Se comienza a reinar del mismo
Modo que la ciencia
Se corona de glorias presenciales
Y saca a bailar a su pareja
Militar
Orlando Guillén
¿Por qué todo parece concentrarse a las 3 de la mañana? La hora del tigre, la llama Bruno, hora en que sólo resuena en tu insomnio Three O’Clock Blues, del rey.
-¿Cuál rey, Mané?
-Pss el único, B.B. King, no hay otro.
Y entonces, Tururúctuc, exclama irreverente Guillén; poco a poco el mundo se contrae igual a una esencia en manos de Descartes, y a la razón se le ve en seguida el penacho de Moctezuma, pero por ninguna parte a Moctezuma. Porque de este modo que aquí ves, señora, comienza todo tururúctuc y mi alma quiere verte ahora en este verso.
En su diálogo insomne con Guillén, Mané cree escucharlo en esa madrugada de blues:
Todo es sangre y ceniza/ En alegoría clásica. Esto ya era así/Fuera de África hace 1 coma/ 8 millones de años/ Cuando el Homo Erectus/ Nunca coincidió/ Con el Sapiens/ A orillas del río Solo/ En la isla de Java en/ Indonesia
Su mente se confunde y ahora cree leer párrafos enteros de una ponencia de Pablo González Casanova:
“La enorme contribución de creencias y religiones a la emancipación de nuestra América es uno de los grandes legados que tenemos y al que se añadió –entre luchas contra las oligarquías y los imperios, la fuerza de un liberalismo radical, que más que una ideología es parte esencial de nuestra cultura, tan viva hoy en la lucha por la libertad como en la nueva y enredada lucha de clases y contra el imperialismo.
La creación de espacios laicos en plazas, escuelas y universidades dio a la lucha por la Independencia y la libertad armas notables que se renovaron por pensadores, políticos y revolucionarios del más alto nivel. Muchos de ellos desde el siglo XIX han enriquecido nuestras revoluciones con los más variados combates y pensamientos. En todos estos sobresalen, con valiosas aportaciones, los zapatistas y sus sucesores en México y La Lacandona, así como los descendientes de Túpac Amaru y otros movimientos indios de América del Sur, que desde hace más de 500 años no han dejado de combatir por sus tierras y sus ideas, y a los que el movimiento boliviano, con Evo Morales y Álvaro García Linera, enriquecen con planteamientos de una democracia y un socialismo pluriétnicos.”
-¡Ah chingaos! ¿Y eso que Mané?
- Pues González Casanova añade que a esa variedad de luchas se añaden otras más que siguiendo la vía pacífica de la Unidad Popular y de Salvador Allende en Chile, dan hoy primordial importancia a que del ejército salgan quienes apoyen a su pueblo con férrea lealtad y profundo compromiso moral e ideológico.
El general cristiano y revolucionario Hugo Chávez, diestro en la teoría, la política y las armas, añadió a la memoria y la imaginación creadora de los movimientos anteriores la contribución insistente de que el socialismo será obra del pueblo o no será, y al mismo tiempo reformuló los planteamientos bolivarianos que enriquecen a la Revolución Latinoamericana y que contribuyen a unir en un proyecto común, contra las intervenciones extranjeras, a todos los dirigentes de América Latina –tengan la ideología y la posición política que tengan– para que se unan en la defensa de sus integrantes, a fin de que, como un solo bloque, actúen en un mundo dominado por bloques. Al mismo tiempo que Chávez planteó ese proyecto continental y por un mundo en que impere la paz, en su país se propuso emprender una clara lucha por la democracia, la independencia y el socialismo. Chávez se sumó así a quienes en América Latina han hecho importantes contribuciones a la emancipación y la vida humana, desde Cuba, Chile, el Sureste Mexicano, Bolivia y Ecuador.
La originalidad de esas contribuciones, y el hecho de que América Latina haya sido calificada como la región de avanzada mundial en los nuevos planteamientos por la emancipación, nos induce a pensar en términos locales y universales, sin esperar a que éstos nos vengan de Heidelberg o París como originales a copiar, y sin olvidar que cada movimiento emancipador actuará a su modo, desechando recetas que supuestamente se deben aplicar en todo tiempo y lugar, pero aprovechando conceptos derivados de las más variadas experiencias, y que se repiten aquí y ahora, y aun en esas más concretas hay que ver cómo se comportan en las circunstancias en que cada movimiento actúa.
