A TODOS MIS CORRELIGIONARIOS DEL PRI
A LA OPINIÓN PÚBLICA NACIONAL :
Después de 30 años de militante del Partido Revolucionario Institucional, llegó el momento de tomar una decisión que durante algún tiempo he venido madurando: mi renuncia, voluntaria e irrevocable, a la membresía del mencionado organismo político.
Las causas que motivan esa determinación son muchas, pero en esencia creo que el partido y sus dirigencias han abdicado de su tarea histórica y desistido del papel de vanguardia que debió corresponderle frente a la crisis democrática que vivimos. Tras de sus siglas y sus dirigencias, se esconde hoy un designio entreguista y antipopular que es indispensable combatir. En un evidente sometimiento al abyecto grupo en el poder y cautivo por la claudicación de sus dirigentes, el Partido ha perdido tanto la lealtad de sus militantes como la confianza de los ciudadanos y, con ello, la razón original de su existencia.
El PRI cumplió papeles fundamentales en la vida política del país, logró un gran desarrollo de la nación y construyó un verdadero camino a la democracia, pero actualmente se ha coludido con una transformación mentirosa e ilusoria, y está obstruyendo, en su decadencia, el surgimiento de una sociedad plenamente convencida de la democracia que construyó y por la que luchó en el pasado, pues las pretensiones de sus dirigentes por perpetuarse en el poder así lo indican claramente.
Existe una gran tranquilidad de conciencia de mi parte, por haber hecho todo lo que estuvo a mi alcance para sacudir la conciencia del Partido y tratar de modificar su equilibrio interno en favor del proyecto constitucional y el rescate de la soberanía. Los que piensan como yo, nos vimos precisados a transitar de una actitud crítica a otra disidente, hasta promover abiertamente la oposición progresista a efecto de honrar nuestras convicciones.
Tenemos la esperanza de construir otras fuerzas políticas que conformen un amplio frente democrático que se convierta en la verdadera oposición al régimen totalitario que busca la destrucción de las instituciones que tanto trabajo nos ha costado proponer y consolidar a través de los años. Considero que sólo así, podremos derrotar al continuismo y devolver al pueblo la facultad suprema de autodeterminarse.
La lucha que habremos de emprender exige afrontar todos los riesgos de forma valiente y decidida, por ello, invito a todos los miembros del Partido Revolucionario Institucional que hayan militado por convicción verdadera, para que se decidan a salvaguardar su dignidad en el rechazo a la imposición de sus dirigentes, abandonando la organización y sumándose a la cruzada por retornar al camino de la democracia que está por extinguirse en nuestro país.
A todos los que resuelvan apoyar la esperanza de un México democrático mi reconocimiento y respeto, y para aquellos que continúen soliviantando el autoritarismo, arguyendo que intentan todavía transformar al Partido, mi rechazo y desprecio febril, pues esa actitud solo es el testimonio irrefutable de su contradicción y la sospecha de una actitud que solo es un disfraz del oportunismo.
Al separarme del Partido, no puedo dejar de reconocer los errores y las omisiones en que seguramente incurrí como funcionario y como militante, pero afirmo tajante que siempre fui leal a mis convicciones e insobornable en los principios y lealtades. Por ello, a pesar de todo, asumo sin ambages la responsabilidad de mis actos en el régimen en el que serví.
Así pues, renuncio al Partido Revolucionario Institucional porque creo en los altos valores de la democracia y del sistema fundado en el predominio permanente de esa organización política que ha llegado a su fin. Nuestro pueblo necesita vivir en un ámbito distinto, de libertad y de justicia que resguarde su independencia para volver a creer en sí mismos y en su porvenir.
Al lado de muchos de nuestros compañeros, he decidido luchar sin desmayo por los cambios que el país requiere, comprometiéndome a defender contra toda adversidad, y cabalgando en mis propias prerrogativas de hombre libre, las de todos nuestros compatriotas.
Hago un llamado respetuoso pero enérgico, para que cese la polarización, la injuria y la represalia del régimen en el poder, y para que se abran todos los espacios sociales a la participación política, que asegure un respeto irrestricto a la actividad ciudadana y un acatamiento absoluto de la voluntad popular expresada en las urnas, sin intervencionismos deshonestos desde la cúpula del poder y pugnando por la renovación pacifica del país.
Por la democracia y para la democracia… ¡Viva México!
Antonio Benítez Lucho