Pide Sacerdote de Coatzacoalcos retomar sentido espiritual de las posadas

A medida que la evangelización ha ido disminuyendo, las celebraciones navideñas también han sufrido transformaciones, perdiendo de vista su significado original. Las tradicionales posadas, que deberían ser un acto de fe y reflexión, se han convertido en simples fiestas, alejándose de su propósito espiritual.

Donaldo Antonio Blanco, presbítero de la Catedral de San José, compartió su preocupación por este fenómeno, especialmente con respecto a las posadas, que conmemoran el peregrinaje de María y José antes del nacimiento de Jesús. Estas celebraciones, que tradicionalmente se llevan a cabo del 16 al 24 de diciembre, eran vistas como un tiempo de preparación para la Navidad, pero hoy en día a menudo terminan en reuniones ruidosas y, en algunos casos, incluso violentas.

El sacerdote destacó que el verdadero sentido de las posadas es recordar que el hijo de Dios busca alojarse en nuestras vidas. Sin embargo, hoy en día muchas de estas celebraciones han perdido su esencia: ya no se rezan oraciones ni se cantan villancicos, y la figura de Jesús pasa desapercibida. En su lugar, se han transformado en fiestas con música, baile y alcohol, dejando atrás el mensaje religioso. “Lo que tenemos que resaltar es que el hijo de Dios busca alojamiento en nuestra vida. Ese es el sentido de las posadas”, explicó Blanco.



El Papa Francisco ha pedido a los fieles vivir las festividades decembrinas con mayor intensidad, siguiendo los principios del evangelio y sin olvidar que este es un tiempo de reflexión, unidad familiar y oración por la paz. En este sentido, el presbítero recordó que, en las parroquias, aún se organizan las posadas de manera que promuevan la convivencia y la conexión con lo divino, en un esfuerzo por mantener viva la tradición y el espíritu cristiano de la temporada.

“Necesitamos recuperar ese sentido”, afirmó Blanco, quien también reconoció que en tiempos recientes ha habido un alejamiento de la fe, especialmente en el ámbito familiar, donde ya no se transmite el evangelio de padres a hijos como antes.
Por ello la Iglesia hace un llamado a recuperar su valor original: un tiempo de encuentro con Dios, de paz, reflexión y unión familiar.