Con este ánimo tenemos hoy que redefinir claramente el mundo que queremos para que se vea que no estamos hablando por hablar. Tenemos que redefinir y materializar palabras como libertad, justicia y democracia, de las que muchas veces se ha perdido la atención, la memoria y la práctica de su significado verbal y actual. Redefinirlas y materializarlas es parte de una tarea universal, pues en un momento de crisis mundial de las ideologías, como el que vivimos, nosotros mismos usamos esas palabras sin ver cómo las hemos redefinido y cómo las hemos materializado. (Ponencia presentada por González Casanova en el seminario “El pensamiento crítico frente a la hidra capitalista”, organizado por el EZLN)
Por supuesto que se hace necesario abrir y ampliar las grietas en los muros del capitalismo que nos encierran, entrando a la arena de la guerra de clases, ya en el plano económico, el político o en el cultural e ideológico. Total, nos están chingando por todos lados. Ni cuenta nos damos que hasta en el terreno teórico nos zambuten la cabeza con pura basura que no nos permite ver la realidad.
En este momento ningún mensaje es más urgente y necesario que plantear la preservación de la vida en la Tierra, la emancipación del ser humano, y la organización local, regional y global de colectividades y colectivos de jóvenes, de pueblos, de trabajadores, de campesinos, de profesionales, que honren su palabra, articulen su voluntad y materialicen su experiencia, dominen su información, y su forma de dialogar y acordar con serenidad y firmeza para defender efectivamente la libertad y la vida.
Hay que ver los claros indicios de la crisis del capitalismo y también de la crisis de la vida humana, y que muchos de ellos o están prohibidos, o son perseguidos, o son desatendidos, o no pueden ser atendidos, consideramos necesario que para enfrentar con la mayor seriedad y libertad científica la defensa de la vida humana y de la vida en la Tierra deben analizar el perfil de una guerra como la actual que se da en varios campos, al mismo tiempo o sucesivamente.
Todas o casi todas las guerras han ocurrido y van a ocurrir entre represiones, corrupciones y negociaciones, y como lo más probable es que así sigan ocurriendo es muy importante tener conciencia de que tras las dos realidades confrontadas se encuentran dos teorías. Realidades y teorías tienen un carácter histórico y variaciones en la geografía y en la organización de las partes considerables, pero entre variaciones hay fenómenos que muestran repetirse una y otra vez.
Necesario es, decíamos, dar la batalla también en el campo de las ideas, comenzando por intentar comprender lo que está en juego y así tomar partido en esta guerra.
La guerra, nos dice Casanova, es entre dos teorías: UNA: La que corresponde a la teoría crítica y al marxismo clásico que destacan la lucha de clases, es decir, la lucha entre los explotadores y los explotados, entre los opresores y los oprimidos… que es la lucha por la libertad, por la justicia, por la democracia, por la autonomía y por la vida. FRENTE A ELLA SE ENCUENTRA: La lucha global neoliberal y neoconservadora, cuyo atractor principal es la maximización de utilidades, poder y riquezas y que para lograr sus metas emplea múltiples recursos, entre los que destacan los que rompen el interés general y de la clase que busca liberarse. Fomentando en sus miembros el individualismo con el yo frente al nosotros, con el nosotros frente a los muchos, excluyendo a los que sufren la explotación y la opresión como trabajadores informales, como pueblos y países despojados de sus tierras cultivables, de sus energéticos, de la producción de sus alimentos, del agua de sus manantiales, sus ríos y sus lagos…
Tal es la guerra que se ha dado y que se va a dar entre represiones, entre corrupciones y entre negociaciones. Y en las tres formas de guerra, de igual importancia será mantener y fortalecer la moral personal y la moral colectiva, la moral de lucha y la moral de cooperación y de compartición, la moral de servicio público en la defensa, y en la producción, y la moral en el respeto a las personas y sus diferencias…
Después algo alguien procede/ A bombardear el mundo/ Con fisión de esencias/ Perdidamente románicas/ Y sobre una red/ Que une todas las redes/ Del drenaje de todas las sangres/ Que en tal punto hallan encuentro/ Banal.