“Tu cuerpo es templo de la Naturaleza y del espíritu divino”
Henric Frédéric
Todos, en mayor o menor medida, hemos entregado el cuidado de nuestro cuerpo al Estado basados en el paradigma liberal de que el gobierno es responsable de la salud de sus gobernados. Y desde una perspectiva realmente democrática eso podría justificarse, siempre y cuando, realmente el poder político lo tuviera el ciudadano. Como no es así, resulta demagógica e irrealizable tal pretensión. Por naturaleza el cuidado del cuerpo es potestad exclusiva del individuo a partir de que maduran sus facultades para sobrevivir. A partir de entonces, lo correcto es mantener el control del cuerpo sin permitir la intromisión de nada que obstruya esa soberanía. Claro que eso requiere conocerlo lo más ampliamente posible. Ignorar el modo de operar del organismo facilita a otros manipular, en su beneficio, su cuidado y permitir, en casos extremos, la monopolización, por parte del Estado o empresas, de la soberanía sobre nuestros cuerpos.
Si en la pasada pandemia los millones de personas sanas, vacunadas obligatoriamente, hubieran sabido que eran víctimas de un delito de lesa humanidad y que el virus podía ser combatido reforzando el sistema inmunológico natural, las farmacéuticas y los políticos no se hubieran enriquecido tan morbosamente pisoteando las soberanías del hombre más preciadas: la del cuerpo y la de la Nación. Recuperarlas requerirá de tiempo, conocimiento y sacrificios, pero sobre todo voluntad para concientizarse de que es necesario y posible asumir la dirección de nuestras vidas.
No hay duda, cuidar nuestro estuche orgánico nos reporta evidentes beneficios. Lamentablemente la mayoría de personas, al desconocer las funciones básicas del cuerpo, cometen atrocidades maltratándolo. Por supuesto, dicha ignorancia ha sido fomentada desde todos lo medios por las industrias trasnacionales porque de ese modo nos imponen paradigmas de consumo, médicos y alimenticios sólo para incrementar sus fortunas.
Con la intención de proporcionar herramientas para rescatar la soberanía sobre nuestro cuerpo se intentará plasmar una descripción integral, sencilla, sin demasiados tecnicismos y desde una visión holística de “la única casa que tenemos para vivir”.
El origen del cuerpo
Toda la materia está compuesta por átomos, constituyen los 118 elementos químicos reconocidos por la ciencia. Dicha materia, independientemente de su estado, se clasifica básicamente en inorgánica y orgánica. La Física se encarga de la primera y, de la segunda, la Biología. Con la perspectiva anterior la materia se organiza en 8 niveles.
Debe tenerse presente que el desarrollo de la vida es lineal, va de lo simple a lo complejo, de lo nuevo a lo viejo, del orden al desorden; pero siempre conformando ciclos, como el universo mismo. Al concluir una vida e iniciarse otra todos los procesos vitales del organismo se repiten gracias a la información contenida en cada gen componente de la célula. El cambio es constante e inevitable, pero, desde la perspectiva humana, éste puede ser, hasta cierto grado regulable y controlable.
Los descubrimientos en física cuántica, principalmente, han confirmado la visión holística de la vida como lo más cercano a la realidad. Una parte es al todo como éste es a la parte. Por ejemplo, aunque cada órgano del cuerpo tiene una función específica, ésta es posible si los demás órganos cumplen con la suya y viceversa. Lo que le suceda a uno afectará tarde o temprano al todo, como en un Efecto Mariposa. No atender a tiempo la manifestación de una alteración (síntoma) corporal o darle un tratamiento equivocado puede resultar fatal.
Si bien la razón indica que debe ser un médico quien prescriba tratamiento y medicina al combatir un trastorno, mucho ayudará a la persona enferma conocer el funcionamiento de las células que conforman sus órganos, sistemas y tejidos y, sobre todo, saber cómo los virus, bacterias y químicos les afectan. Tanto quienes saben
guglear como los que no, pueden confiar en la información que se vierta en éste y los siguientes artículos, está científicamente respaldada. Incluso, utilizando su sentido común y la consulta el lector podrá corroborar la objetividad de lo aquí expuesto.
Respecto de la célula (unidad mínima biológica) comenzaremos por preguntarnos qué substancias le son necesarias para desarrollarse y reproducirse sanamente y cuáles no, ¿De dónde las obtiene y cómo las procesa?, ¿Podemos evitar que se enfermen? Las respuestas a estos cuestionamientos las dejamos para la siguiente colaboración: ¡Atrévase a conocer su cuerpo!