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Sección: Estado de Veracruz

Libertas

Urge un diálogo con la Tierra

José Manuel Velasco Toro 09/01/2025

alcalorpolitico.com

El 29 de junio del año 2000 se publicó la Carta de la Tierra, documento de orden internacional producto del trabajo de una visión multicultural de diversas organizaciones y personas que iniciaron el diálogo por la Tierra en el año de 1997. Desde su publicación a la fecha, múltiples organizaciones, instituciones educativas y sectores sociales, se han adherido a los principios generales y específicos cuyo objetivo es cultivar una nueva consciencia con respecto a “Nuestro Único Hogar en el Cosmos” y retornar a la base de la vida estableciendo un nuevo Pacto con la Naturaleza.

El postulado angular señala que la Tierra es viviente, es un Ser que contiene a todas las entidades vivas y no vivas cuya evolución, sustento, reproducción, cambio y transformación, dependen de su dinámica formativa, incluyendo a los humanos. La idea ilustrada del racionalismo mecanicista que la consideró un objeto digno de ser explotado debe cambiar, sobre todo porque al mantenerse peligrosamente subyacente en la mentalidad capitalista, continúa la caótica concepción de su explotación indiscriminada para extraer cuanto recurso natural contenga, lo que pone en peligro la vida y cultura de la humanidad.

Leonardo Boff, humanista, educador y activo participante en la elaboración de la filosofía de la Carta de la Tierra, denuncia con certera claridad que la humanidad vive en un mundo donde el homicidio, la guerra y el impulso de apropiarse de lo que el otro posee, persisten cual cáncer que corroe los cimientos éticos, culturales y espirituales de la civilización, lo que obliga a pensar y actuar para formular otro paradigma donde prive el diálogo, la convivencia y colaboración, porque el actual está conduciendo a la muerte al ser un paradigma cuyo patrón de conducta es claramente biocida, ecocida y geocida, trilogía relacional que ha acentuado la devastación de la Tierra (Una ética de la Madre Tierra. Cómo cuidar la Casa Común. Editorial Trotta, 2017).



Biocida porque matamos seres sintientes: la diversidad de vida vegetal al destruir ecosistemas, la vida animal que ya cobró factura, y seguimos haciéndolo, con la extinción de miles de especies y la vida humana al poner en riesgo los recursos que nos proporcionan alimento, agua y oxígeno. Ecocida porque arrasamos con los ecosistemas indiscriminadamente destruyendo bosques, acuíferos, manglares, selvas, desiertos, entornos marinos y todo lugar que guarde riqueza codiciada. Geocidas, suma irresponsable, porque estamos alterando negativamente las condiciones óptimas de vida para la humanidad a nivel global.

Repasen las noticias mundiales y qué tenemos: sequías atípicas y prolongadas donde antes no se habían presentado, lluvias torrenciales localizadas con efectos devastadores seguidas de estiaje prolongado, altas temperaturas climáticas extremas y extendidas, aceleramiento del deshielo en el Ártico y Antártida lo que está contribuyendo al aumento del nivel del mar, pérdida de glaciares que alimentan ríos y mantos freáticos que pone en riego el abasto de agua para millones de personas, devastación de bosques e incremento de incendios forestales, lluvias y reverdecimiento en desiertos y sequía en las selvas, cambio en la inclinación del eje terrestre causado por la construcción de enormes obras hidráulicas en China que ocasionará alteraciones estacionales, límites que estamos rebasando peligrosamente por lo que es urgente repensarnos y reinventarnos como especie para reestablecer la relación equilibrada con la Tierra que es nuestra madre y casa común de todos los seres que la habitamos y conformamos.

La Carta de la Tierra contiene la proclama universal de protección medioambiental, de enaltecer los derechos humanos, de impulsar un desarrollo igualitario en equilibrio con la naturaleza y cultivar el diálogo para obtener la paz global, principios que son relacionales e indivisibles. Por ello, un pacto de la humanidad con la Tierra y la Naturaleza que la cubre tiene que poseer seis elementos interdependientes: 1) El derecho a su regeneración y biocapacidad. 2) El derecho a la vida para todos los seres vivos y, en especial, para aquellos amenazados por extinción. 3) El derecho a vivir libre de contaminación y actos destructivos de entornos y ecosistemas. 4) El derecho al buen convivir en armonía y equilibrio con la Madre Tierra. 5) El derecho a una consciencia de relación interdependiente que hace posible la vida humana. 6) El derecho a la gratitud por ser nuestro único hogar en el Cosmos.



Urge rescatar los principios de filosofía de la Carta de la Tierra y ponerlos en práctica en lo local, regional, nacional, continental y global. De lo contrario, las generaciones futuras vivirán el agravamiento degradante de la injusticia social, de la injusticia ecológica y de insostenibilidad de todo sistema de vida en la Tierra. Funesta herencia a nuestra descendencia. ¿Es lo que queremos?