(14 de enero de 1925, Yotsuyaku - 25 de noviembre de 1970, Japón)
Estamos ante una variedad de relatos escritos en su juventud, con tintes autobiográficos, pero con datos históricos de gran valor, cuentos de una naturaleza en común, evidentemente, del Japón tradicional, con sus templos, bosques, mares y otras de sus peculiares características.
Siete relatos en total, pero, el homónimo, siendo de los más largos, demuestra la esencia del Japón tradicional, del Japón Samurái. Teniendo como trasfondo el Kendo (la esgrima tradicional japonesa) Mishima demuestra su pasión por ese arte marcial, relato descriptivo, suave, que se logra percibir desde dentro.
Si bien empieza fuerte y por momentos baja su nivel, el final es tan contundente como un duro golpe de Kendo directo a la cara. Los seis restantes, aunque cortos, son pequeñas obras maestras, todos con su tradicional esencia japonesa; (cuentos a destacar: Arreboles sobre el mar, el martirio, pan de pasas y Peregrinos en Kumano).
Con una prosa poética, Mishima logra transportarnos al Japón más profundo, más espiritual, el más relajante, pero – irónicamente – y de forma muy sutil, en el mismo se respira ese inevitable aroma a derrota, angustia, desesperanza y muerte.
Es Importante saber que tras la derrota del Japón en la segunda guerra mundial y con las consecuencias que ello implicaba para los valores tradicionales, Mishima decidió terminar su vida con un Harakiri, por desgracia, Mishima es más conocido por su doloroso final que por su pluma, por ello, debo recomendar leerlo, pues la literatura japonesa no es solo Murakami, vayamos más allá, a lo tradicional, a Mishima.
Irving Romero