Xalapa parece una selva; sólo el más fuerte impone su ley, critica

Señor Director.

Xalapa, la añorada Ciudad de las Flores, se convierte cada día en la selva de Veracruz, donde impera por todos lados la anarquía por la omisión en el cumplimiento de sus obligaciones legales y constitucionales de quienes han gobernado y gobiernan la capital, que sólo llegan a los cargos públicos con el ánimo de satisfacer sus egos, entre otros tener poder y dinero, olvidando a sus gobernantes o mandantes.

Por lo tanto, no es “el rancho de Veracruz”, sino la selva, donde el más fuerte impone su ley: léase conductores de taxis, del servicio urbano, y particulares borrachos o con estrés, ya que en los “ranchos” hay más civilidad, pues sus habitantes se conocen y en su mayoría son familia.

Por ello, estoy de acuerdo con los aciertos vertidos por quien envía el correo, con excepción de compararla con “el rancho grande de Veracruz”.

La añorada Xalapa, de la que efectivamente sólo Agustín Acosta Lagunes, se preocupó.

Hoy sus calles están llenas, no de baches, sino de barrancos donde los ciudadanos comunes y corrientes, que todos los días transitamos con nuestros vehículos, estamos continuamente en los talleres, reparándolos, en menoscabo de nuestro peculio.

Pues los señores que nos gobiernan, tienen todo el dinero público para transitar en vehículos último modelo, y llenos a vomitar de gasolina Premiun, pues claro, todo lo paga el contribuyente y como no les cuesta nada, mientras gobiernan, no se preocupan por quienes lo llevaron a ese cargo público.

Es precisamente ese círculo vicioso que hace en este aspecto, incumplir con sus atribuciones básicas y dar bienestar a sus habitantes y sólo viven y disfrutan “su mundo”, muy distinto y distante al que vivimos los gobernados.
Así es la clase política gobernante para desgracia del pueblo mexicano. Se les ha olvidado el sentido de la ubicuidad para con sus gobernados, quienes no tenemos alternativa, o seguir aquí o irnos a otro sitio, donde haya gobernabilidad, porque aquí se ha perdido y sobre todo porque tienen en su cerebro un chip que les dice: que para llegar y mantenerse en el poder público, sólo es necesario: el uso indebido de recursos públicos para su promoción personal y hacer derroche de dineros públicos y privados en su campaña electoral y lo demás le vale.

Le pido omita mis datos.

Atentamente

Un lector asiduo de su diario.

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