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Sección: Estado de Veracruz

Las próximas elecciones apuntan hacia el resurgimiento veracruzano (VIII)

- AMLO traicionó la esperanza mexicana: intercambió programas sociales y aumentos salariales por autoritarismo, confrontación y mal gobierno

- Su adicción por el poder lo aturdió en la selección de su sucesor; prefirió sumisión en lugar de trayectoria y capacidad

- Lo mismo sucedió con “su candidata” a la gubernatura de nuestro estado, quien será rechazada por la ciudadanía veracruzana

Víctor A. Arredondo 29/05/2024

alcalorpolitico.com

La escandalosa corrupción en el sexenio de Peña Nieto, junto con la de sus gobernadores afines, catapultó la candidatura de AMLO, quien se presentó como el adalid de las justas causas populares, la transparencia y la rendición de cuentas. Su proclama de “primero los pobres” puso el acento en el ataque frontal a la aberrante corrupción e inequidad social que ubica a nuestro país como uno de los de mayor desigualdad en el mundo. La nación entera estaba a la expectativa de que se iniciaran acciones para terminar con la impunidad de los delincuentes, empezando con los funcionarios del sexenio anterior; pero ante la inacción, empezó la sospecha ciudadana de que “había arreglos en lo oscurito”.

La peor señal de inicio, en materia de gestión público-financiera, fue el abandono del aeropuerto de Texcoco, cuya obra llevaba una tercera parte de avance y una inversión multimillonaria. Se argumentó que había corruptelas en la compra de terrenos y participaciones accionarias; pero en lugar de esclarecerlas y castigarlas, AMLO tomó la decisión unipersonal más irracional, basada en una encuesta sesgada de origen, de dejar enterrada esa cuantiosa inversión, pagar miles de millones de pesos a los acreedores y construir un aeropuerto alterno de menor escala y proyección nacional e internacional. Aún no se sabe quiénes fueron “los corruptos” del aeropuerto de Texcoco, obra que fue calificada por el Presidente como nociva para el medio ambiente, fastuosa e impropia de un país con millones de pobres. Sin embargo, esos mismos criterios los olvidó cuando decidió construir el Tren Maya y la refinería de Dos Bocas que, dicho sea de paso, aún no funcionan.

Y ante la imposibilidad de recaudar los 500 mil millones de pesos anuales que había prometido obtener mediante la erradicación de la corrupción, empezó a cerrar fideicomisos públicos, a gastar reservas de fondos nacionales y a realizar recortes en los presupuestos para educación, salud, alimentación, infraestructura pública, desarrollo rural y pesquero, ciencia y tecnología, así como para la promoción de inversiones, de pequeñas empresas y de nuevos empleos. Esos recortes se utilizarían, según la versión oficial, para ampliar los programas sociales y su cobertura; aunque mediante la operación opaca de los mismos, porque hasta la fecha, no existe un inventario público de los beneficiarios ni reportes transparentes sobre sus reglas de operación y resultados. Esa misma opacidad se aplicó en sus mega obras “insignia”, hasta llegar al punto de ordenar a sus fieles “representantes populares” legalizar la opacidad como medida de “seguridad nacional”, mientras se combatía a todo organismo autónomo creado a lo largo de las últimas décadas para asegurar la transparencia y rendición de cuentas gubernamentales. He ahí una de las razones de la confrontación de AMLO con los medios y comunicadores que cumplían con su trabajo de informar a la sociedad. Su conocido reclamo de que los mismos medios no comunicaban los excesos de gobiernos anteriores, no podía utilizarlo como excusa para proteger la impunidad; pero ese fue el tono de su discurso, mientras los contratos por asignación directa se convertían en el sello distintivo de este sexenio.



Desde luego que aquí se asume que existe disfuncionalidad en algunos organismos autónomos y fideicomisos por razones de conflicto de interés o corruptelas; asuntos que se debieron corregir y castigar. Sin embargo, eso no justificaba la desaparición de los órganos colegiados abiertos a la diversidad de puntos de vista y al escrutinio público. Las sociedades más avanzadas en la historia de la humanidad hacen valer las virtudes de la opinión colegiada y de los consensos en la toma de decisiones; sobre todo cuando compiten con la opacidad del funcionario que abusa del poder público. Pero en el gobierno de AMLO, su “autoridad moral” le permitía tomar decisiones unipersonales, sobre todo, cuando ya en el “ejercicio pleno del poder”, asumía que los recursos del país le pertenecían.

