Considerada de manera simple y antitética, la orientación política de los gobiernos o es de derecha o de izquierda. No hay de otra. En los primeros, las leyes e instituciones se modifican o crean intencionalmente para favorecer a una élite; en los segundos, al sector social. Por supuesto, en las llamadas democracias capitalistas, donde la codicia es el valor supremo, las diferencias se matizan diluyéndose al paso del tiempo, confirmando que “
los extremos se tocan”. Generalmente, sólo al principio, cada régimen se empeña en realizar los cambios prometidos, dependiendo de cómo lo obtuvo. En este sentido, la derecha mexicana fue excepcional, pues se mantuvo 36 años fiel al dinero, reformando la Constitución y todo el aparato jurídico para ponerlo al servicio de la elite económica.
Después de tantos años y gracias al hartazgo de 30 millones de mexicanos, arribó a la Presidencia un candidato de izquierda prometiendo recuperar el control Estatal y separar el poder político del económico. Lamentablemente, tomando en cuenta la perniciosa cercanía con el edén de la derecha (Estados Unidos), el adoctrinamiento de los jóvenes en la farsa de la
“libre empresa” y la apatía de la clase trabajadora, esa tarea se antoja bastante difícil. Por el momento, el régimen se ha centrado en detener el saqueo, la corrupción y relativamente disminuir la impunidad. Cautelosamente sacude las estructuras y limita algunos privilegios de quienes más tienen y paralelamente incrementa el presupuesto social buscando revertir la desigualdad, sus retos de mayor complejidad.
Pareciera que el mandatario aplica la estrategia implícita en el título del libro
Un paso adelante dos atrás, (Lenin, 1904) cuidando mantener la estabilidad macroeconómica y las avispas en su panal; tal vez esperando humanizar a los potentados, lo cual, siendo realistas y conociendo su individualismo patológico es bastante improbable.
Otro obstáculo enfrentado por el régimen son los aliados del dinero incrustados en el gabinete, INE, legislaturas y Poder Judicial, principalmente; quienes, leales al amo que los alimenta han logrado hasta ahora dos cosas: acotar las reformas enviadas al Congreso por el Ejecutivo y mantener casi intacto el entramado legal garante de sus privilegios. El Presidente mismo lo reconoció en Colima (marzo 5, 2019) diciendo: “
se nos quedaron…. de la administración pasada”. Por esa razón es improbable grave las fortunas o recupere lo robado por esa mafia político-empresarial; ¡vamos! ni su actual cruzada (reforma eléctrica-litio) saldrá tal cual.
El resultado de la resistencia interna ha sido haber centrado al régimen en sólo enmendar lo mal hecho por los neoliberales, no CAMBIARLO. No lo digo yo, lo dijo el Presidente en junio del año pasado al expresar, (refiriéndose a la reforma de las AFORES): “
Tenemos que estar corrigiéndoles la plana de todo lo que hicieron mal. Es decir el
neoliberalismo permanece, únicamente que hay que hacerlo bien, se deduce.
El próximo año el poder presidencial llegará a la mitad del camino, su poder comenzará a declinar; lo mismo pasará con la oportunidad para eliminar de la Carta Magna el espíritu mercantil, sustituto ilegítimamente del social. En cambio, la fuerza derechista se incrementará, sobre todo entre la clase media aburguesada, derivado de la intensa campaña negra que resalta los errores (ciertos y falsos) del régimen y debido a los convencidos de que existe la “
libre competencia”.
Fieles a su calaña, los “machuchones”, no obstante ser apapachados por la actual administración, no cejan de presionarla para obligarla a aumentar el flujo de recursos públicos hacia sus cuentas bancarias. Claro está, sin comprometerse verdaderamente con el desarrollo del país. Todo lo anterior también explica el trato suave brindado a los grandes evasores fiscales y la insistente mención presidencial de garantizar los negocios y no realizar EXPROPIACIONES o NACIONALIZACIONES.
Una prueba de esas presiones la proporcionó el dirigente del Consejo Coordinador Empresarial, Carlos Salazar, cuando frente al Presidente dijo:
“el estadista debe lograr equilibrio en economía y sociedad para que las demandas sociales no desborden las posibilidades de la economía…”. Para empezar nunca ha existido equilibrio entre el dinero y el trabajo, pues la acumulación es producto del vil despojo impuesto al trabajador por el patrón. Respecto a las DEMANDAS habría que preguntarle a este señor a cuáles se refiere. Porque siendo la JUSTICIA una demanda social nunca satisfecha, exigirla, debe suponerse desbordaría la economía. En realidad, sus palabras son amenazas veladas para evitar pagar salarios justos e impuestos, acotando sus desmedidas ganancias. Por suerte esas perversas maneras de actuar no son compartidas por los pequeños y medianos empresarios honrados (los hay y muchos) quienes saben que las posibilidades de la economía son el crecimiento, la innovación y la productividad.
La nota de Luis Hernández Navarro publicada en
La Jornada (octubre, 26) nos brinda otro ejemplo de cómo operan quienes desean las cosas sigan igual que en el pasado reciente. El día anterior, agentes del Instituto de Migración y efectivos de la Marina detuvieron y deportaron a Guatemala al excomandante guerrillero César Montes a pesar de ser oficialmente un refugiado político. Cuando él protestó “
la 4T me protege” señalando su estatus, un agente le respondió: “
Eso es política. La 4T me vale.”...
Dejar la política a cargo de los políticos partidistas y funcionarios a quienes
les vale madre la 4T sin un movimiento social organizado que los vigile y les exija
probidad, facilitará a la derecha aprovechar las
ventajas que el sistema les otorga. La movilización social, no los cabildeos ($) o negociaciones pragmáticas injustificables con la derecha, deben, por ejemplo, desentrampar el rescate de la CFE o imponer candidato en Durango (Manuel Espino).
Afortunadamente, por todo el territorio miles de jóvenes se capacitan en círculos de estudio con la intención de ser parte protagónica de los cambios que la nación necesita. A pesar de todo, se avanza.