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Sección: Estado de Veracruz

Cr?nicas de viaje

Papantla: vainilla y vuelo

Claudia Constantino 30/07/2015

alcalorpolitico.com

Sin duda una de las regiones veracruzanas más atractivas para los viajantes es el Totonacapan, y lo que se considera su ombligo es la ciudad de Papantla de Olarte. A poco más de tres horas de la capital, por la carretera costera, pasando por tramos de playas del Golfo de México y los ríos Nautla y Tecolutla, se encuentra este pueblo mágico.

Esta región llena de tradiciones, luz y color, alberga a los recién nombrados Patrimonio Intangible de la Humanidad: los voladores de Papantla. Sirve de escenario a fiestas como la de Muertos, San Marcos o el Carnaval. Posee una comida variada y exquisita y un centro arqueológico de los más importantes del norte del estado de Veracruz: El Tajín, la ciudad del trueno.



Los totonacos son un pueblo orgulloso del tesoro que guardan. Es uno de los pueblos originarios de México, reconocido por la UNESCO, no sólo en la Cumbre Tajín, la festividad organizada en coordinación entre un patronato y el gobierno del Estado cada año; a principios de la primavera, se promueve el turismo, esta es de manera permanente una de las actividades preponderantes de la región.

Cerca de Papantla se encuentra la Costa Esmeralda, con sus playas e infraestructura hotelera. También se puede disfrutar de ríos, manglares, lagunas y lagos en los municipios vecinos. Las artesanías pueblan las calles: los coloridos bordados; las cestas de mimbre, rafia o palma; los tambores ceremoniales como los que tocan los voladores en su danza. El pan es uno de los orgullos de los papantecos. El zacahuil, tamal de maíz martajado y carne de puerco, se disfruta los fines de semana.

La aromática vainilla es originaria de esta región, tiene actualmente su denominación de origen y compite mundialmente por su calidad, precio y aroma. De vainilla se hacen figuras, licores, esencias, bebidas, jabones y todo cuanto la imaginación permite. La cultivan con cuidado artesanal; la estudian con dedicación para mejorarla; la comercializan, y genera empleo para miles de familias.



Existe una población indígena de casi 60% y los programas para el desarrollo de los pueblos originarios han encontrado un sinfín de beneficiarios entre esta gente; así se arman los talleres de costura comunitarios, las empresas familiares de recolección y procesamiento de botellas pet; las granjas vecinales de cerdos, conejos y aves de corral.

Viajar a Papantla y recorrer el Totonacapan ofrece un atisbo al México profundo; a la vida, tradiciones y costumbres de un pueblo que se resiste a ignorar las enseñanzas de los abuelos. Los totonacos muestran orgullosos su cara sonriente al mundo y, sin importar quien los gobierne (actualmente es el PRD) y cuánto progreso les llegue en las siglas de empresas como PEMEX, que trasformó algunos puntos de su geografía, para mal, con su contaminación; mantienen su lucha por preservar sus tradiciones, su modo de vida y una cosmogonía rica, vasta y eterna.

Para conocer al mundo hay que ver cosas variadas y un sitio variopinto sin duda es el Totonacapan, orgullo veracruzano y buen ejemplo de que a los pueblos originarios, la modernidad no los puede borrar. Los totonacos se resisten a morir y por eso perviven en su modo de vida y en su natural entorno. Verde es el color de esta zona. Y todos los demás colores los habitan y los adornan.



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