La preocupación por el devenir de México, bajo esas condiciones, se acrecentó por el enfoque ideológico de AMLO, que pareció quedarse atorado en el mundo bipolar que prevalecía al inicio de la segunda mitad del siglo pasado. El enemigo de la humanidad, debe quedarnos claro hoy, es el capitalismo salvaje, los monopolios globales y los grupos delincuenciales, vengan de donde vengan, que buscan rentabilidad económica sin consideración al perjuicio que causan a la gente y al planeta. Además, AMLO parece no haber entendido que la verdadera liberación de una sociedad se logra a partir del conocimiento socialmente relevante; por eso nunca le apostó a la educación, a la cultura y la tecnología; por el contrario, se inclinaba más por entornos donde prevaleciera la ignorancia, en lugar de la superación personal y la movilidad social. Lo anterior se ilustra con su visión de que el mero reparto de dinero es suficiente para reivindicar a los pobres; la buena educación, salud, alimentación, organización e infraestructura pública no le resultaron importantes.

Por otra parte, su permanente visión e inclinación electorera lo convirtió en permisivo del desorden social, del incumplimiento de las leyes, de los aliados oscuros, de la corrupción de “los suyos” o de los “recién convertidos a la 4T”, de la exagerada militarización de la vida civil. De ahí su máxima para la historia mundial del presidencialismo de “que no me vengan con el cuento de que la ley es la ley”. No hay nada más insólito, ni siquiera observable en las naciones de mayor rezago internacional: la máxima autoridad unipersonal de un país abre la puerta para que se irrumpa el orden establecido, ni más ni menos. Y si a ello se agrega su discurso que alienta el resentimiento social y su premisa de “abrazos no balazos”, se obtiene la fórmula perfecta para despertar la criminalidad y la impunidad.



A lo anterior se añade su obsesión unipartidista que parece remitirlo a los tiempos de los gobiernos sin oposición; por ello es que se atrevió a usar la descalificación de “traidores a la patria” para describir a los que no piensan como él. ¿Dónde quedó la noción de democracia para que Claudia Sheinbaum se atreviera a afirmar hace unos días que la 4T era su única defensora?. Ese es un desvarío que denota graves lagunas, una actitud acomodaticia, servicial, reprochable, y la ausencia de pensamiento crítico; lo que nos confirma la razón de haber sido seleccionada como su candidata a la presidencia desde hace tres años. El mismo razonamiento aplica para la candidatura impuesta de Rocío Nahle a la gobernatura de Veracruz. Si en el caso de Sheinbaum, se agrega la amenaza de revocación de mandato de quienes seguirían las órdenes de AMLO; esto es, sus seguidores beligerantes, gobernadores impuestos por él, y la elite agradecida de las fuerzas armadas, estamos ante un lamentable escenario que sólo puede ser modificado con el voto del ciudadano libre.

Se debe reconocer que AMLO puso en la agenda prioritaria de la política el tema ineludible de la desigualdad en nuestro país; aunque no supo cómo enfrentarla porque perdió tiempo en alentar la discordia y en combatir a la oposición. Tampoco supo hacer uso del poder público para convocar a la unión nacional y gobernar con los mejores talentos y con la ley en la mano. La marginación y la pobreza que persisten hoy en día, junto con la contaminación, son fuentes de anomias sociales, deterioro ambiental y destrucción de la biodiversidad. El descuido del campo, de nuestros bosques, selvas y áreas verdes ha repercutido en climas y fenómenos naturales extremos, escasez de agua y pérdida de vida. Y nuestra desatención de la población que vive en la marginación, ha repercutido en desintegración familiar, embarazos adolescentes, crecimiento demográfico fortuito y desorganización social, semilleros de la delincuencia. Estamos a días de que, gracias a nuestro voto, surja en Veracruz y en nuestro país un gobierno que tome en cuenta, el universo completo de factores que deben ser atendidos mediante una visión de integralidad e interdependencia. En nuestras manos está la posibilidad de sentar las bases para hacerlo realidad en Veracruz y en el resto del país.


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Artículos de esta serie:
Las próximas elecciones apuntan hacia el resurgimiento veracruzano (I)
Las próximas elecciones apuntan hacia el resurgimiento veracruzano (II)
Las próximas elecciones apuntan hacia el resurgimiento veracruzano (III)
Las próximas elecciones apuntan hacia el resurgimiento veracruzano (IV)
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Las próximas elecciones apuntan hacia el resurgimiento veracruzano (VI)
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