(11 de noviembre de 1821,Moscú – 9 de febrero de 1881 San Petersburgo)
Siempre que nos acercamos a Diostoievski, debemos recordar que será un viaje a las profundidades del alma humana. Inspirada en un crimen cometido en Moscú a finales de 1869; a manos de un grupo de jóvenes revolucionarios inspirados en Bakunin, se sirve para crear Los demonios.
Es cierto que el contexto histórico es importante para entender la obra, sin embargo, más allá de ello, veremos enfrentados no solo los ideales eslavos y occidentales en la Russia de la época, también aquel eterno combate entre el bien y el mal, entre dios y el demonio, ¿existe o no existe dios? Y si dios existe, ¿también el demonio? estamos pues, ante lo que para muchos podría ser la obra más grande del genio ruso, independiente a si merece o no dicho adjetivo, puedo asegurar que es la obra más oscura y violenta que haya leído del autor.
Debido a los temas que maneja, es menester leerle con mucho criterio, sin olvidar la atormentada vida del autor, los tintes autobiográficos y las muchas dudas existenciales, teológicas, psicológicas e incluso metafísicas que podemos encontrar en toda la obra dostoievskiana, especialmente en Los demonios.
¿Fue Stavroguin (uno de los protagonistas) un mártir, un dios o un demonio? ¿Hizo lo correcto? pero, si dios no existe, entonces ¿estaba permitido que cometiera tan infame y cruel crimen? Estamos ante una obra de una profundidad, complejidad y oscuridad abrumadoras, misma que, sin dejar de lado el papel político (Anarquismo y Comunismo) que se entremezclan en la historia, bien podríamos estar ante la verdadera obra maestra de Diostoievsky, no por nada fue inspiración para el padre del absurdo,
Albert Camus en su ensayo “El mito de Sísifo”. Por último, es importante mencionar, que mi edición (Alianza editorial) cuenta con el brutal capitulo censurado agregado como apéndice.
Cierro con su siguiente aforismo: “Todos y cada uno de nosotros, somos culpables ante los demás”
Irving Romero