“No falta dinero. Sobran ladrones”, encabeza una manta al frente de reciente manifestación de protesta. Mensaje simple, claro y directo, aplicable también a empresas y a toda administración pública.
Lección no aprendida en finanzas públicas, pero aprovechada por quienes salen de pobres y realizan toda clase de arbitrariedades, injusticias y delitos, en y desde el gobierno, para su provecho personal, familiar y de grupo.
No aprendida y por tanto repetida y padecida, en los gobiernos y sus instituciones, a costos, pérdidas y daños cada vez más altos. Caro reciclaje de rufianes y verdugos, al amparo de complicidad e impunidad.
Estos y otros jubilados tienen razón y derecho. Las protestas y los reclamos de justicia inmediata, de mínima y más que merecida atención reclamada, se extienden por todas partes y reciben apoyo.
Bajo condiciones inclementes. Soportando frío, lluvia y neblina. Ante rutinario o insensible trato, promesa fácil e intencionado compromiso de no cumplir.
A su edad salen a las calles. A pesar de la pesada carga de la senectud y sus consecuencias, los jóvenes de ayer y de siempre dan la batalla de la dignidad y la justicia. No están, ni estarán solos; razón y derecho les asisten.
Los despojadores, sus cómplices y aliados en el gobierno no se inmutan ni conmueven. No importa el tamaño del daño, simplemente son lo que son y están a lo que están. Todos de acuerdo en no llamar a cuentas a responsables y culpables; no barrer para atrás ni para los lados y menos para adelante. Bien se sabe. Continuidad de la complicidad, garantiza impunidad.
Gran parte de quienes exigen el pago de sus pensiones, dependen de la completa y puntual entrega, de ella viven o sobreveviven. Es obligación, no les hacen ningún favor.
Recursos del trabajador, no oficiales ni sindicales
En la etapa final de la vida, a la que se llega después de un largo y sostenido esfuerzo cotidiano; las pensiones son buena parte de lo poco o mucho que tienen, obtenido a base de trabajo, limitaciones y sacrificios.
Punto de partida, para tener siempre presente. Principio y razón que no hay que olvidar. No es apoyo oficial, asistencial o social. Tampoco es ayuda o caridad. No les regalan nada, es su patrimonio, fondo de ahorro (de trabajadores jubilados).
Preciso entender y valorar, que en el ocaso de su existencia, mujeres y hombres dan, a propios y extraños, singular lección: no se rinden, ni se dejan o resignan.
Sobre todo ante la injusticia que les perturba; la delincuencia gubernamental que los agrede y la ineficiencia burocrática que les afecta que, en ocasiones, no sólo les roba y saquea lo suyo, sino además, en reiterados actos de abuso y prepotencia, les causan molestias, contrariedades, preocupaciones e intranquilidad. Tortuosos y penosos trámites, así como pérdidas de tiempo y recursos, precisamente cuando se sabe o supone, que deberían disfrutar de lo que hicieron, acumularon, construyeron y cuidaron para el final de su vida.
Aleccionadora, la literaria crónica “Diario de un jubilado”, del maestro y periodista Luis Velázquez Rivera. Lucha que la imaginación nutre y fortalece.
En Veracruz, como en el país, las pensiones ha pasado ya, desde hace tiempo, del área técnica, de estadísticas y previsiones, de la hoy atacada y debilitada seguridad social, al amplio campo delincuencial dentro y fuera del gobierno. Las repercusiones son simple consecuencia.
El problema es de números y cálculos; pero más que todo, de honestidad, cuidado meticuloso del patrimonio pensionario y buena administración. Por tanto, de efectivo combate a la ineficiencia y delincuencia gubernamental; de protección real y custodia efectiva, ante quienes usan y abusan del poder oficial y sindical. No es de rollos, ni de disimulo ante notorios delitos. Bien se sabe quiénes desde el poder, han fortalecido o han llevado a crisis permanente o quiebra institucional.
Ante el sistema depredador heredado y aumentado, las nuevas administraciones poco o nada pueden hacer, excepto no ser tapaderas.
En el imperio de la impunidad, del crimen sin castigo. Dejar hacer y dejar pasar ineficiencia y delincuencia, convertirla en “respetable” tradición o costumbre, en estructuras y formas obligadas o simuladas de saqueo y atraco, tiene costosas consecuencias.
Hoy no es novedad. Se complican situaciones ocasionadas por acumulación de pérdidas, saqueos y extravíos, de múltiples errores, daños y olvidos, auspiciados, facilitados y realizados por administraciones y gobiernos anteriores. A ellos, desde luego, se suman los actuales.
“Diferir su atención completa, necesariamente tendrá costos más altos que el de atenderlo con sinceridad e ingenio…” (Jornadaveracruz.040214).
Viejos pero no conejos
Perdido el futuro, no hay presente. Si no se prevé lo previsible, todo es inevitable.
Problema mayúsculo, para todo adulto mayor. En esta importante área de la Seguridad Social, donde se manejan cuantiosos recursos, imposible ocultar y negar la profundidad y extensión de la corrupción, la complicidad y la impunidad. Sabotear, explotar, engañar, manipular, y extorsionar a los viejitos, a los adultos mayores es una fuente de beneficios, ventajas y utilidades. Minas de oro para conocidos forajidos, dentro y fuera de los gobiernos. Conocidos verdugos y vividores de la cuestión pública asistencia y social, de educación y salud.
No hay futuro sin presente. Si ahora jubilados padecen inestabilidad e incertidumbre en el manejo de lo que es suyo. Muchos presentes y nuevas generaciones sin empleos, ni seguridad social suficiente, y por tanto, sin pensiones. ¿Qué harán?
La frágil salida de cuentas individuales en México, es prácticamente un asalto, un despojo legalizado. Es el colmo pagar porque se administren dichos ahorros o fondos. Mal administrados, poco o nada ganan y cuando hay pérdidas en el mercado (eufemísticamente llamadas minusvalías), las instituciones y bancos que las manejan nunca pierden. Tercera edad vulnerable y explotable. El destino nos alcanza. Pediatría y geriatría al mismo tiempo.
Se sabe, que hay caminos del crimen que conducen a los gobiernos. Replicas que se extienden en el país. Vox populi: “van por los templarios, ¿cuándo por los funcionarios? O qué, ¿el delito crece solito?”
En fin, viejos pero no conejos.
@RafaelAriasH