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Sección: Estado de Veracruz

Qué fácil fue destruir el legado constitucional, lamenta ministro Alcántara Carrancá

- Constitución de 1917 soportó golpes por más de un siglo, cuando otras leyes apenas duraban una década

- Bastó “un poco de presión en la parte más frágil para dinamitar toda la estructura”, lamenta

El Universal Ciudad de México. 07/01/2025

alcalorpolitico.com


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En sesión solemne de Apertura del Primer Periodo de Sesiones 2025, el ministro Juan Luis González Alcántara Carrancá dijo que destruir el legado de más de un siglo es tan fácil que resulta sorprendente que no hubiera ocurrido antes.

“La lealtad y la honestidad no deberían ser valores extraordinarios, son lo mínimo que podemos esperar de una sociedad de mujeres y hombres decentes. La congruencia no es heroísmo, sino la expresión mínima de la decencia, sólo me queda la esperanza de un futuro en donde esto vuelva a ser verdad, aun si muchos de nosotros ya no estaremos aquí para verlo”, expresó, luego que la ministra presidenta del Máximo Tribunal del país, Norma Lucía Piña Hernández, realizó la declaratoria de apertura.

El ministro compartió una analogía: en el campo de la física está el fenómeno de las llamadas “gotas del príncipe Rupert”, también conocidas como “las lágrimas holandesas”. Es decir, una estructura formada al soltar una gota de vidrio derretido en agua fría ante lo cual se forma un cuerpo sólido con la apariencia de un renacuajo con una punta gruesa y redonda y una especie de cola larga y delgada. Indicó que el cambio brusco de temperatura produce, además de esa forma tan peculiar, una característica interesante, el estrés residual de su estructura permite al cuerpo de la gota, por su parte más gruesa, soportar fuerzas descomunales.



Abundó que podemos depositar pesos enormes sobre ellas sin que experimenten siquiera una cuarteadura menor, pero basta ejercer una presión mínima en su punto más delgado para que la gota se desintegre por completo en una explosión de pequeñas partículas cristalinas. El ministro comentó que la semejanza con el orden constitucional resulta fascinante, forjada al calor de la lucha armada más cruenta que experimentó la nación y enfriar rápidamente en el proceso de institucionalización auspiciado por Venustiano Carranza, los resultados superaron todas las expectativas.

“Ninguna, de nuestras leyes fundamentales, hasta entonces, había soportado más de medio siglo, algunas tuvieron vigencia apenas una década y otras jamás llegaron a entrar en vigor, pero la Constitución de 1917 fue capaz de soportar golpes, fue capaz de soportar pesos y presiones imposibles de imaginar o de predecir”, consideró.

González Alcántara Carrancá subrayó que todo eso fue posible porque existía un consenso sobre las reglas del juego y un compromiso a jugarlo con base en ellas, no faltaría, por supuesto, quien solamente fingiera esta convicción al tiempo que buscaba ingeniosamente una forma de respetar su letra, pero no su espíritu.



“Sobrevivió no solamente por el feliz accidente que le dio una robustez sin precedentes, sino por la voluntad de encararla de frente, de respetar las peculiaridades que su propia estructura dictaba, pero esa voluntad parece haber flaqueado como las lágrimas holandesas: destruir el legado de más de un siglo es tan fácil que resulta sorprendente que no hubiera ocurrido antes. Ante la incapacidad de abordarla de frente, de jugarla con las reglas establecidas, tan sólo resulta necesario ejercer un poco de presión en la parte más frágil para dinamitar toda la estructura y, en este punto, no hay marcha atrás”, puntualizó.

El togado recordó que el 2 de enero de 2019, fue investido con la toga más honrosa de su vida y planteó ante este Tribunal Pleno que eran tiempos de cambio y tiempos de transformación. Así como tiempos en los que era claro un mandato ciudadano que reclamaba y exigía una justicia cercana, integral, transparente en la que debía prevalecer el respeto irrestricto a los derechos humanos y a la dignidad de las personas.

Agregó, que en esa ocasión expresó, que era un momento político el cual exigía mesura, diálogo, prudencia para lograr los cambios deseados, un momento que los obligaba, como a cualquier servidor público, a hacer un análisis introspectivo con la mayor profundidad posible para entender qué es lo que se está haciendo bien para mejorar. “Pero también qué hacíamos mal para poder modificarlo y dar una respuesta pronta y satisfactoria a la ciudadanía, mantengo esas palabras y puedo decir con la mayor sinceridad que asumí durante estos seis años esa posición de constante autocrítica y de profunda responsabilidad por la labor que me había sido encomendada”, precisó.