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Sección: V?a Correo Electr?nico

Mutatis mutandis

El futuro en el pasado

Rafael Arias Hern?ndez 30/07/2014

alcalorpolitico.com

Adictos a masoquismo, irresponsabilidad, desinterés personal o apatía social, sostenemos y padecemos malos y peores servidores públicos, presuntos responsables, prófugos e impunes. ¿El pueblo tiene el gobierno que se merece?

Nuestra cultura orienta más a ser pasivos, obedientes y agachados. Poco a ser participativos, responsables públicos, solidarios sociales y exigentes con los gobiernos. Más bien complacientes, reactivos, olvidadizos, incapaces en control de daños y poco previsores.

Obligados medio componemos. Libres usualmente no nos anticipamos.



Prever, planear y pronosticar, al igual que actualización y organización, orden y disciplina, respeto y principios o valores éticos, no son habilidades muy frecuentes o dominantes en nuestra cultura, mucho menos en el gobierno.

Prisioneros del “ahí se va”, de “lo que viene conviene”, “que paguen los que vienen”, etc. En buena medida somos ajenos a lo previsible, anticipable y, sobre todo, a evitar lo evitable, a asegurar lo importante o trascendental, a mantener disciplina y control democráticamente hablando.

“Ahí Dios dirá”. “Lo que ha de ser será”.



Una y mil formas de no asumir la responsabilidad del futuro que se decide hoy, y que empezó en el pasado. Irresponsables y mediocres, ineptos y corruptos siguen en gobiernos porque lo permitimos, no detenemos, despedimos y sancionamos.
Tarde nos damos cuenta del tamaño del daño que causan. Y ahí están, porque aún así, no aprendemos. Se comete el error, lo demás son consecuencias.

VICTIMAS Y VERDUGOS.

En nuestro país como en otros, los tiempos políticos se hacen más intensos cuando se acercan las elecciones.



Lamentablemente, todavía exageramos y casi nos concentramos por completo en la representación y poco en la participación, menos, mucho menos en la evaluación y corrección, como formas de aprendizaje y de previsión.

Hablamos demasiado de elección y casi nada de revocación, de rendición de cuentas y buenos resultados. Ciegos, sordos y mudos en identificación y sanción, en detener y procesar a responsables de errores, pérdidas y daños. ¿Cómplices?

Así, decidir quién debe gobernar, se convierte equivocadamente, en el único asunto de la Democracia y del interés general de la Sociedad.



De ahí que de origen no hay razón y motivación suficientes para hacer que las instituciones funcionen, que se apliquen las leyes y que se gobierne al gobierno. También sucede que no se atiende ni apoya lo que promueve la poca participación ciudadana, de organizaciones sociales y partidos políticos; se desconoce contenido y alcance de acciones y programas vigentes; alcances de propuestas de supuesto o real cambio en estructuras y funciones de las instituciones. Estos y otros, asuntos importantes hay que tener presente.

INEFICIENTES Y DELINCUENTES GUBERNAMENTALES

En fin, creemos que ponemos demasiada atención al quién o quiénes, pero desgraciadamente tampoco en este terreno aprendemos y prevemos lo previsible. Preciso insistir. En demasiados casos no hemos sido, ni somos capaces de evitar que los verdugos, los mediocres, ineptos y corruptos continúen en el gobierno, asciendan de puesto y hasta resulten candidatos a otros cargos públicos.



Simple y sencillo. Hechos y consecuencias muestran que no hemos sido capaces de contener y evitar presencia, crecimiento y fortalecimiento de ineficiencia y delincuencia gubernamental. Notoria impunidad las fomenta y sostiene.

Excepciones aparte, no damos la atención necesaria al fortalecimiento del Estado de Derecho, a la representación pública responsable, y a la actualización y mejoramiento de estructura y funciones institucionales de seguimiento y control, de reducción y combate permanentemente a la corrupción.

Y ahí vamos. No entendemos ni asimilamos lo que soporta y padece la población. Presencia y actividad gubernamental incompletas sin participación social, evaluación pública, corrección y previsión verdaderas no simuladas, falsas.



Principios de la democracia, determinar y acatar la voluntad de la mayoría y asegurar su bienestar, para legitimar existencia y acciones del poder público; y garantizar vigencia y eficacia de las instituciones públicas.

Ante inocultables inconformidad y conflictividad social, persistir en el cambio pacífico y democrático, en el fortalecimiento institucional y en el uso y aplicación de la Ley como instrumento de promoción y consolidación de dicho cambio.



Perseveramos, pero no lo suficiente. No extraña, enterarse o padecer ineficiencia y delincuencia dentro o fuera del gobierno. Lo más grave y delicado al respecto, es no hacer lo suficiente y efectivo. Resultado más deterioro y conflictos, que se complican y aumentan. Más leña a la hoguera.

No hay retorno al pasado. Hay que inventar nuestra propia ruta y la forma de transitar por ella. Todos estos elementos y otros más, caracterizan la realidad política. Por eso nunca termina el esfuerzo por persuadir, por convencer, para cambiar y para ser mejores.

La nueva cultura de la participación está en el centro de la revolución de nuestro tiempo, la del cambio pacífico y democrático.



“La salida –escribía Don Jesús Silva Herzog- no está donde se pone el sol sino donde nace, no está en la noche sino en el alba. Cuando el rumbo se pierde en la vida social, no se encuentra retrocediendo, deshaciendo lo andado; el rumbo se encuentra avanzando. El que camina hacia delante con la mirada atenta y escrutadora halla al final el sendero; el que recula no ve por donde va y a la postre desbarranca. La solución no está en las formulas caducas del pasado sino en nuestra capacidad, con apoyo en la experiencia histórica, de intuir el paisaje recóndito del mundo de mañana”.

Imprescindible asumir la responsabilidad de prever, empezando por evitar que los mismos ineficientes y delincuentes en el gobierno accedan a otro cargo o representación pública.



Insistir, intentarlo es el reto. Aunque, ante esta buena intención otra es la realidad. Hay incluso casos de ineficientes y delincuentes, que regresan al lugar del crimen a repetir y perfeccionar sus fechorías. Más pérdidas y sacrificios sociales.

Al final, el problema no es de ellos, ni de los que los nombran, apoyan y promueven. El problema es de la sociedad que tiene que cargar y pagar pérdidas, daños y deudas. Mismas consecuencias. ¿Tenemos el gobierno que merecemos?

“Tome las riendas del futuro o el futuro tomara las suyas”. Aconseja Patrick Dixon.



@RafaelAriasH