también detenga a los políticos de mayores niveles involucrados con el crimen organizado. Solo cuando esto ocurra y cuando la sociedad tome conciencia de su corresponsabilidad, podrá comenzarse a caminar por la ruta correcta hacia una verdadera solución.