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Sección: V?a Correo Electr?nico

Primer corte de caja del proceso electoral veracruzano 2015-2016

Eduardo de la Torre Jaramillo 22/10/2016

alcalorpolitico.com

“Una vida política sin ideas generará una democracia vacía y vulnerable, y una política sin principios éticos conduce al desencanto o al cinismo”
José Woldenberg

Hacer un primer ejercicio de análisis del pasado proceso electoral resulta importante, sobre todo para observar el nivel profesional con el que se desarrolló dicho proceso, en donde los partidos políticos y candidatos, funcionarios electorales y medios de comunicación pueden ser evaluados en esta ocasión desde una perspectiva olvidada; en el sentido weberiano podría ser el de la “ética de la convicción” y de la “ética de la responsabilidad”; dentro de la primera, la interpretación se basa en cómo piensan y se desarrollan los actores, según ellos como “lo mejor” ante sí y para sí, pero no de cara a las repercusiones de sus actos; mientras en la segunda, son previsibles las consecuencias de la propia actuación de los actores, en esta vertiente se contempla a los “otros” y, las derivaciones de sus propios actos.

La contienda electoral únicamente se basó más en la “ética de la convicción”, porque desde el gobierno, los candidatos y el OPLE, actuaron bajo sus propios intereses sin pensar en las consecuencias de sus actos; en el caso del INE, éste actúo con esa “ética de la responsabilidad”, ya que les tocaron las actividades de capacitación, instalación de casillas, registro de representantes de casillas, entre las más importantes, ésta última con severos problemas sistémicos para poder ingresar a los representantes. Criticar para mejorar el sistema electoral de Veracruz es la única salida que le queda a este proceso electoral bicéfalo entre una nueva institución electoral local y otra nacional, aprender a caminar de manera interinstitucional es la mejor ruta de renunciar a privilegiar autoritarismos, inercias institucionales, vencer particularismos (que órgano fue el mejor) y, conductas que se tenían inamovibles como la falta de transparencia y rendición de cuentas. En el caso del OPLE, particularmente la comisión de prerrogativas y partidos políticos fue la que tuvo más errores, omisiones, un marcado incumplimiento de la legalidad electoral, y hasta violación del Código Ético en el ámbito electoral (Institute for Democracy and Electoral Assistance. IDEA), negaron registros de candidatos independientes de manera ilegal, así como también otorgaron registros de manera ilegal, designaron a sus parientes como funcionarios electorales, también nombraron funcionarios electorales en complicidad con instituciones educativas -que hoy hasta presentan daño patrimonial-, contrataron ilegalmente empresas que no tenían experiencia electoral (ahora que Veracruz puso de moda las empresas fantasmas), como el Corporativo ZEG, etc. En fin, los integrantes de esa comisión olvidaron que la ética reclama simple y sencillamente el cumplimiento de la ley.



En el caso de los candidatos y sus partidos, rebajaron la contienda electoral a algo incivilizado, porque recurrieron a medios moralmente inadmisibles (usar la vida privada como arma política, y como un efecto descalificador del adversario), no fue una disputa entre adversarios sino entre enemigos, la mayoría de los candidatos demostraron más actitudes revanchistas y hasta de venganza política, lo que originó una desafección de la elección, ya que sólo votó el 53% de los veracruzanos, si bien aumentó en un 9% con respecto al año 2015, ese 47% restante mandó un claro mensaje, no están de acuerdo como se hace la política en Veracruz. Si bien las derrotas y victorias son temporales, declinaron para que fuera una contienda cuya primacía fuera un esfuerzo intelectual y ético para que la política hubiese sido una actividad racional y constructiva; ya José Vasconcelos en su discurso inaugural del nuevo edificio de la SEP, definió que en México había dos clases de políticos “los destructores y los constructores”, actualmente en Veracruz reinan los primeros, para muestra está el fidelato que duró doce años, en donde destruyeron a nuestra entidad federativa.

Por otra parte, los medios de comunicación en su mayoría faltaron a su compromiso ético frente a la sociedad que se informa de la política, porque la relación medios-política define la calidad de la democracia, y lo que observamos fueron las filias y las fobias hacia los candidatos a la gubernatura; si bien la democracia es la construcción de múltiples fuerzas políticas y sociales, y allí debió estar el rol de los medios, muchos de los que estaban en las fobias ya cerraron o están por cerrar, apostaron mal pensaron que papá gobierno nunca se acabaría. Una minoría fue la que logró ese equilibrio informativo en la pasada elección.

Regresando a IDEA, ésta plantea una serie de principios éticos que forman la base de la administración electoral, éstos para asegurar tanto la apariencia de integridad como la integridad real del proceso electoral, la administración electoral debe basarse en los siguientes principios éticos fundamentales: a) respeto por la ley, b) independencia y neutralidad, c) transparencia, d) minuciosidad, y e) orientación de servicio. Principios que quedaron suspendidos en el pasado proceso electoral y, que deben de ser retomados en la próxima elección municipal que va a ser mucho más compleja, esto para evitar un resquebrajamiento institucional más allá de la falta de dinero.



Finalmente, cierro esta primera reflexión con una cita de Max Weber: “Sólo hay dos pecados mortales en el campo de la política: la carencia de finalidades objetivas y la falta de responsabilidad que no siempre, pero sí muy a menudo, coincide con aquél. La vanidad, la excesiva ambición de aparecer lo más posible en primer plano, es lo que más induce al político a cometer uno de esos dos pecados y hasta los dos al mismo tiempo [...] El hecho de carecer de finalidad objetiva lo hace propenso [al político] a ir tras la apariencia deslumbrante del poder en vez del poder auténtico. En cuanto a su falta de responsabilidad, ello lo conduce a disfrutar del poder por el poder, sin tener presente su finalidad”.