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Universidad Anahuac

Sección: Estado de Veracruz

Libertas

Pensar el futuro

José Manuel Velasco Toro 25/07/2024

alcalorpolitico.com

Es urgente pensar el futuro ante la diversidad de cambios que está experimentando la organización de las condiciones de la vida en la Tierra, pero también la sociedad humana, cuya dinámica tecnocientífica nos coloca cerca de la singularidad transhumana que obligará a redefinir la existencia de la especie. Pensar el pasado críticamente es necesario, sí. Pero debemos repensarlo no en términos de congraciarnos con nosotros mismos, sino en el sentido de conocer a profundidad los efectos negativos y positivos de las acciones realizadas en función de los problemas presentes que marcan tendencias de futuro.

El cambio climático es de origen humano, fundamentalmente, y nos está dañando profundamente. Sin embargo, se actúa poco para mitigarlo porque, obviamente, afecta poderosos intereses económicos precisamente de los causantes de la alteración en las condiciones propicias del clima que, cual aleteo de mariposa, es multicausal y multidimensional. Pensar el futuro es crucial para la sobrevivencia de gran parte de la humanidad, sobre todo de la población asentada en las regiones que pueden ser mayormente afectadas por sequías, lluvias torrenciales devastadoras, creciente de la marea marina, aumento de la temperatura por arriba de la humanamente tolerado, pérdida de biodiversidad, crisis alimentaria, incremento de enfermedades, en fin, todo un mundo de calamidades cuyas causas radican en la conducta depredadora humana.

Debemos, y lo digo en plural, porque el sentido planetario implica la experiencia de la multiplicidad de culturas que viven en el único hogar de la humanidad: la Tierra. Por tanto, es menester que cada habitante de este planeta que Carl Sagan llamó “El punto azul”, se involucre conscientemente en la reorientación de la vida para dar el salto hacia un mundo sostenible y sustentable para la continuidad civilizatoria, aprendiendo de la diversidad cultural y de los diversos sistemas de organización para orientar los cambios con rumbo a un horizonte promisorio que deje atrás los modelos obsoletos del pasado.



Pensar el futuro como posibilidad consciente es posible porque pensar es agradecer que algo tiene certeza, pues si observamos la historia evolutiva, vemos que en ella existen momentos de continuidad, discontinuidad, reorganización, destrucción, emergencia, equilibrios y desequilibrios en los que el medio natural prosigue adelante inventando y reinventando las especies de animales, plantas, remodelando el paisaje y cambiando, con preciosa calma, la distribución de la masa continental.

En ese millonario devenir de procesos evolutivos, las extinciones de organismos han sido totales y ha mostrado la fragilidad de la especie humana. La emergencia de nuevos organismos en las diversas etapas del devenir de la Tierra es muestra de la creatividad evolutiva del medio natural que exalta la vida. Tan solo veamos, hace sesenta mil años, hasta donde la paleontología ha podido develar, existían y convivían cinco especies humanas en la Tierra: Homo neandertal que sobrevive en el ADN de millones de humanos actuales, el Homo erectus, el Homo de Denisova, el Homo floriensis y el Homo sapiens, o sea nosotros. Hace 30 mil años se extinguieron los neandertales y quedó como única especie la sapiens. ¿Quién asegura que la evolución, que no se detiene, decida extinguirnos para dar paso a una nueva especie? Nos matamos entre nosotros por cualquier causa, destruimos el entorno natural que nos permite vivir, producimos y consumimos mecánicamente sin percibir la existencia, vivimos con miedo en nuestra soledad.

Es claro que la esperanza ya no es visionaria porque hemos enajenado la posibilidad de la paz, la justicia y el amor universal en pro de ideologías y fuerzas políticas obsoletas. Somos seres biológicos porque estamos constituidos por átomos y moléculas como sistemas complejos, lo mismo que seres etológicos que hemos transitado de experimentar un comportamiento en entornos naturales a entornos construidos. Somos seres sociales, culturales y tecnocientíficos gracias a la consciencia crítica que nos permite operar en cooperación, establecer objetivos, ingeniar estrategias para lograr planteamientos futuros y, como especie, ser capaces de crear historia lo mismo que establecer rupturas con el pasado en pro del futuro.



Dimensiones que no están separadas porque una y otra están inmersas entre sí. Por eso, si queremos que el futuro exista y sea nuestro, es menester estar conscientes que la reproducción de la especie Homo sapiens requiere de un progreso consciente, sustentable e integrado con el medio natural, a la par de alentar la evolución de la singularidad en forma responsable y formular nuevos proyectos de humanidad. En este contexto de futuro, el pensamiento crítico es fundamental para aprender a enfrentar las disonancias de todo orden, pero sobre todo saber enfrentar los posibles escenarios de ingobernabilidad, la violencia que destruye todo tejido social y los efectos reorganizadores del planeta derivados del cambio climático.

La “educación y la acción social solidaria” señala Eudald Carbonell en su libro Elogio del futuro (2018), son dos importantes elementos seminales de los que habrá de emerger la sociedad del pensamiento, el conocimiento crítico y la actividad tecnocientífica necesaria para el cambio de la humanidad en lo futuro.